Polina: Variaciones y sublimación creativa

Polina es una cinta francesa inspirada en un cómic de Bastien Vivès, y dirigida por la realizadora Valérie Müller y el coreógrafo francés Angelin Preljocaj. A través de un montaje abrupto y sin transiciones descubrimos la vida de Polina, una bailarina rusa, en dos escenarios: primero, en una Rusia gélida y rígida, industrial y dura; luego, en un ambiente francófono más soleado, libre, individual y contemporáneo (aunque no por ello exento de dificultades). Con este telón de fondo, la cinta recoge una serie de clichés de películas de danza, y la interrogante es si logra liberarse de estos lugares comunes para ser algo más que una fluctuación del género.

Efectivamente, toda la primera sección de Polina, la que sucede en Rusia, sigue patrones habituales en otras películas de danza (Billy Elliot, Saturday Night Fever, etc.): una persona con dificultades en su familia y la sociedad (el padre de Polina es acosado por prestamistas) que se supera gracias a su pasión y talento por la danza, especialmente cuando se decide por el rigor. ¿Hasta qué punto un espectador puede interesarse en una trama que ya conoce? La película en este nivel funciona como una variación de algo ya conocido, y de ahí la pregunta que nos hacemos por si se trata de un remedo predecible o de una variación que sorprende y agrada.

En este sentido, la cinta juega con otro lugar común: la rigidez de la formación clásica encierra a la protagonista en una búsqueda destructiva de la perfección, a lo que se suma un diálogo tortuoso con el maestro, figura genial pero monstruosa por su sublime y absurdo ensañamiento (pensemos en Black Swan o Whiplash). A este aspecto del género musical se aplica una estrategia de ficción documental para desarrollar una crítica de ciertas estructuras formativas que sobrexponen a los menores. Así, en Polina el examen de ingreso a la escuela del Bolshoi tiene algo de servicio militar o escuela deportiva (las aspirantes aparecen semidesnudas y espantadas): se le exige perfección a niños en un ambiente competitivo donde no parece caber el placer, la creación espontánea, la inspiración artística. Quizá la fragilidad de la película es que en estas escenas se basa demasiado en una oposición caricatural y repetida entre la rigidez de la formación clásica y la creatividad del arte contemporáneo (otro tema recurrente en las películas de danza). Polina se somete de día a la escuela y se libera bailando sobre la nieve de vuelta a casa, en un clima que enfriaría a cualquiera.

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Ahora bien, toda historia de formación requiere una caída del héroe, que crecerá gracias a sus dificultades. Aquí es donde Polina se transforma en una cinta más interesante, sobre todo para quienes nos interrogamos sobre la naturaleza de la composición artística. Cuando la exigencia de perfección se transforma en frustración, hace falta encontrar una salida: pensemos en Mallarmé desesperado ante la página en blanco. Polina sobrepasa el contexto de la escuela rusa, nos cambia de escenario (de país) una vez, luego otra, y finalmente propone una solución de sublimación creativa. Esto, porque la protagonista se muda a Francia y cambia al maestro ruso por una versión femenina que apela a otros valores artísticos, más centrados en el diálogo que en la precisión. Pero Polina fracasa en este cambio y vuelve a cambiar de vida: hundiéndose en un necesario e inspirador descenso a los infiernos. Se acumulan situaciones de pérdida de identidad y heroicidad que, desde mi punto de vista, hacen que valga la pena ver esta película. Digo, porque la protagonista consigue renacer: logra reconstruirse como creadora a partir de algunos elementos fundamentales del arte contemporáneo, como son la observación del entorno, la improvisación y la introspección. Logra sublimar su destino de bailarina rusa, recuperar su heroicidad y controlar su destino.

Nota comentarista: 7/10

Titulo original: Polina, danser sa vie. Dirección: Valérie Müller, Angelin Preljocaj. Guión: Valérie Müller (basado en la novela gráfica Polina, de Bastien Vivès). Fotografía: Georges Lechaptois. Edición: Guillaume Saignol. Reparto: Anastasia Shevtsova, Veronika Zhovnytska, Juliette Binoche, Aleksei Guskov, Jérémie Bélingard, Niels Schneider, Sergio Díaz, Miglen Mirtchev, Kseniya Kutepova, Ambroise Divaret, Oriana Jimenez. País: Francia. Año: 2016. Duración: 108 mins.