La La Land (3): Dinámicas de la traición

Aunque casi no hay zona en la película que no tenga referencias más o menos claras a filmes clásicos, la cita más explícita de La La Land no es a un musical, es a Rebelde sin causa (1955), la célebre película de Nicholas Ray con James Dean, de la que se muestran parte de los créditos de inicio y la primera de las dos secuencias en el observatorio. En función del uso que Damien Chazelle le da a ese espacio en el filme la conexión con la cinta de Ray pareciera innecesaria desde el punto de vista del guión, pero deja clara la vocación de La La Land de referir no sólo al musical sino también al cine clásico en general.

La película de Chazelle ciertamente es un pastiche del gran musical estadounidense, por lo menos el que brilló después de la Segunda Guerra Mundial y que tiene en Vincente Minnelli y Stanley Donen a sus dioses mejor venerados. Aunque es ocioso seguir cada una de las posibles referencias a la producción musical entre 1947 y 1968 -si bien ya he visto intentos en Facebook-, lo concreto es que La La Land es, en el mejor de los casos, un filme ambiguo tanto en su carácter de homenaje como en su intención de reactualización del género.

En su reduccionismo de empalmar el musical con un romance centrado en las expectativas de una aspirante a actriz y de un músico de jazz sin espacio para su talento, Chazelle termina por tergiversar el sentido global del género al que busca ofrendar y que históricamente fue mucho más abierto a las consideraciones sociales y a una visión más trágica de las relaciones humanas que lo que se suele pensar, como lo demuestra buena parte de la obra de Minnelli.

Con La La Land pasa algo similar que con El artista (Michel Hazanavicius, 2011): construye una visión falsa de las estéticas y profundidades del musical, tal como Hazanavicius hizo lo propio respecto del cine mudo. Probablemente, el filme del director de Whiplash no genere la indignación que produjo El artista, pero en más de un sentido las operaciones de ambas cintas son similares.lalalaland

Está, en primer lugar, el sentido del género convertido en cliché en donde todos los elementos dramáticos redundan la idea del artista incomprendido que a la larga se encierra en la obligación de optar entre el arte y su pareja. Está también el trazo caricaturesco de la industria del cine y la situación del jazz -resumido en la frase “deja que las cosas cambien”, que canta el personaje que interpreta John Legend-, y está la estética relamida de matriz retro, que confirma que la nefasta influencia de Mad Men en el cine estadounidense aún no concluye.

Pero por sobre todo ello está la construcción de las secuencias musicales, que borran con el codo lo que Chazelle aparenta escribir con su mano derecha, porque la traición al género no está en el ambiguo epílogo para la pareja, ni en los estragos de la dirección de arte, sino en su propia dimensión del espectáculo musical.

Si el género clásico construyó su principal insumo cinematográfico a través del montaje, creando un espacio que era imposible reconstruir en la realidad ni tampoco en el escenario teatral, La La Land pretende reintroducirlo en las lógicas de ese nuevo realismo mal entendido dominado por la degradación casi obscena del plano-secuencia. Chazelle confunde espectáculo con movimiento, unidad con continuidad, intensidad con efectos visuales, al punto que la única secuencia que en verdad parecería tributar al viejo musical, la que antecede al final del filme, está puesta allí de manera engañosa para dar cuenta de todo lo que finalmente no es.

La La Land probablemente no sea la peor película del año, pero sí es la que ha recibido mayor glorificación y exceso de interpretación desde sus 14 nominaciones al Oscar de este año. A la larga, no será más que otra de las cintas que integran el panteón de elefantes blancos, junto con El artista, El discurso del Rey (Tom Hooper, 2010) y El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015).

Felipe Blanco

Nota comentarista: 4/10

Título original: La La Land. Dirección: Damien Chazelle. Guión: Damien Chazelle. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Justin Hurwitz. Canciones: Benj Pasek, Justin Paul. Coreografía: Mandy Moore. Edición: Tom Cross. Reparto: Ryan Gosling, Emma Stone, John Legend, Rosemarie DeWitt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Meagan Fay, Callie Hernandez, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Tom Everett Scott, Josh Pence. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 127 min.