Adiós a la Reina (Benoit Jacquot, 2012)

Adiós a la Reina, del director francés Benoit Jacquot, se presenta por fin en Chile como estreno exclusivo de Cine UC, y aunque sea más de 2 años después de su estreno en Berlín, ha concitado cierto interés en la audiencia asidua a ese cine menos masivo y predecible de las grandes salas. Se trata de la adaptación cinematográfica del exitoso libro del mismo nombre, escrito por Chantal Thomas.

Ambientada en el París de 1789, o mejor aún en el Versalles de julio de 1789, el filme relata los últimos días en que Sidonie Laborde (Lea Seydoux) una reservada y enigmática joven, puede estar junto a su reina, justo cuando ésta, por su parte, encarna los últimos días del Ancien Régime. Sidonie forma parte del exclusivo séquito de María Antonieta (Diane Kruger), con la función específica de leer para la reina lo que fuera que ésta le pidiera según su estado de ánimo. Y aunque pasa buena parte del tiempo inadvertida para “la austriaca”, ha llegado a sentir por la reina una devoción tal que la hará capaz de sacrificios que no imagina.

La película ubica a sus protagonistas en los días inmediatos a la toma de la Bastilla, y relata a través de las vivencias de esta joven, cómo se vivió al interior de palacio la arremetida revolucionaria, y en particular el miedo y el caos que se apoderó de todos los rincones de Versalles, tanto entre los nobles y encumbrados habitantes como entre los sirvientes. En ese caos, María Antonieta preparara su huida, pero le preocupará especialmente proteger a su amante, la duquesa de Polignac (Virginie Ledoyen), por quien siente una pasión que Sidonie logra comprender muy bien. Sidonie vive en silencio este amor, y comprende perfectamente lo que María Antonieta siente por la duquesa. Pero será esta lealtad incondicional, lo que permitirá a la reina aprovechar la ocasión para sacar a Gabrielle de Versalles con el menor riesgo posible para su vida…. la forma de hacerlo, sin embargo, resultará grotescamente pérfida y cruel para Sidonie.

Adiós a la Reina es antes que un drama histórico, una historia personal marcada por sucesos históricos, en que el amor no correspondido e incluso maltratado que Sidonie le profesa a María Antonieta, se verá expuesto a la luz de violentos y radicales eventos que poco tienen que ver con ella. Una historia en que la devoción de esta chica por su reina y la terrible e insoportable idea de no volver a verla, le hará tolerar el egoísmo y la frialdad de una mujer caprichosa, que se exhibe así en su versión más cruel, cuando le pide que tome el lugar de su amante en su huida de Francia, para evitarle una segura muerte a manos de esa masa revoltosa que nunca se ve, pero cuya presencia es insoslayable.

Desde el breve espacio que ocupa este amor platónico e incondicional, en el pequeño mundo del Pequeño Trianon, y en medio de esta burbuja que es Versalles, el filme permite proyectar los primeros efectos de la revolución, cuando nada aún está muy claro, cuando el Rey aún cree que basta bajarse de su trono y acercarse al pueblo para detener la caída. Las conversaciones bajas, los rumores, las pequeñas traiciones, los actos desesperados de última hora, los resentimientos guardados que finalmente afloran, todo eso presenciará el espectador y le dará una buena idea de lo que muy probablemente ocurrió en Versalles esos días. Nunca saldremos de ese entorno, y la revolución y los primeros indicios de la guillotina, se sentirán como un gran fuera de campo.

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La película está acertadamente ambientada y con una fotografía lo suficientemente cuidada como para evocar las luces y sombras del Versalles que comienza a desplomarse, literalmente sobre las cabezas de sus residentes. Las actuaciones están igualmente bien logradas. La María Antonieta de Kruger es a la vez bella, frágil y despiadadamente frívola; los rasgos que han definido a esta mujer y que la han convertido en uno de los personajes menos queridos y a la vez más fascinantes de la historia, están todos puestos allí y desde ese punto de vista, el filme resulta sumamente efectivo, tanto como lo es para dar un vistazo a ese momento histórico desde el ángulo íntimo de un personaje secundario y menor como es el que representa Sidonie.

Más allá de la fidelidad que pueda guardar con el libro y el hecho de basarse en él, la película por sí sola es una producción notable y original, potenciada por una excelente cinematografía, y buenas actuaciones. Sin duda valió la pena el tiempo que hubo que esperar para verla en nuestro país.

Elena Valderas