Luis Ospina: "Ninguno de nosotros quería crecer"

Ganadora de la competencia documental de Ficviña 2016, Todo comenzó por el fin es la última película de Luis Ospina desde esa joya del mockumentary llamada Un tigre de papel (2007).  Junto con ser un documental sobre la escena de Cali surgida a fines del sesenta con nombres como Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Sandro Romero es a su vez un documental autobiográfico donde la vivencia personal se monta con lo histórico, haciendo una revisión rigurosa del archivo personal, cinematográfico y público de la escena de Cali.  Es sin duda la summa cinematográfica de Ospina en la que se ponen en relación algunas constantes de su obra: la cinefilia, la ciudad de Cali, la enfermedad, la muerte, el archivo.  Durante su reciente paso por Ficviña pudimos conversar y analizar algunos temas presentes en él. Para una revisión completa del documental ver el comentario de Álvaro en Informe Ficviña.

 

Iván:  Todo comenzó por el fin dura tres horas y media, pero se pasan volando. Es una novela-río por donde pasan muchos personajes e historias. Yo pensaba un poco en el tiempo del montaje que debe de haber sido en principio de muchas horas...

Luis: Muchísimas y espaciadas, principalmente por dos razones: por salud y porque la persona que trabajaba conmigo en la edición, Gustavo Vasco,  vive entre París y Colombia, entonces montaba un largometraje allá y volvía. Y una tercera razón también, a mí me gusta trabajar así como comen los gatos, que vienen y comen un poquito, se dan una vueltita. Entonces, el montaje fue muy largo, también por la clasificación del material. Yo siempre trato de hacer un cálculo de cuánto tiempo dura el montaje de mis películas.  Y en esta creo que entre organizar el material y el montaje en sí fueron 2500 horas, repartidas más o menos en dos años.

Iván: Todo comenzo por el fin es como una máquina que se va apropiando de todo cuanto encuentra a su paso. A su vez hay muchas voces. Está tu voz, pero tu voz va cediendo lugar también a muchas otras voces...

Luis: Esa fue la parte que más me estaba costando trabajo, es que a mí no me gusta mi voz, y no sé leer bien el texto escrito. Entonces no sabía cómo establecer mi voz en la película. Por eso recurrí a las imágenes de las películas familiares que filmó mi papa y a contarlas casi como si fuera un niño. Y un poco como el cine mudo que es con intertítulos. Esta era mi casa, este era yo, frases muy cortas y así ya la  película establece una primera persona, pero no hablada, con un texto leído y a partir de ahí ya no me importaba el sonido de mi voz.

Iván: Yo pensaba también en la dificultad  de montar en términos de la distancia que tiene el relato. Eso porque tiene dos cosas, es muy personal y arrojado. Pero a la vez tiene distancia para construir toda esa historia, como si el personaje tuviera un conflicto central que se desarrolla. ¿Cómo hiciste para resolver ese tema que está entre lo biográfico y lo que debe ser contado, lo que debe ser narrado?

Luis: Mis películas siempre han tenido algo de autobiográfico, pero más que todo a través de personas interpuestas, escoger un sujeto con el cual yo me identifico y me meto en el mundo de él. En esta película el reto era más grande, porque yo era parte de esta tríada fundacional del grupo de Cali junto a  Caicedo y  Mayolo. Entonces inicialmente el proyecto no contemplaba que yo me iba a enfermar en el transcurso de la película. Porque realmente yo me enfermé el primer día de rodaje, que es el día este del almuerzo que está filmado. Incluso hay algunas escenas donde yo me veo bastante ojeroso, y eso fue lo que cambió mucho la película, porque iba a ser inicialmente más expositiva.  Al verme yo en una circunstancia imprevista y literalmente de vida o muerte,  decidí incorporarla. Entonces llamé a mi amigo Rubén Mendoza y él me prestó una camarita que es la que sale ahí. Y ahí ya se volvió una cosa sobre ese presente, el desarrollo de una enfermedad. Y entonces comencé a guardar también las imágenes que tomaban de adentro de mi cuerpo. Las endoscopias, y al final de todo, recorrí toda la historia clínica que eran como más de 38 páginas, y eso sirvió para yo encontrar las frases que se van leyendo de diagnósticos clínicos y de protocolos médicos. Que entre paréntesis hace poco me encontré con una familia de cirujanos, tres cirujanos: hombre, mujer y el hijo. Y el padre se especializaba en esa cirugía que a mí me hicieron y me dijo que toda la parte médica estaba muy acertada. Incluso pues hicimos una cosa que generalmente no se hace, es que grabamos superficialmente algunas de las visitas con el médico con un celular. Pero claro, para conservar el anonimato del cirujano, agarramos unos materiales de archivo de una película médica norteamericana e hicimos que el lipsinc coincidiera. También se recurrió a esas imágenes de archivo de médicos porque era prohibido filmar en cuidados intensivos, sobre todo.

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Iván: Me parece que la película presenta también un esfuerzo histórico en términos de recuperar la historia del grupo, pero también el de discutir algunas versiones y ajustar cuentas. ¿Qué te parece que fue lo que se mitificó del grupo de Cali?  ¿Y qué estaba en juego en términos de grupo humano?

Luis: Digamos que lo primero que se mitifico de este grupo obviamente fue la figura de Andrés Caicedo. Por su muerte tan joven, porque el día que se murió le entregaron el primer ejemplar de la novela Que Viva la Música, que se volvió un mito en sí, que la leen de generación tras generación. Yo de alguna forma contribuí a ese mito haciendo una película sobre él nueve años después de su muerte, en una situación parecida a Todo comenzó por el fin, donde yo reúno en mi casa a los amigos cercanos de él y se habla sobre su vida, su muerte, su obra. Casi como si fuera un entierro. Posteriormente la película Agarrando Pueblo se ha ido mitificando, sobre todo 30 años después ya es una película que ha pasado la prueba del tiempo y casi todos los estudiantes de cine de Latinoamérica y en España la han visto porque sus maestros se la han mostrado, porque es una película que trata sobre un tema que no ha pasado de moda que es la porno-miseria. Esa película digamos se tardó 30 años, el mito de Andrés Caicedo también se demoró 30 años en volverse más universal, porque él murió prácticamente inédito, sólo había publicado un libro.  Y las editoriales fueron muy miopes y creyeron que eso era un fenómeno local. Solo a partir de las traducciones, el lanzamiento del libro en Argentina, sobre todo, y ya las versiones en inglés, francés, italiano, finlandés, portugués, llegó  tardíamente. Y también Mayolo en sus últimos años se fue mitificando, lo fueron mitificando, porque pues, todos los jóvenes veían a este, un viejo maestro del cine, y él se dejó filmar mucho, tal vez demasiado. Hubo unos cortos documentales sobre él, a veces no muy afortunados porque lo filmaron en condiciones bastante lamentables, ya de salud, de lucidez, de drogadicción. Entonces ya el colmo de la mitificación fue cuando una vez yo prendí el televisor y me encuentro esta telenovela que incluí en la película, donde se nos representa. Y eso ya es, si uno ya se vuelve parte de una telenovela, ya no es no solo una mitificación, sino un manoseo de las personalidades nuestras, por eso decidí incluirlo.

Iván:  Cruza a lo largo del documental un tema que ha estado presente en otros trabajos tuyos: la enfermedad y la muerte. Yo recordé el documental que realizaste sobre el pintor Lorenzo Jaramillo.

Luis: Curiosamente, no encontré ninguna escena de la película que hice sobre la muerte de Lorenzo Jaramillo, que es la que estaría más relacionada con el tema de la enfermedad y la muerte. Yo revisé toda mi filmografía y la del grupo a ver cómo se podían usar esas películas para hacer avanzar la narración. Por ejemplo, cuando en Soplo de Vida (1999) el personaje dice que tiene cáncer, pues eso me sirve para contar la historia del cáncer.

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Iván: Decías también en una charla la presencia de la destrucción y la autodestrucción...

Luis: A largo y a corto plazo...

Iván: …a largo y a corto plazo, con estas dos figuras que son Carlos y Andrés, y después la enfermedad, pero finalmente el trazo como de la muerte que recorre toda la película. Estos personajes, estas personas que, al parecer, eran muy contradictorios en sí mismos, ¿no? Que a pesar de toda esta creatividad, había un impulso…

Luis: Autodestructivo.

Iván: Sí, eso es muy fuerte. Y eso es algo que como espectador queda...

Luis: Por ahí yo escribí un texto sobre la película donde hablo del duelo, de que muchos documentales tratan sobre el duelo. Porque los documentalistas siempre estamos trabajando con cosas que están cambiando o en tránsito de desaparecer. Y desde luego, la famosa frase de Cocteau que “el cine filma la muerte trabajar”. En esta película se ve muy evidente. Se ve la gente en todas las etapas de su vida, el cambio que hay en las caras, todo, en el físico. Porque también es una película sobre el “síndrome de Peter Pan” entre otras cosas, porque ninguno de nosotros queríamos crecer. Entonces por eso en esa época no nos reprodujimos, nos desclasamos, y de alguna forma conformamos una familia. Una familia disfuncional, que es a la conclusión que trata de llegar Sandro Romero al final de la fiesta cuando lo entrevisto. Porque desde luego todos esos apelativos como el grupo de Cali o Caliwood son posteriores. Nosotros nunca nos sentamos a decir ‘bueno, vamos a fundar el grupo de Cali’. No, nosotros simplemente lo fuimos haciendo, y ya los críticos y los historiadores son los que han dicho todo esto. Y lo de Caliwood sí surgió pues de un chiste, en alguna de esas fiestas locas, al punto que no sabemos quién se inventó el chiste, que dijimos si en India hay Bollywood, por qué en Cali no puede haber Caliwood. Y en parte pues también por eso metí esa frase Mekas, que dice que la historia del cine es invisible, que se trata solo de un grupo de amigos que se reúnen para hacer lo que les gusta. Los epígrafes son muy importantes en la película. El epígrafe de Thomas Wolfe al final del capítulo que dice "no podemos regresar a casa", que es una doble alusión, una a Nicholas Ray, al título de su última película, y al libro de Thomas Wolfe, que es un tema que existe desde el principio de los tiempos, desde Homero ya está la imposibilidad de volver a casa, que es la imposibilidad, entre otras cosas, de regresar al pasado.

Iván: También mencionabas que la película se hace posible porque tienes el síndrome de Diógenes respecto al archivo y la acumulación de cosas. Y ahí aparece otro de los temas de la película que es la sobrevivencia, el sobrevivir...

Luis: Sí, y también hay uno que es como el analista, que es el de la generación más joven, que es Oscar Campo. Él es el que trata de teorizar un poco sobre las cosas porque él era más joven que nosotros y tiene una visión más distanciada. Él sí fue muy amigo de Andrés, pero no muy amigo de Mayolo, por ejemplo. Él fue alumno mío, entonces también había una distancia de años entre nosotros. Él sale en todas las etapas de su vida con diferentes peinados, analizando las cosas, el cambio de la ciudad, todas esas cosas.

Iván: Algo que aparece en la película es la caracterización de Mayolo como artista. Sales diciendo que es un artista de chispazos creativos...

Luis: Yo hago una distinción. Que Caicedo era un genio (y eso lo supe yo desde que lo conocí, desde que comencé a leer sus escritos y su crítica de cine) y Mayolo era genial. Tenían dos personalidades muy diferentes, uno muy tímida, muy torpe;  Mayolo un tipo súper extrovertido, muy seguro de sí mismo. Uno nació con la muerte adentro y el otro nació con demasiada vida. Mayolo es una persona que tenía demasiada vida. Yo no sé si aquí en Chile tienen de esos animales que son parecidos a los grillos, que gritan. Nosotros tenemos las chicharras que hacen un ruido chchch hasta que explotan con el calor.