La novia del desierto (2): Pasajera en trance

Si bien tanto Cecilia Atán como Valeria Pivato acumulan una amplia experiencia dentro de la cinematografía argentina de los últimos años, llama la atención que su debut como directoras se distancie de los filmes en los que aprendieron el oficio. A pesar de haber trabajado anteriormente con realizadores como Campanella y Goldfrid, en La novia del desierto se apuesta por una historia de ambiciones, y presupuesto, bastante menos abultadas. Aunque se podría extrañar algún tipo de riesgo formal, queda claro que el relato de Atán y Pivato propone centrarse más bien en la exploración de su personaje y en los detalles que componen una historia pequeña. Esta sencillez narrativa es el elemento que permite encontrar intimidad en una cinta llena de espacios y personajes en “transición”.

La novia del desierto comienza con el viaje de Teresa (Paulina García) rumbo a su nuevo trabajo. Después de desempeñarse durante años como empleada en una casa en Buenos Aires, la familia le ha ofrecido un nuevo trabajo en el hogar de unos conocidos en San Juan. Antes de llegar a su destino, un inconveniente del bus la obliga a esperar por horas  un nuevo transporte en la localidad de Vallecito.

Posteriormente, Teresa se dedica a recorrer el pueblo para matar el tiempo de espera. Mientras se prueba ropa en un furgón, la llegada de una fuerte tormenta la obliga a bajar rápidamente del vehículo, olvidando su bolso dentro. Al día siguiente se verá forzada a encontrar a Gringo (Claudio Rissi), dueño del puesto de ropa en que olvidó sus pertenencias. Una vez que Teresa logra dar con él, y después de comprobar que el bolso no se encuentra donde creía, la película tomará la forma de una road movie en la que ambos recorren los distintos sitios en que se podría hallar el bolso.

La simpleza de la trama recién descrita refleja parte de las intenciones de las directoras. Más que centrarse en la particularidad de su anécdota, La novia del desierto posa gran parte de su dramatismo en la evolución de Teresa como personaje. La acumulación de elementos que la dejan atrapada en Vallecito (el bus averiado, la tormenta, un bolso perdido) funcionan como una serie de trampas narrativas que obligan al personaje a quedar inmóvil en un nuevo lugar. Teresa, si bien es la protagonista y centro de la historia, habla muy poco durante la película. Se nota que posee cierta resistencia a la hora de empezar conversaciones con los lugareños. En medio de sus andanzas, la película empieza a introducir una serie de flashbacks de su vida en Buenos Aires. Durante estas escenas se muestra la mínima interacción que Teresa ha mantenido con el mundo por fuera de su trabajo. Se trata de un personaje que ha encontrado una estabilidad mental y física a través de resistirse al cambio, siendo el viaje su primer desajuste en años.

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La presencia de Gringo será uno de los principales factores que provoquen su transformación interna. Si Teresa conoce la seguridad gracias a establecerse en un lugar, Gringo funciona como contraparte gracias a su rol de camionero. El inesperado ayudante de ruta no posee ninguna atracción por las ataduras del lugar fijo, por lo que su personalidad carismática sirve para cuestionar el gusto de Teresa por lo inmóvil. A medida que ambos personajes transitan por distintos sectores y personajes del pueblo, Teresa empieza de a poco a bajar la guardia ante la posibilidad de abrirse frente un extraño.

Los amplios planos con los que la cinta comienza, en los cuales vemos a Teresa perdida en medio del paisaje desértico, comienzan a ser reemplazados por planos de mayor intimidad dentro de espacios cerrados. Sin embargo, esto no significa que la cinta derive demasiado hacia una potencial historia romántica. Los planos se centran prácticamente siempre en Teresa, dejando por lo general al resto de los elementos fuera de foco. Incluso la aparición de Gringo, como se ve en el tramo final, se justifica para detonar la evolución interna de la mujer. 

A pesar de la mencionada discreción formal, el manejo de la distancia hace que La novia del desierto funcione en varios niveles. Más que una película de “historia mínima”, se trata de una obra que centra todos sus elementos en la transformación de su personaje principal. Que la historia comience con un incidente que deja a Teresa en una “transición” interrumpida es reflejo de esta idea. La sutileza de la interpretación de Paulina García ayuda a conseguir que la metamorfosis sea gradual. El desajuste, la potencialidad del movimiento y las variantes logran desacomodar un personaje cuya historia de vida, sumada a la posición comúnmente asignada a las mujeres después de los cuarenta, había condicionado a cancelar cualquier apertura al cambio.

 

Nota comentarista: 7/10

Título original: La novia del desierto. Dirección: Cecilia Atán, Valeria Pivato. Guión: Cecilia Atán, Valeria Pivato. Fotografía: Sergio Armstrong. Montaje: Andrea Chignoli. Reparto: Paulina García, Claudio Rissi. País: Argentina, Chile. Año: 2017. Duración: 78 minutos.