Time + My Octopus Teacher: Viendo un lugar donde poner la cámara

Puede resultar algo arbitrario reunir ambos documentales en un texto, sobre todo teniendo en cuenta el hilo conductor inicial: ambas obras comparten nominación a un mismo premio de la Academia. Sin embargo, hay muchos puntos narrativos en común que surgen luego de pensar las películas a la par. Tanto Time como My Octopus Teacher narran la historia de seres vivos que no están en control de sus narrativas audiovisuales, pero que trascendieron por medio de la imagen, y cuyas vidas conocemos a través del impacto que estas generaron en sus seres queridos: la ausencia de una figura paterna es graficada por medio del testimonio de su esposa y sus hijos que soñaban con verlo, y el realizador audiovisual que perseguía al pulpo aclara algo similar en un momento en donde asegura que “dormía y soñaba con este animal” constantemente.

Originalmente anunciada para el pasado 28 de febrero de 2021 y pospuesta debido a la contingencia sanitaria, este domingo 25 de abril se celebrará la 93ª ceremonia de entrega de los Premios Oscar. Dentro de los largometrajes nominados a Mejor Película Documental se encuentran Crip Camp (James Lebrecht y Nicole Newnham, 2020), un acercamiento a las historias de quienes asistieron a un campamento de verano para adolescentes discapacitados a fines de los ‘60; Colectiv (Alexander Nanau, 2019), un recuento de la investigación con la cual un grupo de periodistas pusieron en jaque al gobierno rumano; El agente topo (Maite Alberdi, 2020), la comentada apuesta nacional respecto a un hombre de 83 años que se infiltra en un hogar de ancianos de la comuna de El Monte; Time (Garrett Bradley, 2020), la historia de una mujer que ha pasado más de dos décadas luchando para que su esposo salga de la cárcel; y My Octopus Teacher (Pippa Ehrlich y James Reed, 2020), un retrato de la relación entre un hombre, sus registros audiovisuales submarinos y el pulpo con el cual generó un lazo por medio de dichas imágenes. El presente comentario se enfocará en estas dos últimas producciones.

Comencemos con Time, un documental que, así como su nombre lo sugiere, reflexiona en base al paso del tiempo. En este caso, la ausencia de un padre y la espera de su familia. Fox Rich, su protagonista, es una madre de seis hijos que lucha día a día contra un enemigo poderoso y, aparentemente, implacable: el sistema penitenciario de Estados Unidos. Hace un par de décadas atrás, la mujer robó un banco a mano armada junto a su esposo. Ella salió de la cárcel tras tres años y medio, y él fue sentenciado a sesenta años de prisión. Cuando inician las grabaciones de la película aún quedan cuarenta años para su liberación. Tanto su pareja como la narrativa del largometraje presentan un punto importante a destacar: no se busca demostrar que es inocente, si no acortar su estancia en el centro penitenciario. Ante una condena ineludible, veinte años -de sesenta- se sienten como una vida entera; “se siente como esclavitud”. Si bien para muchas personas es de sentido común que “las vidas negras importan”, este documental manifiesta que hay todo un sistema carcelario que pareciera demostrar lo contrario. Así como el padre se encuentra privado de libertad, su familia se ve privada de un buen vivir.

A lo largo del documental dirigido por Garrett Bradley, vemos el día a día de Rich junto a sus hijos, retratado por medio de cápsulas audiovisuales de su propia autoría, las cuales son alternadas por una serie de registros realizados por el equipo del documental. Por un lado, el registro de imágenes cotidianas captadas por la protagonista gracias a una handycam emergen como cierta forma de empoderamiento con respecto a una narrativa controlada por las leyes estadounidenses que, más que buscar encaminarse a un final feliz, anhela llegar a un pronto final. En palabras simples esbozadas por la protagonista, ella solo “estaba viendo un lugar donde poner la cámara”. Más honesto no puede ser. Por otro lado, la mirada externa del equipo documental se enfoca en una serie de charlas que Rich realiza a lo largo de EE.UU. cuestionando un sistema carcelario que no busca generar cambios, solo aislar a posibles culpables. Así, la rutina de una familia y la lucha de una madre tienen como hilo conductor a un padre; ausente en imágenes, pero presente en cada minuto del relato. En esta historia, todo tipo de material audiovisual ayuda a moldear el tiempo, tanto con fines prácticamente narrativos, como con intenciones simbólicas de acortar una condena que pareciera durar una vida entera.

Continuando con la siguiente historia, My Octopus Teacher es un documental que, a grandes rasgos, retrata el vínculo entre el realizador audiovisual Craig Foster y un pulpo que vive en un bosque de algas. Desde un primer instante, la película reflexiona sobre la idea de que los pulpos son muy similares a los seres humanos, ante la sorpresa de un documentalista que buscaba filmar “lo extraño y lo exotico” del mundo animal. Por medio de una serie de impresionantes imágenes que detallan la vida submarina, Foster plantea sus registros como una invitación a otro mundo. Para él, bucear es como volar y adentrarse en el mar es visitar otro planeta. En una de las primeras secuencias del documental, el realizador/protagonista describe a la fauna marina con cualidades similares a las de un alienígena digno de una historia de ciencia-ficción. Sin embargo, su metodología de trabajo evidencia que, por muy didácticas que sean sus intenciones, él es el verdadero invasor; su lente es la red, el guión es su nave, y él es quien comanda la colonización de un terreno inexplorado por medio de la imagen. Luego de una primera tímida reacción del pulpo que le da título a esta historia ante la insistencia audiovisual de Foster, el narrador de la historia toma una decisión radical y se pregunta “¿qué pasa si voy todos los días?”. Acto seguido, el documentalista responde su interrogante retornando al lugar del encuentro con el octópodo diariamente, por casi un año completo.

Respaldado por las impresionantes imágenes que captura en sus jornadas de buceo, el realizador audiovisual presenta al pulpo como un ser majestuoso, misterioso y, bajo su mirada, tremendamente humano. A pesar del acercamiento lúdico -pero que no se aleja mucho de una presentación especial televisiva de National Geographic- realizado por Pippa Ehrlich y James Reed, cuesta ver esta producción sin tener en mente al depredador que captura por medio de la imagen: el humano, el único animal con la habilidad de narrar. En una secuencia en particular Foster registra la persecución entre un tiburón y su querido pulpo. No le interesa intervenir, sólo registrar. Quizás en historias en donde humanos se registran entre sí es mucho más aceptable el registro de una cámara quieta, contemplativa y que no busca alterar la realidad capturada. En este caso primó tanto el poder humano como el poder de la imagen. Ambos seres acuáticos fueron presos de un lente depredador que, por medio de un astuto trabajo de edición, nos ayuda a empatizar en todo momento con el narrador de esta historia, quien lentamente se revela como el verdadero protagonista, en desmedro del titular pulpo profesor quien le enseña “cómo ser humano”. Parafraseando las palabras del cineasta y biólogo francés Jean Painlevé, es como si estuviésemos obligados a antropomorfizar todo porque, de otra manera, no nos podríamos apropiar de nada.  

A medida que My Octopus Teacher se desarrolla, vemos como el pulpo forja una especie de relación con el realizador/protagonista. Sin embargo, no puede dejar de sentirse como algo mediado, forzado y encapsulado por medio de sus imágenes. En Time, por el contrario, las imágenes de carácter documental emergen tanto como la denuncia de un sistema que le da la espalda a la comunidad negra, como una forma de conexión entre una familia fragmentada. Puede resultar algo arbitrario reunir ambos documentales en un texto, sobre todo teniendo en cuenta el hilo conductor inicial: ambas obras comparten nominación a un mismo premio de la Academia. Sin embargo, hay muchos puntos narrativos en común que surgen luego de pensar las películas a la par. Tanto Time como My Octopus Teacher narran la historia de seres vivos que no están en control de sus narrativas audiovisuales, pero que trascendieron por medio de la imagen, y cuyas vidas conocemos a través del impacto que estas generaron en sus seres queridos: la ausencia de una figura paterna es graficada por medio del testimonio de su esposa y sus hijos que soñaban con verlo, y el realizador audiovisual que perseguía al pulpo aclara algo similar en un momento en donde asegura que “dormía y soñaba con este animal” constantemente. Para el alumno del pulpo, filmarlo semanalmente resultaba extenuante y, en sus palabras, los hechos que ocurren al final del documental -que prefiero no revelar- significan para él un gran alivio. Para la familia del condenado, el sólo hecho de recordarlo por medio de lo audiovisual implicaba otro gran alivio, sobre todo considerando la cuenta regresiva para su eventual liberación. Los protagonistas de ambas narrativas anhelaban un final, pero ambos con distintos fines. Dicho esto, queda en manos del espectador el juicio con respecto a si es que los medios documentales estuvieron a la altura para justificar dichos finales.

Time. Dirección: Garrett Bradley. Fotografía: Zac Manuel, Justin Zweifach. País: Estados Unidos.Año: 2020.  Duración: 81 min.

My Octopus Teacher. Dirección: Pippa Ehrlich, James Reed. Guion: Pippa Ehrlich, James Reed. Fotografía: Roger Horrocks, Craig Foster. Año: 2020. País: Sudáfrica. Duración: 85 min.