Cine en cuarentena (16): Frantz Fanon: Black Skin, White Mask. Abismos ficcionales de la experiencia vivida

Frantz Fanon: Black Skin, White Mask se establece como un recorrido por el itinerario biográfico de Fanon que camina de la mano de una afanosa indagación sobre distintos momentos del libro Piel negra, máscaras blancas. No es incongruente decir que Isaac Julien lo elige porque sabe que ahí se desprende una autobiografía donde los diversos momentos de eso que Sartre llamaba situaciones hablan de la experiencia de un cuerpo racializado en un mundo que se le revela sumamente hostil. Dicha experiencia es la del mismo Fanon y por eso que cruzar algunos pasajes de libro con diversas dramatizaciones de su vida se convierte en un recurso narrativo frecuente de la exploración que propone Julien. 

Hace algunas semanas el Goethe Institut de Salvador de Bahía, Brasil, puso a disposición la docuficción Frantz Fanon: Black Skin, White Mask (1996) de Isaac Julien, realizador cinematográfico y artista visual que reside en Inglaterra. Como su título lo advierte, este filme se detiene en una de las figuras más importantes del pensamiento anticolonial de la segunda mitad del siglo XX, el psiquiatra martiniqués Frantz Fanon, e intenta indagar en una de sus obras más conocidas: Piel negra, máscaras blancas de 1952. Para entender la relevancia y los elementos discutibles de este acercamiento que hace Julien a la vida y al trabajo de Fanon es necesario primero advertir dos cuestiones.

Por un lado, que gran parte del trabajo de Julien consiste en un intento de explorar las dimensiones subjetivas, afectivas y estéticas del cuerpo negro racializado. Se trata de una obra extensa donde no ha sido menor la elaboración ficciones, documentales y docuficciones dedicadas a este ejercicio y en la que una estrategia usual es el acercamiento a la vida y el trabajo de diversos escritores, artistas y pensadores afrodescendientes y antirracistas[1]. Por otro lado, que Fanon es un pensador cuya inquietud principal en Piel negra, máscaras blancas es el problema del cuerpo del negro colonizado de las Antillas.

Realizado como un intento de su tesis de grado en psiquiatría -que posteriormente fue reemplazado por un trabajo más convencional de investigación neurológica-, Piel negra, máscaras blancas es un ensayo donde Fanon intenta desmenuzar críticamente la relación maniquea y jerárquica entre el blanco y el negro. Que el universo discursivo de este libro esté habitado por la fenomenología existencial de Sartre, el psicoanálisis, la dialéctica de Hegel, la poesía de la negritud y la crítica anticolonial de Césaire, habla de las inquietudes intelectuales que cruzaron la vida de Fanon y del carácter heteróclito de su propia escritura.

No deja de ser interesante, entonces, ver que para llegar a la conclusión de que el cuerpo del negro se encuentra cultural e históricamente alienado sólo cuando está frente a la presencia de un otro blanco, Fanon recorre un camino teórico y epistemológico particular, donde las lealtades disciplinarias son algo escaso y en el cual la experiencia personal, subjetiva y existencial de su propio cuerpo racializado ocupa un terreno importante. Para conseguir eso, Piel negra, máscaras blancas parte de una premisa que resulta reveladora hasta el día de hoy: el cuerpo del negro en el marco del colonialismo interioriza una inferioridad racial e histórica por medio de un proceso llamado “epidermización”. Fanon muestra el carácter mortífero y racista de este fenómeno, cuya característica principal es la de convertir a la piel en el núcleo central de la organización del mundo colonial.

Frantz Fanon: Black Skin, White Mask se establece como un recorrido por el itinerario biográfico de Fanon que camina de la mano de una afanosa indagación sobre distintos momentos de ese libro. No es incongruente decir, entonces, que Julien lo elige porque sabe que ahí se desprende una autobiografía donde los diversos momentos de eso que Sartre llamaba situaciones hablan de la experiencia de un cuerpo racializado en un mundo que se le revela sumamente hostil. Dicha experiencia es la del mismo Fanon y por eso que cruzar algunos pasajes de libro con diversas dramatizaciones de su vida se convierte en un recurso narrativo frecuente de la exploración que propone Julien. 

Para un lector de Fanon este recurso resulta sumamente sugerente debido a que son casi inexistentes los registros audiovisuales en los que él aparece. La dramatización de la célebre escena del capítulo La experiencia vivida del negro de Piel negra... donde una niña que mira a Fanon le dice asustada a su madre “mamá, mira ese negro, ¡tengo miedo!” cala en el decurso narrativo de esta docuficción para darle solidez a las diversas entrevistas de quienes se han dedicado a abordar y problematizar el trabajo del autor: Stuart Hall destaca las zonas más fecundas de Piel negra…, entre ellas la lectura crítica de la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, y el problema de no reconocimiento del negro; Homi Bhabha rescata a Fanon como un autor que piensa críticamente las ambivalencias de identidad, dando cuenta de cómo Piel negra… tiene un lugar destacado dentro de crítica cultural y la teoría poscolonial. Tiene también sentido cuando se ficciona a Fanon de niño leyendo el libro Je suis Martiniquaise (1948) de Mayotte Capécia, ya que deja entrever un contrapunto interesante con las declaraciones de una escritora feminista como Maryse Condé.

Cabe destacar que este recurso le sirvió a Julien en trabajos anteriores. En Looking for Langston (1989), por ejemplo, donde se detiene en la obra de uno de los escritores más canónicos del Renacimiento de Harlem, Langston Hughes, entrecruza dramatizaciones en blanco y negro -donde el cuerpo ocupa un lugar central- con pasajes de las escrituras de autores y activistas como James Baldwin y Essex Hemphill, entre otros. Tanto en Looking for a Langston como en Frantz Fanon: Black Skin, White Mask, el cuerpo racializado y su cuidada representación opera a la manera de un elemento que logra unir partes, declaraciones, montajes, archivos y relatos ficcionados que asumen entre sí una coherencia argumental y por momentos pedagógica que resulta relevante para quienes desconocen la obra de los autores retratados.

De manera particular, en Frantz Fanon: Black Skin, White Mask las apariciones de uno de los hijos de Fanon, Oliver, y de uno de sus hermanos, Joby Fanon, no pierden peso al lado de las entrevistas de intelectuales como  Hall o Bhabha, ya que trazan una revisión profunda e íntima de la vida del autor: sus estudios en Lyon, sus cercanías con Sartre y Simone de Beauvoir, su trabajo en el Hospital Psiquiátrico de Blida-Joinville en Argelia y su relación con el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN) dan cuenta no sólo de una vida conmovida por las urgencias políticas de su tiempo y por intentar transformar un mundo que para el cuerpo del negro y para el colonizado -el damnés- se le aparece como inhumano, sino también de aquello que el escritor martiniqués Édouard Glissant señala acerca de que Fanon es el único de los intelectuales antillanos en haber pasado a la acción a través de su adhesión a la causa argelina.

Las apariciones de Alice Cherki, psicoanalista que trabajó con Fanon y autora de una de las biografías más completas sobre él, y de Raphaël Confiant, escritor martiniqués y uno de los autores del famoso Elogio a la Creolidad, dan paso a un segundo momento de Frantz Fanon: Black Skin, White Mask donde el eje gira sobre el trabajo póstumo y más conocido del autor: Los condenados de la tierra de 1961. De ahí se desglosan las lecturas de Fanon sobre el proceso de la guerra de Liberación de Argelia, la violencia del colonizado y el papel de la mujer argelina en la guerra colonial, a las que se les suman escenas de la película La batalla de Argelia (1966) de Guillo Potecorvo junto con la representación de un Fanon que aparece alzando una bandera argelina. El énfasis que se le da a su encuentro con Sartre y Simone de Beauvior en Roma antes de que muriera abre un instante de su biografía que es posiblemente uno de los más oscurecidos, pero también uno de los más conmovedores ya que habla de intereses y entusiasmos comunes entre autores geoculturalmente distantes, aunque filosóficamente cercanos.

No obstante, es necesario señalar que Julien, si bien toma en un primer momento el riesgo de trazar una lectura introspectiva sobre el talante subversivo del análisis cultural e histórico de Fanon sobre las identidades binarias producidas por el racismo moderno, finalmente cede ante la necesidad de mostrarlo como un pensador ligado estrictamente a un determinado periodo histórico. Esta elección, sin embargo, no opaca el valor de Frantz Fanon: Black Skin, White Mask como una película que nos permite ingresar a una obra que desafía, hasta el día de hoy, las representaciones raciales, la estabilidad de las identidades poscoloniales y el carácter universalista y etnocéntrico del pensamiento moderno.  

A pesar de que hace unos pocos años se estrenó el documental Concerning Violence (2014) del realizador sueco Göran Olson, donde se conjugan distintas imágenes de archivo sobre los procesos de liberación nacional africanos con pasajes de Los condenados de la tierra, la docuficción de Julien consigue ser un acercamiento honesto y atento a la vida, la producción intelectual, el trabajo clínico y político de Fanon que, si bien no se inclina hacia una propuesta experimental y ensayística como la de Olson, sobresale por incorporar un arco variopinto de géneros que conviven con entrevistas capaces de surtir un panorama más que fecundo sobre uno de los autores caribeños anticoloniales más importantes del siglo XX. Con todo, una película que se detiene en una escritura que intentó subvertir ese racismo que tiñe aún nuestro presente de las formas más brutales.

 

Título original: Frantz Fanon: Black Skin, White Mask. Dirección: Isaac Julien. Guion: Isaac Julien, Mark Nash. Reparto: Colin Salmon, Halima Daoud, Noirin Ni Dubhgaill, Amir M. Korangy, Stuart Hall, Françoise Vergès, Homi K Bhabha, Olivier Fanon, France-Lye Fanon, Joby Fanon, Felix Fanon, Mohammed Harbi, Alice Cherki, Maryse Condé, Raphael Confiant. País: Reino Unido. Año: 1996. Duración: 70 min.


[1] Posiblemente se puede comparar el trabajo de Julien con el de Marlon Riggs, quien fue uno de los artistas y cineastas que a fines de los 80 y principio de los 90 dentro de Estados Unidos se atrevió a indagar de manera radical la interseccionalidad entre la dimensión espacial del cuerpo, la crítica al racismo cultural y la literatura gay, intentando desmitificar los prejuicios raciales y sexuales de la historia norteamericana en su corto Tongues Untied (1989).