El Agente Topo (1): Los olvidados

La tarea de Sergio debe guiarse por un enfoque investigativo, pero al igual que Alberdi su inclinación natural lo lleva hacia lo intangible. Aunque sus primeros reportes van en la línea de lo que Rómulo le encargó, el protagonista no tarda en informar sobre cosas más líricas, como la descripción de colores, emociones y sensaciones. Por eso, podemos crear un paralelo entre la labor de la directora y la de este personaje, quienes comparten una inclinación por lo humano y por las cosas difíciles de categorizar. La sensibilidad de Sergio lo convierte en uno de los grandes descubrimientos de la obra, en un compañero preciso para la particular visión de la cineasta, y en un individuo con el que podemos empatizar.

Un aviso en el diario, ese fue uno de los primeros pasos del largometraje El agente topo y lo que le permitió a la directora chilena Maite Alberdi encontrar a su protagonista, Sergio Chamy. El anuncio era poco convencional, ya que informaba sobre un trabajo que requería a un hombre de entre 80 y 90 años, capaz de manejar tecnología, algo extraño para un mercado laboral que trata de evitar a las personas de la tercera edad. Cuando los postulantes se presentan en el lugar indicado, descubren que la tarea es mucho más insólita de lo que sugerían esas exigencias, ya que implica convertirse en un espía, en un agente que deberá infiltrarse en un sitio determinado, recabar información y dar cuenta de lo que observaron.

Todo esto surge cuando el detective privado Rómulo Aitken acepta el caso de revelar las verdaderas condiciones en las que vive la madre de una cliente, quien se encuentra alojada en una residencia para adultos mayores en la comuna de El Monte. Como no puede infiltrarse él mismo debido a su edad, tiene que buscar a otra persona que lo ayude con su misión, y de todos los candidatos Sergio es finalmente seleccionado. El protagonista puede no ser demasiado prometedor como espía, ya que no se caracteriza por la sutileza y tiene algunas dificultades para entender cómo funciona la tecnología moderna, pero es, sin duda, un personaje ideal para la película. Durante los primeros minutos de la cinta vemos, además, que este trabajo también le resulta beneficioso a él, ya que con sus 83 años y a pocos meses de haber enviudado, la posibilidad de participar en una experiencia como esta lo aleja de la rutina y le permite sentirse útil.

La idea de mostrar las condiciones en que funciona un hogar de ancianos no es nueva, y debido al interés noticioso que genera ha sido abordada por varios reportajes de televisión, pero el interés de Alberdi no encaja con ese tipo de trabajos. De partida, existe una profunda diferencia en la forma de esta cinta, que mezcla elementos del documental con los relatos de ficción, llegando incluso a apuntar a su propia calidad de obra audiovisual, en un guiño metaficticio. Además de los cambios en que incurre todo documental, desde la selección de los momentos que registra hasta la forma en que estos son presentados a través del montaje, El agente topo tiene elementos que parecen diseñados por la producción para entregarle un marco más atractivo a la historia, como la mayoría de las interacciones entre Rómulo y Sergio.

Cuando la película muestra al detective explicándole sus labores de espía o los reportes que el protagonista le envía cada día, se nota tal pulcritud narrativa en esos momentos que es difícil ignorar la mano de los realizadores para pulir esas interacciones. Sin embargo, la verosimilitud del relato se extiende a cuestiones más importantes, como las secuencias que transcurren dentro de la residencia, donde la directora captura la idiosincrasia del lugar. Esta es otra diferencia que vemos entre el largometraje y los noticieros, ya que el afán informativo y a veces sensacionalista de esos medios haría imposible que uno de sus reportajes se centre en cuestiones menos delimitadas o “relevantes” como la cotidianeidad, las personalidades y los sentimientos.

La tarea de Sergio debe guiarse por un enfoque investigativo, pero al igual que Alberdi su inclinación natural lo lleva hacia lo intangible. Aunque sus primeros reportes van en la línea de lo que Rómulo le encargó, el protagonista no tarda en informar sobre cosas más líricas, como la descripción de colores, emociones y sensaciones. Por eso, podemos crear un paralelo entre la labor de la directora y la de este personaje, quienes comparten una inclinación por lo humano y por las cosas difíciles de categorizar. La sensibilidad de Sergio lo convierte en uno de los grandes descubrimientos de la obra, en un compañero preciso para la particular visión de la cineasta, y en un individuo con el que podemos empatizar.

El tono de la película es coherente con ese cambio que notamos en el protagonista, primero con una clara predominancia del humor debido a las torpes habilidades de Sergio como espía, y luego a través de una atmósfera más emotiva. La misión del anciano lo ubica inevitablemente en una situación con implicancias personales para él, ya que al estar dentro de un lugar como este se ve enfrentado a algunos temores asociados a la vejez. Si bien es autovalente y mantiene varias de sus capacidades físicas y mentales, no se puede decir lo mismo de los otros residentes, quienes a pesar de compartir el mismo rango de edad se han visto afectados de maneras muy distintas por el paso del tiempo.

Alberdi pudo entrar a la residencia junto a su equipo con la excusa de hacer un documental sobre el lugar, manteniendo en secreto la misión de Sergio y tratándolo como un residente más. Probablemente su largometraje La once (2014), donde registró las reuniones mensuales de su abuela con un grupo de amigas de la infancia, le sirvió a la directora para convencer a la administración de su interés por los adultos mayores y del tipo de historia que quería contar. Al igual que en esa obra, la documentalista se centra en las diferentes dinámicas que se producen entre los personajes, para capturar situaciones que se sientan genuinas, las que son representadas con un mejor ojo técnico y narrativo que el de aquella obra.

Gracias a su forma de mostrar estas situaciones, la obra es capaz de encontrar lo llamativo -y hasta encantador- de cuestiones que para otros directores serían elementos descartables. Alberdi nos presenta una serie de personajes distintivos, con temperamentos singulares, que le otorgan vida al relato. Ya sea la poeta que recita sus versos de memoria, la enamorada que ve en el protagonista la oportunidad para por fin casarse, o la inquieta y escurridiza señora que cuando no está preguntando por su madre fallecida intenta salir del hogar, todas ellas contribuyen a darle una personalidad propia al lugar retratado por la película.

Quizás por la influencia de los programas periodísticos, cuando descubrimos que Sergio debe investigar los supuestos malos tratos que recibe la residente de un hogar de ancianos, nuestra actitud como espectadores consiste en prepararnos para lo peor. Sin embargo, una de las sorpresas de la obra es que pese a las sospechas de la cliente el lugar donde se encuentra su madre no es un infierno. El agente topo parte con un misterio, pero a medida que el relato avanza el nudo se desenreda y lo que encontramos es algo menos predecible. Las soluciones inequívocas y las distinciones entre buenos y malos no pertenecen a una historia como esta, que prefiere resaltar los matices, apreciar los detalles, para tratar aspectos más delicados.

No todos los temas que explora la cinta son desarrollados por medio de perspectivas desconocidas o muy originales, pero incluso tratándose de cuestiones familiares el impacto emocional que Alberdi logra durante el último tercio del metraje es sobresaliente. Ver a alguien marchitarse frente a nuestros ojos, perder eso que alguna vez le fue tan básico, es desgarrador. Los efectos negativos de la edad son inexorables, pero si a eso le sumamos tener que pasarlos en soledad, el resultado es aún más doloroso; algo que la película muestra con agudeza, por ejemplo, en la escena de un funeral donde los únicos asistentes son los trabajadores del hogar y los demás residentes. Es ese el gran mal que encuentra Sergio, uno que no depende de la residencia donde se infiltró sino que de las familias de esos ancianos.

Título original: El agente topo. Dirección: Maite Alberdi. Guion: Maite Alberdi. Casa productora: Malvalanda, Micromundo, Motto Pictures, Sutorkolonko, Volya Films. Producción: Marcela Santibañez. Fotografía: Pablo Valdés. Montaje: Carolina Siraqyan, Menno Boerema, Sebastián Brahm. País: Chile. Año: 2020. Duración: 90 min.