Djam: Contra toda prohibición de libertad

Tony Gatlif, director de la película, tiene una larga trayectoria y es reconocido por explorar cinematográficamente el punto de vista del pueblo gitano. En este caso, nos sitúa en Grecia y Estambul, con algunos personajes originarios de aquellas naciones y da cuenta del conocimiento que posee acerca de esas sociedades.

Algo conocía de la situación social y crisis económica de Grecia antes de ver Djam, pero gracias a este relato puedo empatizar con lo que podrían estar sintiendo sus habitantes. Tony Gatlif, director de la película, tiene una larga trayectoria y es reconocido por explorar cinematográficamente el punto de vista del pueblo gitano. En este caso, nos sitúa en Grecia y Estambul, con algunos personajes originarios de aquellas naciones y a pesar de no haber visto la filmografía completa, puedo darme cuenta del conocimiento que posee acerca de esas sociedades. Siento que es una película que demuestra una gran sensibilidad acerca de los temas que trata. 

El plano inicial nos sirve para conocer de inmediato la actitud y personalidad de Djam, nuestra protagonista. A pocos minutos ya nos enteramos de la acción que detona el movimiento de la historia, el tío/padrastro de Djam, Kakourgos, le pide que vaya a buscar a Estambul una pieza importante para su barco, ella no es la más indicada para esta misión, pero dada una situación crítica, es la única persona que podría hacerla. Al siguiente plano ya descubrimos que Djam desobedeció la orden de discreción de su tío, su energía le impide estar tranquila sin llamar la atención, la música la obliga a mover el cuerpo. Inmediatamente después, conoce y se hace amiga de Avril, una chica francesa que ha perdido todo por culpa de su novio. Juntas van de aventura en aventura, Avril es bastante más reservada que Djam, pero a veces no le queda más remedio que seguirle la corriente. Entre medio van conociendo y encontrándose con varias personas que le darán más dinamismo al viaje y con las cuales conocemos el estado actual de los países. Finalmente, al regresar, el momento clímax se presenta cuando embargan a la familia de Djam, es el único momento en que la vemos aterrizada y hablando desde la rabia a quienes se llevan sus cosas, ya no es la mujer que baila con cierto erotismo para convencer a sus adversarios, ya no tiene el poder de convencimiento. Sin embargo, algo le queda y es lo que más le apasiona: la música. 

En cuanto a tratamiento audiovisual, hay dos elementos que resaltan desde el primer minuto, el color sepia que le da un tono grisáceo a la piel de los personajes y obviamente, la música rebética que canta y baila Djam. Los planos siguen un estilo bastante tradicional, generales para mostrar los espacios o para cuando hay muchas personas en cuadro, medios o primeros planos para mostrar las expresiones faciales en cada situación donde hay algo de tensión, de vez en cuando ciertos planos detalle para objetos relevantes (por ejemplo, la carta que le llega a Kakourgos hacia el final de la película). Sobre la música, es interesante el recurso de que empiece a sonar cuando Djam lo pide, causa un efecto de subjetividad, entramos en su mente y escuchamos lo que solo ella escucha.

Otro detalle que me gustaría destacar, es la tensión sexual que se genera entre Djam y Avril, más allá de los planos donde sus rostros están muy cerca, me parece que esta tensión se construye a partir de las veces que Djam le pide que le revise algo que la está molestando en la entrepierna, esto no lo vemos, ella se gira delante de la cámara la primera vez que la revisa y luego cuando la afeita, para luego, en una tercera ocasión, posarse completamente desnuda frente a la cámara solo para decir que ella tampoco es lesbiana, en respuesta a lo que Avril le había dicho. Desde ese momento la tensión va a ir lentamente desapareciendo. 

Hay varias capas de sentido en esta película, pero siguiendo con lo que comentaba en un inicio, la situación social y económica se ve reflejada en la turista francesa que se ha quedado sin dinero, en el oficinista que no puede darle su pasaporte sin dinero a cambio, la pareja de músicos que conocían a Djam y que se dirigían a un festival de música de mujeres revolucionarias tras haber participado en una huelga, el padre e hijo que habían vivido desgracias por culpa de la mala situación económica, etc. Son estos microrrelatos los que van otorgando color a esta obra tan gris y todo ese color pasará por la mirada y el sentir de la protagonista, quien a través de la música liberará todas las cargas negativas que le han dejado en el camino. La frase de Djam que para mí cierra y le da sentido a lo que percibí es: “Orino sobre los que prohíben la música y la libertad”.

 

Título original: Djam. Dirección: Tony Gatlif. Guion: Tony Gatlif. Fotografía: Patrick Ghiringhelli. Reparto: Daphne Patakia, Simon Abkarian, Maryne Cayon, Kimon Kouris, Solon Lekkas, Eleftheria Komi. País: Francia. Año: 2017. Duración: 97 min.