Borg McEnroe: Batallas fuera de juego

El mundo de las biopic ha tenido tantas lecturas como narrativas para aproximarse a las vidas de quienes representan. Mientras algunas dictan su relato desde la grandilocuencia de la imagen, en busca de lo “épico” y el despilfarro de sentimientos en cámara, otras tratan de hacer lecturas más contenidas pero igualmente intensas. Estos filmes se mueven independientes de las virtudes, existentes o no, de sus protagonistas; apelan más al inconsciente colectivo que a la realidad de las situaciones y, de hecho, podría decirse que dotan de imágenes a ese inconsciente. Ya sea en un drama intenso como Walk the Line (James Mangold, 2005) o en experiencias menos ortodoxas como I’m Not There (Todd Haynes, 2007), el espectador tiene posibilidad de asir esa realidad desde su butaca, encontrarse cara a cara con ese pedazo de historia recreado, corregido e idealizado.

En Borg McEnroe el director Janus Metz, cuya carrera se ha desarrollado en el género documental, se encarga de esa idealización hasta lograr generar personajes con carisma y capaces empatizar con el espectador. Metz remite su trabajo de documentalista en un montaje inicial que pone en antecedente todos los elementos que necesitamos para entrar en la historia que recrea este filme. Es 1980 -el decorado de escenarios se encarga de dejarlo siempre en claro- y se disputa el torneo de Wimbledon. Los grandes favoritos son Björn Borg, sueco que ya ha ganado el torneo cuatro veces seguidas, y John McEnroe, joven promesa del tenis norteamericano, dispuesto a arrebatarle el quinto título a Borg. La rivalidad entre ambos tenistas está planteada por los medios de comunicación, pero también por cada uno de ellos, que observa con atención obsesiva cada juego de su oponente antes de la muy anunciada final.

Esta primera aproximación va permitiendo delinear  a cada uno de los protagonistas, centrándose y narrándose principalmente desde Borg, interpretado por Sverrir Gudnason. El actor logra generar un personaje que se acerca muchísimo a la personalidad que recordamos del mítico tenista sueco, con una presencia en pantalla que se asimila a la imagen de Borg en cancha y su impronta seca y algo contenida. Es desde aquí que se cuenta toda la historia, porque el director se encarga de mostrar su realidad mirando casi por encima de su hombro, con largos planos centrados en la figura, close up en silencio y mucho foco en detalles. Mediante tales recursos se obtiene un prolongado acercamiento al personaje, ya que la cámara del director obliga al espectador a escudriñar meticulosamente en sus motivaciones, pero sin tener seguridad de poder, finalmente, conocerlo del todo.

borgmcenroe_0002_Screen Shot 2017-07-05 at 11.56.36 AM

En ese acercamiento, el director plantea al entrenador de Borg, Lennart Bergelin -con la actuación del muy preciso Stellan Skarsgård- como un mediador entre los protagonistas y el espectador. Su intervención en la historia nos lleva a comprender no solo las razones de cada personaje, sino que también, el sentido del deporte que defienden, de la lucha que se plantea y de cada movimiento que se presenta en pantalla. Es un catalizador y a la misma vez un traductor de la pasión que significa la competencia, dándole peso y sentido a lo que vemos, independiente de si somos o no fans del tenis.  

En el otro polo, el personaje de John McEnroe, interpretado por Shia LaBeouf, se relaciona con el espectador como un joven rebelde y decidido. El propio director plantea su introducción como una persona obstinada, mal hablada y egoísta. Mientras Borg es hermetismo puro, McEnroe es todo desenfreno; características que son bien desarrolladas por LaBeouf, quien ha tenido una carrera que en grandes blockbusters (Indiana Jones y la calavera de cristal, Transformers) no ha logrado demostrar las dotes actorales que ha presentado en películas independientes como American Honey, pero que aquí se mueve con intención y mucha seguridad. Al poco andar descubrimos que detrás de esa fachada de desparpajo, McEnroe comparte algunos elementos de personalidad con su contrincante. Ese proceso permite al espectador instalar a ambos personajes en una misma línea, donde se ve tentado a tomar bando por uno o por otro. Consciente de eso, el director lanza la pregunta en medio de uno de los diálogos. “¿Quién eres, el rebelde o el caballero?”, interpelando también a su público:¿de qué lado están?

Metz no puede evitar el tratamiento documental en su película, por lo que plantea constantemente preguntas y respuestas. Se encarga de mostrar gran cantidad de información en pantalla, prescindiendo de la voz en off, pero introduciendo títulos que sirven como guía de contexto al espectador. Sin embargo, mucho de esa información parece algo innecesario, dado que sus protagonistas son capaces de entregar ese contexto en pantalla. El estatus de leyenda de ambos y las sólidas interpretaciones que nos entregan los protagonistas se mezclan en la recreación, y el espectador tiene espacio para poder enfrentar la historia con sus propios dispositivos.

0f0e76d81370fc7c343dc196c7b050da

Pese a ello, es la misma historia la que se las arregla para instalar otros temas que se sitúan en otro espacio de la trama, con lo que finalmente resulta mucho más interesante el recorrido de los personajes que el momento de su partido definitorio. El gran momento de gloria en este filme no tiene importancia frente a las aristas y vaivenes que cada personaje va sufriendo, en estatus más o menos similar, pero resueltos de distinta forma. Ambos son caras de la misma moneda y, por lo mismo, el resultado del partido es lo de menos, porque sentimos que finalmente ambos personajes representan una misma pasión por hacer las cosas y por llegar a concretar esa pasión. Aunque en la forma son distintos, el fondo es similar.

La cinta de Janus Metz logra pasar de los estereotipos y las caricaturas que rondan las biopics para entregar una historia donde lo central no es la búsqueda de la verdad dentro de la ficción, sino la humanidad de ambos mitos, sin caer en crueldades descarnadas, de esas que tanto parecen estar en boga, sino que, antes que todo, respetando el recuerdo y las sensaciones que nos provoca esa leyenda de los tenistas.

Nota comentarista: 7/10

Título original: Borg McEnroe. Dirección: Janus Metz. Guión: Ronnie Sandahl. Fotografía: Niels Thastum. Música: Vladislav Delay, Jonas Struck. Reparto: Sverrir Gudnason, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgård, Tuva Novotny, Robert Emms, Ian Blackman, James Sobol Kelly, Jackson Gann. País: Suecia. Año: 2017. Duración: 100 min.