Distancia de rescate: Detalles invisibles

El peligro presente en la cinta es difuso, subterráneo. Somos conscientes de él gracias a la narración que nos advierte sobre su presencia, pero también a través de la atmósfera que la directora crea gracias a la fotografía y la banda sonora. Es poco lo que los personajes pueden hacer ante la amenaza que los acecha, que actúa como una fuerza invisible capaz de anular el libre albedrío de los individuos.

La maternidad es una de las ideas centrales de la película Distancia de rescate, adaptación de la novela homónima de la escritora argentina Samanta Schweblin. El título que comparten las obras hace referencia a un concepto que utiliza la protagonista, Amanda (María Valverde), para medir la capacidad que tiene de ayudar a su hija ante cualquier peligro al que se vea expuesta. Es, por así decirlo, una cuerda invisible que las une y que se va tensando cuando las posibilidades de salvarla disminuyen, lo que puede ocurrir por diferentes factores. La preocupación que tiene por la niña es constante, una muestra de su deseo por protegerla de los peligros que acechan en el mundo exterior. Sin embargo, no es la única noción de maternidad que vemos en la cinta.

Este largometraje dirigido por la peruana Claudia Llosa (La teta asustada, 2009), que escribió el guion junto a la propia Schweblin, transcurre en una zona agrícola de Argentina. Es allí adonde llegan Amanda junto a su hija para pasar el verano, y donde la protagonista conoce a Carola (Dolores Fonzi), una lugareña con la que entabla una amistad. La mujer también es madre, pero su forma de afrontar ese vínculo es muy diferente a la de Amanda, casi como si fuese una maldición. Según Carola, existe algo anormal con su hijo David (Emilio Vodanovich), debido a un episodio que ocurrió años atrás, el que parece involucrar aspectos sobrenaturales. Aunque la explicación no convence del todo a la protagonista, a lo largo del metraje verá que ese peligro sigue latente y amenaza con dañar a su propia familia.

Uno de los elementos más llamativos del libro que sirve como base para esta adaptación es la manera en que es narrado. El hilo argumental se desenvuelve a través del diálogo entre dos personajes, quienes están reconstruyendo una serie de hechos pretéritos que dan forma al relato. La novela no define de inmediato la dinámica o contexto en que se desarrolla esa rememoración, pero sabemos que se trata de cosas que ya ocurrieron y que esconden algo crucial. Uno de los interlocutores se encarga de reiterar la urgencia de este ejercicio y la necesidad de estar atentos a cada detalle. Como lectores, vamos acompañando a la protagonista en este recorrido por los momentos que vivió, buscando junto a ella alguna pista que explique un suceso a la vez desconocido e importante.

Debido a esa particularidad narrativa, llevar la novela al cine no era algo sencillo, al menos sin perder la esencia de la obra original. La estrategia de Llosa y Schweblin consistió en mantener el diálogo que sirve como columna vertebral del libro, una decisión algo arriesgada ya que no estamos ante una técnica cinematográfica habitual, pero le da la suficiente intriga a la película para mantener nuestra atención durante el resto del metraje. La voz en off de los personajes instala una sensación de inquietud en la obra, porque sugiere que algo grave puede ocurrir con la protagonista o su hija. Es la tensión que acerca a Distancia de rescate al terreno del thriller, dándole un aire ominoso a situaciones que en otro contexto podrían haber sido comunes y corrientes.

El peligro presente en la cinta es difuso, subterráneo. Somos conscientes de él gracias a la narración que nos advierte sobre su presencia, pero también a través de la atmósfera que la directora crea gracias a la fotografía de Óscar Faura y la banda sonora de Natalie Holt. Aunque sin lograr el impacto de aquella obra, hay algo de The Killing of a Sacred Deer (Yorgos Lanthimos, 2017) en este largometraje, por la tragedia inexorable que las cruza. Es poco lo que los personajes pueden hacer ante la amenaza que los acecha, que actúa como una fuerza invisible capaz de anular el libre albedrío de los individuos. Que la narración en off esté ubicada en el futuro refuerza esa idea, porque significa que ya pasó lo que tenía que pasar.

La ambigüedad, tan potente en el libro de Schweblin, pierde algo de su efectividad en la adaptación de Llosa. Los vacíos que antes eran completados por la imaginación del lector ahora pueden ser reemplazados con imágenes que transmiten o subrayan determinadas ideas, a veces incluso en detrimento del relato. Lo notamos, por ejemplo, al momento de definir la naturaleza del peligro que afecta a Amanda. Si bien la cinta mantiene parte de la opacidad de la novela, refuerza la interpretación más realista o concreta de los sucesos, privilegiando así una dimensión determinada de la obra por sobre las otras explicaciones posibles. Y, por si fuera poco, en los minutos finales ocupa unos breves flashbacks para reforzar el carácter de revelación o vuelta de tuerca del final, una técnica que la obra original no necesitaba.

Son unos pasos en falso que le restan poder a la película, como si el misterio no fuese suficiente por sí mismo para sostener la trama. El gran mérito de la novela es que sin necesidad de atar todos los cabos sueltos podía dibujar una historia fascinante, donde las respuestas específicas estaban de más. Afortunadamente la cinta no renuncia por completo a lo ambiguo, así que en términos generales resguarda el atractivo del relato de Schweblin. No todos los misterios son resueltos por la adaptación, con lo que aún queda espacio para las interpretaciones de los espectadores. Esto, que puede ser frustrante para algunas personas que buscan soluciones definitivas en todo, será apreciado por otras que ven en las preguntas abiertas la posibilidad de seguir pensando en la obra después de verla.

No hace falta definir o enmarcar todo lo que ocurre en este relato, como si estuviésemos ante un rompecabezas que tiene una solución única. Magia y realismo pueden coexistir en un estado de equilibrio, en un terreno compartido que amplía los horizontes en lugar de restringirlos. Más que explicar las situaciones narradas, lo importante es ver cómo los personajes se comportan ante tales sucesos. La capacidad evocadora de lo desconocido no debe ser subestimada.

 

Título original: Distancia de rescate. Dirección: Claudia Llosa. Guion: Claudia Llosa, Samanta Schweblin. Novela: Samanta Schweblin. Fotografía: Óscar Faura. Música: Natalie Ann Holt. Reparto: María Valverde, Dolores Fonzi, Guillermo Pfening, Germán Palacios, Emilio Vodanovich, Marcelo Michinaux, Guillermina Sorribes Liotta. País: Perú-Estados Unidos-Chile-España. Año: 2021. Duración: 93 min.