Parío y criao: Marginalidad adolescente

Si bien la intención de la película es retratar una realidad dura de la inmigración, por momentos se pierde frente a la superficialidad y frialdad de Yorman, quien solo le interesa jugar futbol. Incluso, ni siquiera ve esa posibilidad como una forma de sacar a su familia de la pobreza, sino que simplemente le sirve para demostrar “que es el mejor”, competir con adolescentes chilenos y jugar en una liga no profesional. El mundo de Yorman es aparentemente impermeable a la realidad que le rodea.

En los últimos años ha resurgido una pequeña producción proveniente del norte del país. Si bien estas zonas extremas han sido representadas en varios documentales, recientemente han aparecido o están por aparecer varias ficciones que buscan retratar ciertas realidades particulares del extremo norte de Chile. Una de las primeras películas en abordar esto es el debut de Jorge Donoso, Parío y criao, estrenada en el FICValdivia del año pasado (2019) en la competencia juvenil.

La película cuenta la historia Yorman (Yorman Betancourt), un adolescente colombiano que vive en una toma de terreno en Antofagasta. La primera intención de la película es instalar esta imagen de marginalidad y precariedad en que viven muchos inmigrantes en Chile. Yorman vive con su abuela quien trabaja como empleada de casa particular, a la cual no le alcanza el dinero para arrendar un mejor lugar y al mismo tiempo enviar dinero a Colombia.

La historia acá presenta dos puntos de vista de la misma realidad. La abuela de Yorman migra a Chile en busca de mejores oportunidades para su nieto y para poder enviar dinero a su hija enferma en Colombia. Es ella la que debe lidiar con los abusos habituales del que se dice administrador de la toma, con los trámites legales para que su nieto obtenga la residencia y, al mismo tiempo, con la indiferencia y displicencia de Yorman. Por contraparte, Yorman solo siente vergüenza por la casa en que vive y le pide a su abuela que se cambien de hogar, porque “la casa es fea” y por eso no invita a su novia a visitarlo.

Si bien la intención de la película es retratar una realidad dura de la inmigración, por momentos se pierde frente a la superficialidad y frialdad de Yorman, quien solo le interesa jugar futbol. Incluso, ni siquiera ve esa posibilidad como una forma de sacar a su familia de la pobreza, sino que simplemente le sirve para demostrar “que es el mejor”, competir con adolescentes chilenos y jugar en una liga no profesional. El mundo de Yorman es aparentemente impermeable a la realidad que le rodea. Y eso resulta problemático, ya que para él no es invisible su realidad, pero parece no importarle. Yorman resulta ser un adolescente que le gusta ser centro de atención, que deriva de su talento innato para el fútbol, pero que se ve opacado por el entorno físico en que vive y por las dificultades de su novia para contar sobre su relación a sus padres.

Algo muy interesante es que Parío y criao abre nuevamente un vínculo que se había perdido en la ficción chilena, que es la vinculación del futbol con la pobreza y la exclusión. El fútbol se ve como un deporte popular, de masas, donde todo radica en si tienes talento o no. Es más, la rivalidad que tiene Yorman con un adolescente chileno comienza como un enfrentamiento, pero al momento que comienzan a jugar en el mismo equipo recién comienzan a hacerse explícitos otro tipo de diferencias (económicas y sociales).Si bien existen películas donde esta relación es más cercana a la idea de la identidad o de la falta de oportunidades, en Parío y criao el futbol es más bien ilustrativo, una anécdota que no alcanza a ser realmente relevante ni para Yorman, ni para la historia en sí. Sabemos que él juega bien al fútbol, pero tampoco existe una profunda motivación en él más que la de ser aplaudido por sus compañeros y su novia.

De cierta forma, Parío y criao se queda en un retrato momentáneo, que no logra explorar con mayor profundidad los problemas que se propone. A ratos los diálogos resultan demasiado informativos y repetitivos, y no permiten que los personajes ahonden en los conflictos adolescentes, en los abusos o el racismo. Todo es muy explicativo. Ejemplo de eso es la banda sonora, cuyas letras son sumamente explicitas y funcionales para cada momento de la trama. El problema radica en que por momentos la película resulta muy televisiva en términos de presentación de la historia y conflictos y se aleja del estilo más realista (o neorrealista como algunas críticas han dicho) que se propone en un principio.

 

Título: Parío y criao. Dirección: Jorge Donoso. Guion: Iván Ávila. Producción ejecutiva: Alejandro Ugarte, Iván Huidobro. Fotografía: Patricio Farías. Montaje: Danielle Fillios. Dirección de arte: Karla Ramos. Sonido: Rubén Jeraldo. Música: Fernando Alvarado. Elenco: Yorman Betancourt, Carmenza Flores, Nicolás de Terán, Ornella Rocco Cancino. País: Chile. Año 2019. Duración: 77 minutos.