Rolling Thunder Revue: Cuando la realidad no es la única historia para contar

La figura de Bob Dylan ha tenido un cariz distinto al de otros mitos de la música y la literatura. Si bien nunca ha tenido el celo de otros artistas respecto a su vida privada, sus datos biográficos pierden importancia frente a la monumentalidad de su obra como autor, intérprete y escritor. Aproximaciones no han faltado, pero, para nuestra tranquilidad, esos acercamientos siempre tienen que ver con su obra, jamás con el personaje detrás de ello. El quehacer de Dylan ha logrado establecer ese muro en donde admiramos lo que nos dice a través de él como la única verdad posible. En ese círculo de protección, el mismo Dylan puede darse el lujo de no decir la verdad por ninguna otra vía y, gracias a eso, tenemos obras como Rolling Thunder Revue.

La colaboración Scorsese–Dylan no es nueva. Tanto en The Last Waltz (1978) y, más directamente, en No Direction Home (2005), Martin Scorsese había caído bajo el influjo del autor, en un tipo de historias que se asemejan mucho a las que Scorsese suele contar. La tensión de lo humano y lo sagrado que gusta mostrar Scorsese en su filmografía encuentran un punto de conexión en este único personaje, retratando a Dylan como lo más humano, pero a la vez como un ser de otra galaxia.

El título del nuevo documental no da para otras explicaciones. Rolling Thunder Revue es “una historia sobre Bob Dylan contada por Martin Scorsese” y parte con la advertencia clara de Dylan “No recuerdo lo que pasó hace 40 años, yo no había nacido”. Por tanto, lo que vemos durante las 2 hrs y 22 minutos que dura el metraje, es lo que podemos entender como una recreación de lo que pasó durante la gira Rolling Thunder Revue (1975) a partir de las imágenes de archivo -una cantidad impresionante de material sobre y bajo el escenario- y la ficción que Scorsese -en complicidad con otros- puede generar sobre los eventos que ocurrieron en ese momento.

¿Estamos frente a un mockumentary? ¿Es esa la intención de Scorsese? Si bien es cierto que muchos de los datos que nos entrega el director no están apegados a la realidad que conocemos, el punto principal de la historia si lo está. La gira efectivamente se realizó. Los artistas estuvieron ahí. Los dichos de Joan Baez y otros músicos sobre Dylan han sido repetidos antes por ellos mismos. Lo que Scorsese hace, lejos de falsear la realidad, es extralimitarla, sacarla de sus márgenes y mostrar este momento único en la historia para también poder dar cuenta del país y del mundo que estaban viviendo a mediado de los setenta. La forma en la que la realidad se pliega y sale por sus bordes está presente tanto en la historia de Sharon Stone (señalada en los créditos como “la modelo rubia”), como en la relacionada con los productores de la gira. Sabemos que no son reales, pero ¿importa eso si no hacen más que mejorar lo que nos están contando?

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Tal vez una de las claves está dada en la misma forma en la que Dylan viene realizando sus conciertos desde hace años. Sus canciones sufren no una, sino miles de reversiones de parte de su creador de manera permanente, hasta el punto que muchas veces se vuelven irreconocibles. Algo similar pasa con los hechos que se muestran dentro de Rolling Thunder Revue. Scorsese toma esta forma de expresar el arte para mostrarlo a través de la pantalla. Y, al igual que en el caso de Dylan, deja a los espectadores preguntándose cuál es el paso siguiente en esta melodía que creemos conocer.

Lejos de otros documentales y biopics que hemos estado viendo en el último tiempo, a Scorsese le interesa mucho menos el mito de Dylan que el descubrimiento de su impacto a nivel cultural. Incluso en algunas escenas sentimos que el ícono pasa por el lado, porque, a la larga, no es él lo realmente importante de la historia. Aquí Scorsese usa esta idea como espejo para sí mismo, con la presencia de un director (falso) a cargo de las escenas de la película. “Yo soy el verdadero director” -señala el personaje- “sin mí estas imágenes no existirían”. Y tiene razón, pero ¿quién nos está hablando aquí? Me gusta pensar que la voz que se hace adueña de esas imágenes es, precisamente, la conciencia mancomunada de que ellas no pueden perderse, que son imágenes necesarias para contar esta etapa de la historia. El cómo se cuente, es harina de otro costal.

En La representación de la realidad, Bill Nichols se pregunta: “¿Cómo puede el espectador tomar conciencia de esta problemática de modo que ningún mito sobre la capacidad de conocimiento del mundo (…) oculte la magnitud de “lo que sabe todo realizador”: que toda representación, por muy imbuida que esté de significado documental, sigue siendo una fabricación?”. Al enfrentarnos a Rolling Thunder Revue no podemos perder esto de vista. La realidad que Scorsese nos plantea no es muy distinta a otras que nos ha entregado en su cine. Es su ojo el que nos media en esta historia sobre el ícono Dylan, cada vez menos alcanzable como ser humano, pero cada vez más accesible a través de su obra.

 

Nota comentarista: 8/10

Título original: Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese. Dirección: Martin Scorsese. Fotografía: Howard Alk, Paul Goldsmith, Ellen Kuras, David Myers. Montaje: Damian Rodriguez, David Tedeschi. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 142 min.