After Life: La fragilidad del duelo

Por Javier Zoro

No es fácil hacer una buena película o serie sobre el duelo. ¿Cómo dar cuenta de una experiencia tan radical, íntima e incierta sin caer en sentimentalismos o lugares comunes? ¿Cómo no hacer una película deprimente y solemne? ¿Cómo no reducir la complejidad del acontecimiento en un drama de auto-superación? Además, ¿qué sería “superar” el duelo?

El duelo es fundamentalmente tiempo, un tiempo que duele, más que un conflicto central es una especie de color que tiñe la atmósfera. ¿Cómo orientarse bajo esta nueva luz, incierta, impredecible, a veces insoportable? La vida continúa, ¿pero cómo? ¿Cómo se retuerce el cuerpo, se contrae, se expone, se levanta, se mueve? ¿Hacia dónde? ¿Hacia quién? ¿Cómo habla o se calla? ¿Quién le pregunta, quién prefiere esquivar hacia temas menos sensibles? ¿Cómo reaccionan los de alrededor? ¿Cómo reacciona el que sufre a las reacciones de los que están alrededor? ¿Qué lazos se estrechan, se distienden, desaparecen? En suma, ¿cómo se reorganizan las coordenadas del propio mundo? Las preguntas relativas al duelo nos llevan por zonas ambiguas y sutiles.

Hablemos de After Life (2019), la nueva serie de Netflix, escrita, dirigida y protagonizada por el polémico comediante inglés Ricky Gervais. Tras la muerte (o suicidio) de su esposa, Tony conquista una especie de superpoder nihilista que le permite hacer y decir todo lo que se le antoja a quien quiera y cuando quiera, a menudo de modo hiriente. No le importa nada. Morirse sería un alivio. Lo sabemos: toda desazón o desilusión existencial tan fundamentalista y militante tuvo que haber sido precedida por una creencia demasiado poderosa. Y en el caso de Tony entendemos sus sarcasmos y excesos porque sabemos que era un hombre enamorado, alguien que prefería volver lo antes posible a la casa para sentarse con su mujer a mirar las noticias, conversar, comer y tomar vino. Era su idea del paraíso. Una especie de romanticismo de una clase media neoliberal autoimplosionada.

Tony trabaja en un diario local donde no se habla de política. ¿Brexit? No se menciona, pero todos los indicios de la confundida Inglaterra contemporánea se reflejan en los reportajes pseudo-periodísticos de casos insólitos e intrascendentes. Mi preferido: una persona avisa que una mancha de humedad en la pared de su casa se parece a Kenneth Branagh. No es la risa burlesca; hay profunda empatía con estos personajes más allá del absurdo de la situación. Una de las principales gracias de la serie es la variedad de los personajes secundarios, una hermosa fauna de marginales y olvidados: viejos, yonquis, gordos, niños, freaks, extranjeros, una prostituta (me extrañó que no hubiera ningún black brit).

Si su esposa no se hubiera muerto, ¿hubiera llegado a acercarse y comprender al yonqui que repartía los diarios? ¿Y por consiguiente a la prostituta? ¿Hubiera llegado a la señora del cementerio? ¿Hubiera podido ver las aflicciones de sus compañeros de trabajo o de los entrevistados de los reportajes sin esta nueva luz (o nueva oscuridad)? El duelo funda una especie de secreta complicidad entre los afligidos.

afterlife

La serie me hizo pensar mucho en una de mis películas favoritas sobre duelo, La habitación del hijo (2002) de Nanni Moretti. Es distinto, por supuesto: de partida porque se trata de la muerte accidental de un hijo y no de la esposa. Pero al mismo tiempo me sorprenden una serie de similitudes. Primero: la importancia del humor. Antes del estreno, Moretti era conocido como un comediante excéntrico, muy lejano del sentimentalismo y el drama. Ciertas emociones muy profundas y dolorosas no admiten ser tratadas de modo directo. No me parece extraño que dos humoristas hayan logrado franquear la barrera.  

Segundo: el uso del sonido y la música. Recuerdo una escena conmovedora de La habitación del hijo, cine es estado puro: tras la muerte del adolescente, el padre va solo a un parque de diversiones y se sube a una rueda de la fortuna. Lo vemos en primer plano. El mundo da vueltas y vueltas, lo sacude; alrededor sólo ruido, ruido festivo, indiferente a su pena. ¿Se puede ser más preciso? Después lo recuerdo escuchando en loop una grabación de un fragmento musical. Duelo y repetición. Y sobre todo, recuerdo cuando el devastado padre va a una disquería y le pide al vendedor, simulando normalidad, que le recomiende un disco como para regalárselo a su hijo adolescente. Le da uno de Brian Eno y le ofrece escucharlo. Suena “By This River”. ¿Tiene las letras traducidas? pregunta Nanni, quien se ríe de que su hijo lo molesta por sólo escuchar música en italiano. La estrofa final dice así:

You talk to me
As if from a distance
And I reply
With impressions chosen from another time, time, time
From another time

No es una música que acompañe o subraye un sentimiento. La música hace visible los espectros, hace visible el desajuste esencial del tiempo. En After Life también hay momentos de sutileza y precisión, donde la música se funde con la acción para revelar las coordenadas o la falta de coordenadas espacio-temporales de quien sufre la ausencia. El nuevo Tony, el Tony de duelo, empieza a fumar marihuana, ¿por qué no? Cuando prende su primer pito suena “Rocket Man” de Elton John y no puede ser más ajustado:

And I'm gonna be high as a kite by then.
And I miss the earth so much, I miss my wife.²

Hemos escuchado miles de veces la canción, está en nuestras propias memorias emotivas, sin embargo, aquí se recodifica, resuena con lo que está atravesando Tony y nos regala un momento de tiempo, sonido y espacio puro.

after-life

After Life logra en gran medida construir una topología afectiva singular. Desde el duelo, lo cotidiano, el mundo de siempre, logra abrirse de otra manera. A veces se sale de su trayecto habitual (la visita periódica al cementerio no estaba en su viejo mapa; no sabía dónde vivía el yonqui), a veces logra ver aspectos que antes no veía en los espacios de siempre.

El último capítulo es un problema. Es un caso paradigmático de los demonios que acechan al guionista de series: la sumisión a los imperativos dramáticos y humanistas (el famoso mensaje). Hay que cerrar todas las historias, darles un sentido claro y distinto. El sinsentido y el absurdo han de ser desterrados. Es evidente que todos los puntos fuertes de la serie: el humor, los secundarios, el espacio, la música, pierden potencia bajo esta camisa de fuerza del drama clásico. De todos modos, yo creo que va a haber una segunda temporada, porque me parece que no es posible, que teniendo el soundtrack que tiene (Lou Reed, Nick Cave, Youth, etc.), After Life desaproveche la canción homónima de Arcade Fire. Vamos a ver.

 

¹ Me hablas / como desde una distancia / y yo te contesto / con impresiones tomadas de otro tiempo, tiempo, tiempo / De otro tiempo.

² Y voy a estar más volado que un cometa / Extraño tanto la Tierra, extraño a mi esposa.  

 

Título original: After Life. Año: 2019. País: Reino Unido. Temporadas: 1. Episodios: 6. Canal: Netflix. Creador: Ricky Gervais. Director: Ricky Gervais. Fotografía: Martin Hawkins. Edición: Jo Walker. Reparto: Ricky Gervais, Penelope Wilton, David Bradley, Ashley Jensen, Tom Basden, Tony Way, David Earl, Joe Wilkinson, Kerry Godliman, Mandeep Dhillon, Jo Hartley, Roisin Conaty, Diane Morgan.