Soul (2): Acuso a Soul

Es por esto que acuso a Soul de reducir las posibilidades de ver a estos personajes durante sus procesos de crecimiento, y por entregar un final en el que Joe acapara el centro de atención, donde lo vulnerable es instrumental de lo excesivo, donde lo femenino y lo divino ceden a favor de lo masculino y el éxito profesional. Con esto, no puedo dejar de sentir que Pixar da continuidad a una cultura en la que el hombre adulto es el héroe y el centro de la Tierra.

Este texto busca desenredar la madeja de ideas que tengo en relación con Soul porque, por un lado, me hizo recordar la belleza de aquel primer encuentro con el deseo durante la niñez, y por el otro, me hizo ver con desdén cómo los descubrimientos de este tipo que experimentan los personajes femeninos, Connie (Cora Champommier) y 22 (Tina Fey), son dejados en segundo plano para darle a Joe (Jamie Foxx), el protagonista, un lugar que políticamente no se merece. 

La película pudo dedicarle más atención a estos personajes femeninos, pero no quiso elegir ese camino, y yo no sé por qué, pero sí sé que el sentido de este reclamo es reconocer a la película aquellos momentos donde se muestra el temperamento más frágil y consciente de Connie y 22, y que, a pesar de ello, aprenden en distintos momentos del filme la autovaloración. Por ejemplo, en la sala de clases, Connie siente vergüenza de su talento, carga que la lleva a intentar renunciar al saxofón. A 22 le sucede algo similar, en la Tierra descubre que es una gran gozadora, que la energía de estar viva la conecta con su entorno casi sin esfuerzo, pero también ella siente que le debe algo a alguien, entonces le da su oportunidad de vivir al gran astro del filme, Joe, el mentor.

El problema no es tanto en qué terminan estos sentimientos, ya que Connie y 22 superan la vergüenza y la autoflagelación, sino que la película sacrifica la importancia de estos personajes que, si bien son secundarios, protagonizan los aprendizajes directamente relacionados con la niñez. Con ellas, lo cinematográfico de Soul se conecta con lenguajes de lo real, con emociones de lo viviente. Es por esto que acuso a Soul de reducir las posibilidades de ver a estos personajes durante sus procesos de crecimiento, y por entregar un final en el que Joe acapara el centro de atención, donde lo vulnerable es instrumental de lo excesivo, donde lo femenino y lo divino ceden a favor de lo masculino y el éxito profesional. Con esto, no puedo dejar de sentir que Pixar da continuidad a una cultura en la que el hombre adulto es el héroe y el centro de la Tierra, mientras que les niñes reciben los restos que este deja en el camino: las niñas deben ser piadosas y autoconscientes, mientras que los niños tienen coraje y permiso para extralimitarse. 

Si bien me doy cuenta del sentido del humor que hay en Joe, un personaje que me hace recordar a Jacques Tati en Las vacaciones del señor Hulot (1954) y, por supuesto, también en Playtime (1967), donde un hombre conservador y despistado es movilizado a pesar de sus propias facultades; pienso también que el mensaje de Soul perpetúa un desequilibrio moral que percibo como un ruido desagradable, y que socialmente es combatido a diario en el feminismo, tanto en filosofía como movimiento político. Llámenme aguafiestas, el cartel ya lo tengo puesto, pero el cinismo que engloba Soul en torno al éxito y la fama, echa a perder todo el chiste de intercambiar cuerpos con un gatito.

 

Título original: Soul. Dirección: Pete Docter, Kemp Powers. Guion: Pete Docter, Mike Jones, Kemp Powers. Música: Trent Reznor, Atticus Ross, Jonathan Batiste. Reparto voces: Cora Champommier, Tina Fey, Jamie Foxx. País: Estados Unidos. Año: 2020. Duración: 100 min.