Q en el ojo de la tormenta: Las formas del odio

Desde el ángulo del “periodista investigador en escena” a lo largo de seis capítulos, el director Cullen Hoback (con la producción de Adam Mckay) se sumerge de lleno en una historia que implica foros de internet, cultura incel, cuentas bots, teorías conspiranoicas y supremacismo blanco, de la voz de tres personajes imborrables y bizarros: Jim Watkins, Ron Watkins y Fredrick Brennan. ¿Quiénes son ellos? Centralmente las personas detrás del masivo sitio 8Chan, formado por usuarios “expulsados” o “auto-expulsados” de 4Chan (donde se origina todo), ambos foros de internet dedicados a temas de todo tipo, pero cuya polémica surge cuando usuarios empiezan a traficar pornografía y, sobre todo, a generar discursos de odio y supremacismo utilizando como excusa la defensa de la ”primera enmienda”.

El 6 de enero del 2021 ocurrió un hecho insólito en la historia de Estados Unidos. En el marco de la ratificación de las votaciones presidenciales y con un delirante Trump alegando irregularidades en el conteo, un grupo de manifestantes logró saltar las barreras de seguridad e invadir el Capitolio (suerte de baluarte democrático para la cultura cívica norteamericana). En medio de un ruido mediático, circularon en redes sociales fotografías y videos del saqueo en el lugar, a manos de una turba de fanáticos de imaginería kitsch que asemejaba un capítulo delirante de los Simpsons. Para el mundo, creo que por primera vez, se logró dar cuenta de la fuerza de “las bases” trumpistas, formadas por años de construcción de fake news y degradación de la escena pública.

¿Cómo se había llegado a esta situación?  ¿Quiénes estaban detrás de esto?  Y, sobre todo, ¿quiénes componían la masa que irrumpía en este lugar? Aunque la serie documental estrenada en HBO recientemente no aborda directamente el suceso, sí lo toma como punto de partida para reconstruir el “movimiento Qanon” y su rol detrás de todo esto. Así visto, la toma del Capitolio parece ser apenas la punta del iceberg de un fenómeno mucho más complejo que la serie busca despejar.

Desde el ángulo del “periodista investigador en escena” a lo largo de seis capítulos, el director Cullen Hoback (con la producción de Adam Mckay) se sumerge de lleno en una historia que implica foros de internet, cultura incel, cuentas bots, teorías conspiranoicas y supremacismo blanco, de la voz de tres personajes imborrables y bizarros: Jim Watkins, Ron Watkins y Fredrick Brennan. ¿Quiénes son ellos? Centralmente las personas detrás del masivo sitio 8Chan, formado por usuarios “expulsados” o “auto-expulsados” de 4Chan (donde se origina todo), ambos foros de internet dedicados a temas de todo tipo, pero cuya polémica surge cuando usuarios empiezan a traficar pornografía y, sobre todo, a generar discursos de odio y supremacismo utilizando como excusa la defensa de la ”primera enmienda”.

Para comprender un poco de toda esta cultura, la serie se remonta al “gamergate”, una “salida de closet” de la cultura incel que acosó a creadoras de videojuegos, causando revuelo en el 2014. Una funa viral que dos años después tomaría la forma de complot al acusar a un político del partido demócrata de pedofilia y tráfico de niños, lo que se supone ocurría detrás de una pizzería (el llamado “pizzagate”). Este es el comienzo de la era del fake news, pero también de la consolidación ideológica de una estrategia, en cuyo centro está “Q”, figura anónima que emerge desde el fondo de estos foros y envía mensajes crípticos con supuesta información secreta sobre operaciones políticas contra Trump.

Hoback se toma dos capítulos para adentrarnos en todo este contexto para luego empezar a ahondar en la relación entre los Watkins (Jim y Ron: padre e hijo) y Fredrick Brennan (fundador de 8Chan) a raíz de los conflictos que van surgiendo cuando el fenómeno Q empieza a tomar vuelo. Esto toma fuerza cuando Q postea una serie de mensajes crípticos con códigos muy elaborados que hacían mención a un complot contra Trump (“Deep state”, le llaman), lo que alimenta una suerte de estado de paranoia gracias al que grupos de gente muy diversa -evangélicos, incels, militares retirados, rednecks, etc.- empiezan a tomarse en serio esta teoría: una suerte de desconfianza general hacia los medios periodísticos y las instituciones políticas, la que tiene de fondo una elaborada campaña mediática que permitió dar legitimidad a la acusación de trampa en el conteo de votos durante la votación para la reelección de Trump (y que aleonó la toma del Capitolio).

Ahora bien ¿quién es realmente Q? Parte del “misterio” de la serie se sustenta en esta búsqueda, una que elabora tesis como que es parte del gabinete de Trump, el propio Trump, o los mismos Watkins. Esto último es bien curioso, porque Q habría “elegido” los foros de ellos para hablar a sus seguidores por esa vía, a la vez que no queda claro el límite entre los programadores de los foros y los posteos de Q (la serie apuesta su propia teoría aquí). Esto es registrado con las declaraciones evasivas de Watkins, mientras Brennan se da cuenta del límite a donde ha llegado su propia creación, cuando psicópatas que disparan a sangre fría a migrantes o afroamericanos postean en el foro y son celebrados con memes festivos, motivando nuevos ataques, cuestión que lo lleva a retractarse y aliarse con otro hacker, ahora contra Jim Watkins.

Los personajes de Jim y Ron, especie de piratas degradados salidos de las catacumbas, son parte del condimento de la serie. Jim, quien financia el sitio, es un empresario radicado en Filipinas que se aprovecha de los vacíos legales de libertad de expresión en cada país para financia sitios XXX o foros con ideologías supremacistas, alimentando el nicho incel. Ron es un programador gamer aliado a su padre, que claramente sabe más de lo que aparenta, pero que juega con dejar pistas sueltas alimentando su narcisismo. Ambos terminan confrontados legalmente contra Brennan, arruinándolo económicamente y expulsándolo de Filipinas. Como sea, la trama entre el poder de las redes sociales, el algoritmo digital y la construcción de un cripticismo esotérico para exaltar la desconfianza y el odio hacia el otro se exponen de forma brutal en la toma del Capitolio, y nos habla de que aquello que está o estuvo puesto en juego en la era Trump rebalsa el simplismo de una forma fascista reconocible, propia del siglo XX.

Esta nueva mutación toma forma desde el fondo de la cultura chatarra de internet, pero también de la cultura Hacker, de Anonymous, para reconvertirlo en distopía e individualismo salvaje, una suerte de contracultura reaccionaria y antipolítica al servicio de la sed de poder y el caos social. Una fuerza que corroe por dentro las bases sociales, sustentada en un clima epocal de resentimiento y necesidad de autoafirmación de comunidades que se (auto)imaginan segregadas y apartadas del elitismo, y que discursos como el de Q y Trump buscan vehiculizar.

La serie no termina por aclarar que fue primero, si Qanon o Trump, pero es indesmentible que ambos fenómenos están ligados generando un culto a la personalidad de Trump. También deja claro que en el momento en que empieza a perder presencia legítima en el campo institucional, el expresidente empieza a jugar abiertamente con las claves de Q para sus seguidores, alimentando falsas noticias e incluso llegando a desmentir la existencia del Coronavirus, todo esto acompañado por bots y “medios alternativos”. La era del algoritmo ha producido nuevos monstruos, los followers y las redes sociales toman la delantera en un mundo donde todos están conectados a la matrix. Así parece entenderlo el nuevo socio de Brennan, un ex Anonymous dispuesto a jugar contra el grupo de Q y Watkins alimentando las fake news en un sentido contrario.

Como sea, la serie se trata, como adelantaba hace mucho tiempo atrás el colectivo Tiqqun, de la “guerra cibernética en curso”, un proceso que obliga a re-pensar las estrategias políticas en la era del algoritmo y la información, una nueva “gubernamentalidad” sustentada en redes neuronales, feedbacks y captores de flujo, que detrás de la alimentación de la libertad individual replica un nuevo tipo de servidumbre voluntaria. Qanon personifica así, esta particular sumisión a través de la captura de los códigos cibernéticos para realizar un nuevo tipo de cripto-fascismo.

Título original: Q: Into the Storm. Dirección: Cullen Hoback. Producción: Adam Mckay. Temporadas: 1. Episodios: 6. País: Estados Unidos. Año: 2021. Distribuición HBO.