El soltero de la familia: Entrañable patetismo

El documental en primera persona es un género que poco a poco está llegando al punto de ser casi un cliché por sí mismo, un tipo de cine en el cual el ojo se vuelve hacia sí mismo, para dar cuenta del presente, de una generación, de una memoria colectiva, sobre todo en los escasos ejemplos que hay dentro del cine chileno (la mayor parte de este tipo de documentales se restringe a cortometrajes e involucran temas familiares y el uso de archivo), pero en el caso del primer largometraje de Daniel Osorio, su actitud respecto a sí mismo es completamente performática.

Específicamente me refiero a que Osorio es el director y protagonista de esta película en todo momento, y es él quien se pone dentro del cuadro en cada segundo para exponerse como lo que es, sin atisbos iniciales de vergüenza o de timidez con respecto a su posición frente al mundo como un ser que vive su soledad y soltería con aparente absoluta felicidad. Es una película valiente, ya que no evita ninguna de las preguntas inherentes del género que podrían surgir debido al hecho mismo de dirigir la cámara hacia sí, algo que no todos se molestan en responder.

Porque es obvia la intención, el interés y la necesidad de ver una película como Allende mi abuelo Allende (Marcia Tambutti, 2015) puesta desde un punto de vista familiar y personal, mientras que resulta absolutamente natural cuestionarse la necesidad de ver el documental sobre un director de cine que se graba a sí mismo y a sus cercanos, tratando de vislumbrar el porqué de su soltería, que para muchos les parece extraña y hasta desaconsejable. Pese a la actitud de Daniel Osorio en la que ni él sabe por qué hace la película, por qué se graba, por qué se enfrenta al resto bajo ese punto de vista, e incluso en un momento dice que hace la película “porque es para lo que me dieron plata los fondos”, es que hay una atracción que resulta natural hacia un personaje que expone su patetismo de manera tan explícita, y finalmente la razón para ver la película y si resulta valiosa es porque retrata a un personaje entrañable y, como él mismo dice cuando le preguntan por tal motivación de registrarse: provoca identificación.

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Muchos cuestionarán y se cansarán del juego metalingüístico, en donde el acto de filmar y de estar escribiendo el guión del documental es puesto en escena, pero es clara que la construcción del creador desinteresado en su propio “problema” es una pose más que indica el nivel de construcción creativa y de montaje que hay en el guión. Basta con sólo pensar que si el director mismo no le importara tanto el ser soltero, como repite tantas veces, y le molesta el que no tenga esposa o pareja, no habría hecho una película en torno a ese dilema, y no habría gastado todo ese tiempo en realizar una cinta que es genuinamente divertida y emocionante.

Hay una secuencia en particular que termina con un plano en vacío que me dejó pensando mucho más que muchas de las películas chilenas de ficción y documental que he visto este año. Cuando Daniel Osorio camina por una vereda con lo que él denomina su “amor platónico”, la cámara es puesta a un extremo de la calle y ellos se acercan hacia ella. De improviso, y claramente sin que Osorio haya sabido, ella saca una carta que él le había escrito hace tiempo y la empieza a leer. El director mira a la cámara para asegurarse que están en cuadro y al mismo tiempo esconde su cara y le pide que pare de leer pues le da vergüenza. Una vez terminada la carta y los comentarios que hacen, ambos salen de cuadro. La cámara se queda fija en el muro contra el cual se encontraban hablando. El encuadre se mantiene ahí, un par de momentos más de lo que sería necesario, lo suficiente para dar a lugar la sensación de incomodidad y que genera la impresión de que se trata de una realidad develada; que pese a la impostación, pese a la guionización de la realidad, pese a toda construcción sobre la realidad -la cual me parece admirable-, hay un atisbo de realidad, de un sentimiento genuino que escapa a todo eso: ahí es donde está la real conexión e identificación con el espectador.

Jaime Grijalba

Nota comentarista: 8/10

Título: El soltero de la familia. Dirección: Daniel Osorio. Guión: Daniel Osorio, Ana María Lara. Fotografía: Diego Pequeño. Edición: Valeria Hernández. Sonido: Eric del Valle. País: Chile. Año: 2015. Duración: 60 mins.