Puente de espías (Bridge of Spies. Steven Spielberg, 2015)

La nueva película de Spielberg comienza con una secuencia inicial que se encuentra entre las mejores de su carrera, y podría equipararse con otras esenciales primeras escenas que descalabraron las mentes de las personas en su momento, como fue el desembarco en Normandía en Salvando al Soldado Ryan (1998), o la secuencia del primer ataque del tiburón en la clásica Jaws (1975). Esta sigue a un hombre, interpretado perfectamente por Mark Rylance, siguiendo una extraña pero aparentemente común rutina, siendo la extrañeza en el ambiente que lo envuelve más que en las acciones precisas que realiza: pinta un autorretrato, recibe una llamada, sale de su departamento, toma el metro-tren, se sienta en una banca a pintar el escenario, saca una moneda que está pegada debajo de la banca donde se sentó, vuelve a su casa, abre con una hoja de afeitar la moneda, saca un pequeño microfilm con números, los cuales descifra con una lupa, el FBI entra violentamente a su casa y es acusado de ser un espía ruso. Son los años ‘50, estamos en plena Guerra Fría, y de manera precisa Spielberg ha demostrado el ambiente que se vive y la realidad de cómo trabaja un espía, alejado completamente de toda ilusión fantástica inglesa de gadgets y autos lujosos, siendo absolutamente una labor silenciosa, de carácter minucioso, y que trata de pasar lo más desapercibido posible. Spielberg en una secuencia logra desbaratar un mito generalizado en el cine, mostrando la verdad con tomas y un montaje preciso.

Lamentablemente el resto de la película nunca alcanza ese nivel de perfección que se puede encontrar en esos primeros cinco minutos. El ingreso de Tom Hanks como protagonista, y pese a realizar un papel adecuado, no se compara con lo interesante que logra ser el personaje de Rylance en sí, con todo su misterio. Todo lo que logra hablar es espectacular, ya que todo lo que dice tiene tremendas repercusiones, siendo un espía ruso, y con sus mordaces opiniones respecto a la vida estadounidense, lo cual resulta al mismo tiempo la mayor pista a la hora de entender la firma del guión, escrito por los hermanos Coen, que le dan al personaje esa gravedad cómica de carácter absolutamente negro que vuelve indispensable cada escena con este personaje.

Resulta una pena que finalmente tan poco tiempo de las más de dos horas de película trate realmente de Ryland, siendo la primera mitad sobre el juicio al que se le somete y el abogado que se le es asignado, interpretado por Tom Hanks. La cinta sí entra en discusiones éticas respecto a lo que se considera justicia, sobre todo en tiempos de guerra, y resulta entretenido ver una discusión tan profunda respecto a lo que es correcto hacer con “el enemigo” en estos tiempos en que pareciéramos tan sólo esperar la siguiente guerra en la cual el país del norte entrará, una guerra que seguramente empezó hace mucho tiempo con espías, de manera fría y con informaciones que en la era electrónica se vuelven cada vez más difíciles de controlar. Es al mismo tiempo una cinta nostálgica, con mucho papel, diplomacia y reuniones cara a cara. Es Spielberg en su modo más clásico y evocativo de un director como podría ser Otto Preminger con sus dramas de guerra o judiciales.

 

Nota comentarista 8/10. Promedio del blog: 8/10. Título original: Bridge of Spies. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Matt Charman, Joel Coen, Ethan Coen. Fotografía: Janusz Kamiński. Montaje: Michael Kahn. Reparto: Tom Hanks, Mark Rylance, Alan Alda, Amy Ryan, Austin Stowell. País: Estados Unidos. Año: 2015. Duración: 141 min.