Memorias, rescates (4): Mi Vida con Carlos (Germán Berger, 2009) y Ecos del Desierto (Andrés Wood, 2013)

“Como si la persistencia en la memoria fuera solo una manía”

Dos producciones casi simultáneas que abordan desde distintas ópticas la muerte y desaparición del abogado y periodista comunista Carlos Berger junto a otras 95 personas, en el terrible caso Caravana de la Muerte, que tuvo lugar en Chile durante tres días de octubre de 1973, luego del golpe militar del 11 de septiembre del mismo año.

Mi Vida con Carlos es el documental autobiográfico de Germán Berger-Hertz, hijo de Carlos Berger y la abogada de derechos humanos y de la Vicaría de la Solidaridad Carmen Hertz. Germán Berger en una suerte de carta visual a su padre, se dedica a reconstruir la vida -de una figura ausente físicamente- de este padre inalcanzable para él, a través de fotos, archivos familiares y de prensa, y de los recuerdos de su madre y dos tíos paternos.

Luego de la muerte y desaparición de Carlos Berger, la vida de esta familia toma distintos rumbos tanto físicos (cambios de país de residencia, cambios laborales, cambios estructurales de las mismas relaciones familiares), como sicológicos o personales (Germán tenía un año cuando fallece Carlos, Carmen Hertz no vuelve a formalizar una relación de pareja, los hermanos de Carlos no vuelven a verse en años y pierden el contacto también con Carmen), lo que, como historia conocida y familiar en nuestra historia nacional, también para ellos la dictadura y en particular La caravana de la muerte, terminó por fragmentar a su familia y a su historia. Para Germán estos pedazos o fragmentos de la historia y de Carlos, que reconoce a través de fotografías, videos grabados en 8mm y relatos –en un comienzo demasiado austeros para una persona deseosa y esperanzada por conocer la vida de su padre- finalmente son los únicos recursos para crear simbólicamente una imagen paterna y de esta manera aportar a la memoria colectiva de Chile.

Pero el documental supera los límites de lo autobiográfico, ya que el caso de Carlos Berger y la Caravana de la muerte y la lucha judicial, política y moral de Carmen Hertz es un episodio reciente y latente en la historia nacional. Sin embargo, no es solo por lo evidente, sino, por el espacio que se han tomado los documentales autobiográficos en el escenario cinematográfico nacional, en que a través de la historia personal y particular de sus protagonistas, se reflexiona desde el presente sobre un pasado-presente que influye inconsciente e indistintamente a la mayoría de los chilenos, independiente del lado de la zanja en que nos encontremos. Por mencionar algunos: El Edificio de los Chilenos de Macarena Aguiló, La Quemadura de René Ballesteros, Reinalda del Carmen de Lorena Giachino, Calle Santa Fe de Carmen Castillo, El Eco de las Canciones de Antonia Rossi, etc. Mi Vida con Carlos, es una apuesta por la recuperación de los archivos y de las historias (personales y colectivas) y tiene la premisa de que la memoria también se construye en el presente, y no es solo un salvoconducto para hablar de temas delicados, no resueltos y no discutidos pública y políticamente, aún luego de 40 años del golpe militar.

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A través del montaje de Andrea Chignoli, también montajista de Ecos del Desierto, hay una notoria persistencia en ciertas imágenes de archivo, por ejemplo, en uno de los primeros planos del documental que es un archivo de video casero en que aparece Carlos Berger en su adolescencia, lanzándose al mar, lo que permite un nexo ineludible con otra imagen reiterada en varias ocasiones en la miniserie de Andrés Wood, en que Carlos y Carmen junto a un recién nacido Germán, están en alguna desértica playa nortina, y Carlos se lanza (nuevamente) hacia el mar y por unos segundos desaparece ante la mirada desesperada de Carmen, luego esta escena será el continuum de la serie (y de la vida de Carmen finalmente): Carlos desapareció, al parecer en la profundidad y vastedad del mar, para hasta el día de hoy aun no ser encontrado.

Mi Vida con Carlos y Ecos del Desierto, entonces, no solo comparte el eje central que es Carlos Hertz, su muerte y desaparición, y el caso judicial Caravana de la Muerte encabezado por Carmen Hertz, sino que por lo que es posible observar en la disposición de la información, de la historia, de los archivos, hay un proceso de edición más o menos similar, no obstante, hay ciertas características particulares en estos trabajos, que cabe destacar. En Mi Vida con Carlos, hay una apuesta por el material, a través del montaje visual y en directa conexión con el sonido, y al ser una constante en el documental, las imágenes y fotos familiares de Carlos, Carmen y Germán, flotando en agua y el mar simbolizando lo etéreo, lo infinito, lo inabarcable, pero también como se sugiere en otros documentales autobiográficos como La Quemadura, pareciera que el agua por su característica del fluir, tiene la potencialidad de curar ciertas heridas.

En Ecos del Desierto, se plantea una propuesta de montaje no lineal, pionera en televisión (ya lo habíamos visto en la película Violeta se fue a los cielos), en que hay elipsis de años, hacia el pasado y de vuelta a un presente también pasado (2001), lo que me parece una destacada apuesta, en la medida que la serie llegó a muchos espectadores (televidentes) y de esta manera desestructura ciertos cánones tradicionales de narrativas cinematográficas en televisión, particularmente.

Ambas propuestas cinematográficas son narradas entonces, desde un presente sobre el pasado, Ecos del Desierto transcurre hasta el 2001 (fallo a favor por caso Caravana de la Muerte por la mayoría de los imputados, pero no por Pinochet), y Mi Vida con Carlos es narrada desde el presente de Germán junto a su familia y su vida en Barcelona. Así mismo, en ambas propuesta hay un importante y delicado tratamiento de los archivos, lo que en el caso de Ecos del Desierto, al ser una serie ficcionada sobre documentos e historias reales, implica efectivamente un gran soporte y sustento de realidad.

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Al ver el documental autobiográfico de Germán Berger es inevitable ligarlo con la serie de ficción, ya que en definitiva concentran la misma historia, que tienen a Chignoli como montajista en común, que utilizan muchos archivos e imágenes similares, pero con distinto tratamiento, y en que hay una exposición parecida de los espacios abiertos (el mar, el desierto), y considerando por supuesto que el documental es autobiográfico y la narración en primera persona,  Mi Vida con Carlos, supera en muchos aspectos la ficción, aportando desde una óptica familiar y estrecha a la historia que se intenta retratar y construir. Cómo había mencionado, recuerdos y archivos familiares y muy personales, hacen eco sobre la historia de un país brutalmente dividido y fragmentado en pequeños o grandes trozos y recuerdos de historia, como es el caso de Carlos Berger y los 96 muertos en la Caravana de la muerte, como también lo es la lucha de Carmen Hertz y el importante trabajo de la Vicaría de la Solidaridad.

La serie de Wood es una ficción de los hechos reales, donde hay omisión de ciertos personajes (hermanos de Germán Berger, que en el documental tienen un determinante protagonismo), en que hay un romanticismo inminente a cierta construcción de la memoria, evidenciado en los largos primeros planos en el desierto, mirando el mar, en el estudio de los casos judiciales, etc. de las dos actrices que personifican a Carmen Hertz, (Maria Gracia Omegna, en el 73 y  Aline Kuppenheim en la madurez). No obstante, se reconoce la relevancia política de Ecos del Desierto al instalarse como una de las pocas series, -dentro del “bombardeo” mediático de información muchas veces inescrupulosa, morbosa y arbitraria, de la cual fuimos presa dócil e ingenua durante la primera quincena de septiembre en los canales nacionales- que efectivamente se hizo cargo de desenterrar un capítulo de nuestra dolorosa historia reciente, desenmascarando ante una importante audiencia televisiva y a lo largo del país, a personajes sórdidos de carne y hueso, como lo son Sergio Arellano Stark, Sergio Arredondo González, Pedro Espinoza Bravo, Marcelo Moren Brito, Armando Fernández Larios, entre otros, que protagonizaron hechos deleznables, como la matanza y el ensañamiento del que fueron víctimas 96 personas en el caso Caravana de la muerte. Ecos del Desierto logra de esta manera posicionarse como una apuesta por la recuperación y construcción colectiva de la memoria y como una propuesta cinematográfica atrevida en términos narrativos y visuales para la televisión que conocemos.

Por: Carla Olivares