Soul (1): La vida, instrucciones de uso

Si bien es evidente que existen preguntas filosóficas y espirituales desde la premisa, la fórmula pedagógica de Pixar actúa desde la presentación de “El más acá”, donde se presenta una especie de campus de aprendizaje espiritual. Si bien algunos han acusado a Soul de ser un popurrí espiritual de autoayuda, es necesario reconocer que la película está haciendo parodias constantes de esta forma simplificada de la espiritualidad. Desde la misma idea del “Seminario del tú” hasta el barco sicodélico de hippies que viajan escuchando a Bob Dylan, el coqueteo de Soul con el new age es algo que se presenta desde frente.

Existe un chiste que circula en internet, con algunas variantes, respecto a la evolución de las premisas ficcionales de Pixar desde sus inicios hasta la aparición de Intensa-mente (Pete Docter, 2015). El estudio comenzó preguntando: “¿Qué pasaría si los juguetes tuviesen emociones?”; para después preguntarse “¿Qué pasaría si los insectos tuviesen emociones”, y repetir de nuevo con pescados, monstruos, automóviles y más. Con Intensa-mente, donde se imaginaban los sentimientos humanos como una sala de operaciones, la pregunta ahora era: “¿Qué pasaría si las emociones tuviesen emociones?”.

Esta broma, que ha regresado con el estreno de Soul (Pete Docter y Kemp Powers, 2020), podría servir de guía para pensar el aumento paulatino del estudio hacia terrenos más abstractos. Desde Toy Story (John Lasseter, 1995), la mayoría de los “what if” de Pixar han tenido que ver con antropomorfizar elementos de diversos animales y objetos. Si bien esto es la operación común en las fábulas infantiles (desde Esopo hasta Watership Down), la gracia de la película de Lasseter tenía que ver con que no se trataba de un mundo paralelo, ni tampoco existía un umbral entre el mundo terrenal y el fantástico. Los juguetes de Toy Story estaban ahí en paralelo a nuestra vida, solo que eran invisibles para nuestra vida cotidiana. Sumado a esto, los juguetes estaban en peligro de ser descubiertos, por lo que tenían una cuidada organización con el objetivo de que nadie se diera cuenta de sus movimientos.

Algunos de estos mundos invisibles y paralelos (que incluso han sido señalados como una metáfora del arte animado) tenían una autonomía relativa, en relación al mundo humano. Si bien los monstruos de Monsters, Inc (Pete Docter, 2001) tienen su propio espacio y reglas sociales, su trabajo está en función de la sociedad humana. Por lo mismo, incluso antes de Intensa-mente, varios de los mundos imaginarios de Pixar tenían que ver con pensar un sistema secreto e invisible que tenía que ver con la regulación de la vida humana, especialmente en la infancia. En ese sentido, el hecho de que Soul pareciera meterse en terrenos metafísicos desde la premisa podría responder a una preocupación que existió desde los comienzos del estudio.

Soul comienza en una clase de música de Joe Gardner (Jamie Foxx), un profesor y músico que teme quedarse atascado en su trabajo de escuela por siempre. Justo después de conseguir la oportunidad de tocar en un show de Dorothea (Angela Bassett), una importante jazzista, Gardner cae por accidente en un hoyo y muere. Las siguientes escenas describen su limbo como un alma que se rehúsa a ir a “el más allá” para tratar de volver a su cuerpo y conseguir tocar en el espectáculo.

Lo primero que llama la atención de esta introducción es la rapidez con que llega la primera “sorpresa” narrativa. Lo que parece el relato terrenal sobre un músico que se debate entre la estabilidad laboral y la ambición personal corta abruptamente hacia otra dimensión, asesinando a su protagonista durante los primeros minutos. La muerte de Gardner es prudentemente suavizada en las escenas siguientes, donde seguimos con él en forma de alma, pero no deja de funcionar como un gag inesperado y algo oscuro.

Algunos han definido la premisa como una combinación entre Intensa-mente y Ratatouille (Brad Bird, 2007), gracias al segundo acto en que la película se transforma en una comedia de enredos y “cambio de cuerpos”. Si bien se podría decir que ambos dispositivos se combinan, la película de Docter también instala al comienzo una pregunta por el genio que aparece en otras partes del cine estadounidense. Además de otras películas del estudio, se podría pensar en Inside Llewyn Davis (Hermanos Coen, 2013) o Paterson (Jim Jarmusch, 2016) como películas que también cuestionan la idea y las posibilidades del genio en contextos cotidianos. Al igual que Llewyn Davis, podemos preguntarnos si Gardner es un genio “a destiempo” o alguien cuyas aptitudes quedan cortas para llegar al terreno de lo excepcional.

Por continuar las comparaciones, resulta curioso el lugar del jazz en esta y otras películas recientes. Tanto en Whiplash (2014) como La La Land (2017), ambas de Damien Chazelle, el jazz aparece como un dispositivo narrativo que divide la pasión y la estabilidad, el goce y la profesión. El problema de convertirse en un “sujeto extraordinario” es explotado por una visión del género (si podemos llamarlo así) como un sinónimo de la competencia exacerbada. En una escena, Dorothea elogia la arrogancia de Gardner por coincidir con la actitud correcta que debe tener un músico para entrar en el mundo del jazz. De cierta manera, y al igual que en las películas de Chazelle, el género tiene poca exploración histórica o cultural, más allá del chiste recurrente del ringtone de Charles Mingus de Gardner.

En ese sentido, es curioso que el segundo segmento –donde pasamos directamente a terrenos metafísicos–, haya sido señalado varias veces como la apuesta más ambiciosa del estudio hasta ahora. Si bien es evidente que existen preguntas filosóficas y espirituales desde la premisa, la fórmula pedagógica de Pixar actúa desde la presentación de “El más acá”, donde se presenta una especie de campus de aprendizaje espiritual. Si bien algunos han acusado a Soul de ser un popurrí filosófico de autoayuda, es necesario reconocer que la película está constantemente haciendo parodias de esta forma simplificada de entender la espiritualidad. Desde la misma idea del “Seminario del tú” hasta el barco sicodélico de hippies que viajan escuchando a Bob Dylan, el coqueteo de Soul con el new age es algo que se presenta de frente, es también parte del chiste.

Quizás por esto la manera en que se presenta el discutido final de la película genera algunas decepciones. Si bien Soul es suficientemente autoconsciente para presentar con humor su mezcla ligera de doctrinas espirituales, el momento en que se reafirma la lección sobre el disfrutar "el aquí y el ahora" parece dudosa. A diferencia de Qué bello es vivir (Frank Capra, 1946) –una de las referencias obvias de la película–, la lección final es presentada después de tratar con cierto cinismo las simplificaciones de la filosofía espiritual, algo poco común en Pixar, un estudio asiduo a utilizar las fórmulas clásicas sin pedir explicaciones o ironizar.

Por otro lado, el estudio decidió incluir un segmento con un tipo de animación menos “detallista” para el mundo espiritual, lo que genera un bello contraste entre el acercamiento al fotorrealismo  que caracteriza al estudio y el uso de una animación de corte más abstracto y sencillo. Soul pareciera debatirse entre estos dos polos también temáticamente, el del cinismo autoconsciente y el de las lecciones “universales” que ha cimentado el clasicismo  hollywoodense de Pixar. En este punto indefinido reside el interés y la duda que genera el relato.

Título original: Soul. Dirección: Pete Docter, Kemp Powers. Guion: Pete Docter, Mike Jones, Kemp Powers. Música: Trent Reznor, Atticus Ross, Jonathan Batiste. País: Estados Unidos. Año: 2020. Duración: 100 min.