Family Romance, LLC (1): La verdad de las mentiras

Family Romance, LLC aterrizó sin previo aviso en la programación de Mubi. Una película modesta grabada en Japón con una pequeña cámara 4K operada por el mismísimo director, un elenco reducido que tuvo que improvisar buena parte de las escenas y la realidad sin intervenciones como telón de fondo. “Algunos críticos especializados creyeron que la película era un documental”, se jacta Herzog en la introducción con cierto orgullo por engañar al espectador con una ficción contrabandeada.

“Recuerdo que en Ámsterdam, o en Rotterdam, estuve con varios documentalistas en un panel de debate. Todos los panelistas hablaban sobre el cinéma vérité,  y sobre que debíamos ser sólo una mosca en la pared. Y no pude soportarlo más, y agarré el micrófono y les dije: “No, no debemos ser una mosca en la pared, no vamos a ser la cámara de seguridad de un banco. Tenemos que ser el avispón que pica”. Hubo un gran alboroto, todos empezaron a murmurar contra mí. Y volví a agarrar el micrófono y les grité -y eso que eran como 400-: “¡Feliz año nuevo, perdedores!”.

La anécdota la contó Werner Herzog hace algunos años y resuena ahora a raíz del estreno de Family Romance, LLC, largometraje que aterrizó sin previo aviso en la programación de Mubi. Una película modesta grabada en Japón con una pequeña cámara 4K operada por el mismísimo director, un elenco reducido que tuvo que improvisar buena parte de las escenas y la realidad sin intervenciones como telón de fondo. “Algunos críticos especializados creyeron que la película era un documental”, se jacta Herzog en la introducción con cierto orgullo por engañar al espectador con una ficción contrabandeada. Claro, él no es la mosca en la pared sino que el avispón que pica.

Así y todo, Herzog  ya no pica de la manera en que solía hacerlo. Sobre Family Romance, LLC atraviesa una sensación de compasión que no es habitual en el cine del  alemán, como si a lo largo de ese viaje por Oriente el bondadoso espíritu de Ozu se hubiese manifestado para inspirar una obra estéticamente más cercana a un docureality televisivo que a esas primeras películas que el director relaciona con esta nueva exploración. La imagen de un padre caminando junto a su hija a través de cerezos en flor -con la cámara registrando desde lejos la farsa en medio de transeúntes que ignoran que están siendo grabados- tiene la apacibilidad de una postal japonesa, así como también la banda sonora edulcorada y melancólica que recorrerá la cinta intermitentemente hasta el final.

Herzog filma un mundo de relaciones humanas perfectas con el detalle de que detrás de la “reparación de la realidad” hay una empresa llamada Family Romance que le permite a una madre soltera contratar un padre para engañar a su pequeña hija con la idea de que ha vuelto después de una década. A esta historia central se sumarán algunas subtramas como la de una mujer que reemplaza a su esposo borracho por un hombre ideal para el casamiento de su hija o la de otra mujer, alguna vez ganadora de la lotería, que busca revivir la felicidad de ese momento a través de un montaje por contrato.

La película retrata los pormenores íntimos de este servicio en medio de imágenes de artificios y simulaciones, como un show de samuráis con enfrentamientos y seppuku falsos (los guerreos nipones ya no se suicidan) o un hotel atendido por robots antropomórficos en cuya pecera nadan peces mecánicos. En el detenimiento de estos animales autómatas -momento que el director potencia con una música incidental inquietante- encontramos a ese viejo agitador que sabía cómo aterrarnos a través del extrañamiento, ese observador agudo que hallaba la estupidez en los ojos de una gallina, como él mismo dijo a raíz del final de Stroszek (1977).

Sin embargo, Herzog ha atenuado la intensidad de su picazón. Family Romance, LLC tiene un tono más reflexivo que corrosivo porque él mismo pareciera haber encontrado cierta verdad detrás del simulacro. Los personajes fingen sus vínculos pero en algún momento sus sentimientos se ven alterados por los roles que deben cumplir. “Todo era falso, todo era hecho por impostores, todo era una mentira, todo era una representación y, aún así, la autenticidad de las emociones estaba siempre ahí”, opina en la introducción de Mubi.

Si tomamos en cuenta que el protagonista, Ishii Yuichi, es el fundador y director de Family Romance (sí, la empresa existe), el respeto y fascinación del cineasta por el singular servicio se ven potenciados. Herzog no construye una película sobre la deshumanización sino que un filme sobre la soledad contemporánea y el beneficio de la mentira como fuente de emociones reales. Family Romance, LLC es, de alguna manera, una carta de admiración a los simulacros del mundo contemporáneo. Donde algunos podrían ver señales de una distopía futura, él ve soluciones para lidiar con el vacío invariable de la experiencia humana.

No sería forzado extender esta lectura al cine y a la propia operación de ilusiones organizada por el cineasta: un montaje con elementos reales que, a pesar de sus engaños, puede entregarnos emociones reales. Más allá de la precariedad de su imagen y los baches de un guion libre, Family Romance LLC contiene la cuota de verdad que descansa siempre al fondo de la filmografía del alemán. Es verdad que no está a la altura de sus grandes películas, pero el regreso consciente al amateurismo es siempre un motivo de celebración.

“No hay técnicas cuando se trata de la intuición”. Sí, eso también lo dijo Herzog en su cruzada vitalicia en contra de los academicismos. 

 

Título original: Family Romance, LLC. Dirección: Werner Herzog. Guion: Werner Herzog. Música: Ernst Reijseger. Edición: Sean Scannell. Reparto: Mahiro Tanimoto, Ishii Yuichi, Miki Fujimaki. País: Estados Unidos, Japón. Año: 2019. Duración: 89 min.