Bajo sospecha: zokunentu. Una historia familiar, una historia del pueblo Mapuche

Al hablar de la propia historia como una historia de despojo, Díaz no puede eludir los golpes a los que ha sido sometida su familia por ser mapuche y obrera, es por eso por lo que decide hablar de ello desde el arte contemporáneo, donde su tío, el artista Bernardo Oyarzún, se vuelve central.

El cine documental chileno tiene una larga trayectoria que se remonta a los inicios de la nación. Ahí encontramos las primeras cintas fílmicas que muestran un pedazo de realidad cotidiana, como Una cueca en Cavancha (1897) de Luis Oddó o los Funerales de Luis Emilio Recabarren (1924) de Carlos Pellegrín. Pero no es sino a mediados del siglo XX, donde el cine documental adquiere mayor peso autoral con la incorporación de la narración y el punto de vista. Ahí podemos destacar Mimbre (1957) de Sergio Bravo, cuya propuesta estética se desarrolla mostrando la vida cotidiana de la clase popular y trabajadora en relación con sus artes y oficios. Con esta idea del retrato de la vida cotidiana y popular explorada por el cine documental chileno, quisiera hablar de cómo teje la historia familiar la película Bajo sospecha: zokunentu (2022) del director y guionista Daniel Díaz.

Bajo sospecha: zokunentu es un documental narrado en primera persona por Díaz, en lengua mapudungún, donde expresa que va a contar su historia y la de su familia, que ha estado atravesada por la violencia estatal y por la violencia de la sociedad chilena. Para llevar a cabo su cometido, Díaz se sumerge en su intimidad, abre sus archivos audiovisuales y fotográficos e imagina diálogos con su abuelo y también con los pájaros y la naturaleza. De esta manera sostiene una conversación imaginaria con su chachai, a quien le pregunta si son mapuche, respondiéndole que no, que ellos son chilenos. Así también habla con una bandurria y le pregunta sobre sus antepasados, pero esta le dice que “hace mucho tiempo dejaron de hablarnos”. Es así como el punto de vista del narrador va mostrando el despojo en relación con su historia familiar y al mismo tiempo nos convoca a ver la reconstrucción de esta historia fragmentada. Al respecto, el narrador expresa: “Hoy la lengua es un camino de reconstrucción. Muchos no tenemos dónde volver, ni en el tiempo, ni en el espacio. Vivir otra lengua es la única manera de habitar todo este inmenso despojo”.

Al hablar de la propia historia como una historia de despojo, Díaz no puede eludir los golpes a los que ha sido sometida su familia por ser mapuche y obrera, es por eso por lo que decide hablar de ello desde el arte contemporáneo, donde su tío, el artista Bernardo Oyarzún, se vuelve central. Entonces, a partir de la revisión de la trayectoria artística de Oyarzún, quien es el que estimula en la familia la búsqueda de sus orígenes pese a no llevar apellidos mapuche, es que el narrador se lanza a hablar de violencia racista.

A partir de la obra de Oyarzún, el narrador habla de arte contemporáneo, que entiende como “armar un rompecabezas”, en el sentido de realizar una búsqueda de conexiones, tal como ha tenido que hacerlo para encontrar su origen. Esta idea no dista de la definición propuesta por su tío cuando afirma que “las obras son un gran intersticio que uno puede abrir. [Donde] aparecen luces de todo tipo, señales [y] la gente sale un poco distinta”. Es decir, el arte contemporáneo es un conjunto de operaciones semióticas, desarrollado a partir de una investigación, que muestra preguntas que “desordenan” lo establecido, por lo que los espectadores se vean impulsados a desaprender el sentido común y enfrentarse a nuevos aprendizajes.

Deteniéndose en las primeras obras de Oyarzún, Díaz revisa desde el autorretrato como delincuente en la obra Bajo sospecha (1998) hasta la fotografía como modelo exótico en Cosmética (2008), pasando por la performance del hombre de Vitrubio en Proporciones del cuerpo (2003), dando cuenta cómo emana la violencia del poder estatal y de la sociedad chilena en arquetipos racistas, que evidencian algunas de las razones por las cuales el abuelo del narrador sabiamente ha preferido silenciar sus orígenes. Las obras muestran el peligro que significa aun hoy ser mapuche frente a la policía, el estado y la sociedad. Son los insultos, las detenciones por sospecha, las inculpaciones de robo, la tortura de la policía y las negligencias médicas, entre otras, las violencias que siguen acechando al pueblo Mapuche.

Sin embargo, y pese a esta revisión de la propia historia marcada por la violencia, la película muestra también la reconstrucción de su ascendencia materna en la recuperación de los apellidos de sus bisabuelas Graciela Millaris Donoso y Pascuala Santana Nail. Si bien ellas no pudieron heredar sus apellidos, sí transmitieron e impulsaron diversas artes en sus descendientes, como el tejido a telar de mantas y ponchos, el tejido de figuras de animales y vegetales, la cocina de empanada nativa, la carpintería, el trabajo con la tierra, la dirección de cine y el arte contemporáneo. Estas diversas artes junto al mapudungún, a la naturaleza y a sus ancestras y ancestros, le permiten a Díaz contar su historia, que es también una historia del pueblo Mapuche y una historia del pueblo en Chile.

 

Título original: Bajo sospecha: zokunentu. Dirección: Daniel Díaz. Guion: Daniel Díaz. Investigación: Daniel Díaz, Cristian Jesús Mellado. Fotografía: Valeria Fuentes. Montaje: Tania Araya, Daniel Díaz. Sonido: Cristián Cosgrove. Con la participación de: Bernardo Oyarzún, Daniel Díaz, Reimberto Oyarzún, Hilda Ruiz. País: Chile. Año: 2022. Duración: 68 min.