Pacto de fuga (2): Una salida a cucharadas

Pacto de fuga narra una fuga de presos políticos desde la Cárcel Pública, a días que finalice la dictadura de Pinochet. Albala podría haberse quedado ahí, en un trabajo militante de narrar un hecho político, que lo fue. Pero decide ir mas allá.

Pacto de fuga es una película chilena que sorprende por su factura técnica y su bien logrado desarrollo argumental. Proponer un film cuyo final todos conocemos de antemano, como le sucedió a los espectadores norteamericanos que seguían la muerte de Lincoln en El nacimiento de una nación (1915), de David Griffith, era agregar un desafío adicional. Había que buscar por otro lado que no fueran los “hechos reales”. O sea, había que crear un espacio imaginativo, derechamente ficcionar. Y es lo que consigue David Albala en su primer largometraje de ficción, con un manejo cinematográfico que me hizo recordar al cortometraje Un héroe llamado José (1998), en el que Jorge Olguín como estudiante de Arcis dirigía la representación de un grupo guerrillero en un encierro agobiante (temas que luego echamos de menos en su filmografía). Las mismas armas para relatar que tiene Ernesto Díaz en Mirageman (2007); films que fluyen dentro de un espacio lúdico, totalmente imaginado, pero efectivo.

Pacto de fuga narra una fuga de presos políticos desde la Cárcel Pública, a días que finalice la dictadura de Pinochet. Albala podría haberse quedado ahí, en un trabajo militante de narrar un hecho político, que lo fue. Pero decide ir mas allá. Toma la fuga como producto de una comunidad que quiere burlarse de sus guardianes. Se estructuran así dos mundos paralelos y estancos; por un lado los guardianes que ignoran que sus detenidos estén fraguando un escape; mientras el otro mundo encerrado adquiere una autonomía envidiable, con sus jefes y planes, con sus secretos que alcanzan a sus compañeros de celda, con los líderes que deben planificar la extracción de toneladas de tierras a cucharadas. La empresa se torna una odisea que requiere de un cerebro planificador más que de un jefe político, rol que cumple perfectamente Benjamín Vicuña.

Albala logra que el mundo encerrado sea un espacio solvente y bien constituido, que muestre tensión y desavenencias, pero más que nada, disciplina para centrarse en el objetivo que se persigue. Como una orquesta que interpreta bien su concierto, el montaje del film es una interpretación lograda, con el ritmo de un thriller, con el tiempo de la paciencia. El resultado es precisamente conocer la mecánica que sigue un escape exitoso, que no se compone solo de decisión, pura voluntad, sino también de una inteligencia y persistencia para sacar la empresa adelante. El film se vuelve muy atingente para los tiempos por los que pasa la sociedad chilena. De cómo un grupo humano llega a ser una comunidad viva buscando una salida colectiva a un atascadero, a cucharadas.  

 

Título original: Pacto de fuga. Dirección: David Albala. Guion: Cecilia Ruz, David Albala, Loreto Caro-Valdés, Susana Quiroz-Saavedra. Casa productora: Calibre 71, Grey Capital, Storyboard Media. Productor General: Marcelo Merino. Producción Ejecutiva: Carlos Núñez, Gabriela Sandoval. Fotografía: Jorge González Vasquez, Kako Correa. Montaje: David Albala, José Córdova-Llanos. Música: Juan Cristóbal Meza. Reparto: Benjamín Vicuña, Roberto Farías, Amparo Noguera, Francisca Gavilán, Víctor Montero, Willy Semler, Mateo Iribarren, Diego Ruiz, Eusebio Arenas, Patricio Contreras. País: Chile. Año: 2019. Duración: 135 min.