Informe Ficviña 2016 (2): Perut + Osnovikoff

Muchas veces la organización de retrospectivas es considerada como una actividad paralela de los festivales, siempre detrás del protagonismo de las películas de estreno, que serían las verdaderas protagonistas de los festivales. Sin embargo, y si es que uno se decide a seguir una por completo, pueden conseguir luz propia y convertirse en uno de los puntos altos de un festival. En el caso de Ficviña y su enfoque latinoamericano ya se pudo apreciar con la notable retrospectiva del mexicano Arturo Ripstein la edición pasada, y este año vemos de nuevo como se consagra la sección “Foco de autor” con las retrospectivas dedicadas al colombiano Ciro Guerra y a la dupla chilena conformada por Bettina Perut e Iván Osnovikoff. La retrospectiva no solo representa una forma de organizar momentos en la obra de un autor, sino que presentan al espectador un formato ideal para formarse un mapa parcial de los rasgos autorales en una obra, de las intenciones y exploraciones particulares de los directores. En estos visionados intensivos, y normalmente cronológicos, uno empieza a armar con cada nueva película una idea de evolución autoral, de cambios de estrategias para afrontar las mismas obsesiones, o refinamiento de los mismos mecanismos. Este visionado intensivo no solo puede ser la mejor introducción a un autor no visto, sino que además es muchas veces la única oportunidad de ver en pantalla gigante algunas obras sin recorrido comercial. La retrospectiva de Guerra representó una oportunidad única en nuestro país para ver el resto de la obra de un director reconocido principalmente por la exitosa El abrazo de la serpiente (2015), y el foco de Perut y Osnovikoff fue, para mí, la oportunidad perfecta de adentrarme en la obra de una pareja de directores de los que tenía varias referencias, pero que no había tenido la ocasión de ver. Paso a dejar un par de impresiones de esta última retrospectiva, ya que no solo fue la programación que más disfruté en esta edición del festival, sino que fue la única que tuve la oportunidad y dedicación de seguir en su totalidad.

unhombreaparte

El “Foco de autor” de Bettina Perut e Iván Osnovikoff fue programado durante cuatro días seguidos y consistió en 4 de sus películas más reconocidas. La película inaugural de la retrospectiva fue Un hombre aparte (2002), y entré a verla sin saber de que trataba. Me encontré con una cinta que te sacaba de cualquier espacio de comodidad y que te confundía constantemente. La cinta sigue a Ricardo Liaño, ex-promotor de boxeo del período de éxito de Martín Vargas, en sus intentos por volver a ser millonario “en dólares” (como él mismo aclara), por fundar una organización internacional contra el consumo de drogas y por realizar una película ficción inspirada en su vida. El discurso de Liaño se mueve constantemente entre distintos delirios y proyectos ingenuamente ambiciosos. Es difícil distinguir que tanto de la versión que tiene Liaño de sí mismo es cierto (afirma ser amigo íntimo de una serie de celebridades internacionales que cuesta creer), pero deja claro que su versión actual, pobre y lejos del éxito, es inaceptable como realidad. Cuando el posible guionista de su película biográfica discute con Liaño respecto a cómo incluir el momento del declive, éste reacciona negando su decadencia y despreciando la idea. Se menciona la posibilidad de una segunda película paralela de un hombre incapaz de distinguir realidades después de haber pasado por un momento de éxito. Mientras que la primera película imaginada por Liaño queda inconclusa (como todos los proyectos que le vemos empezar durante la obra), la segunda versión imaginada por el guionista tiene varios alcances con la cinta que estamos viendo. Esta escena resume varios de los temas que Perut y Osnovikoff encuentran en la vida de Liaño. La resaca del éxito termina en una locura que nos lleva a preguntarnos por las posibilidades de subjetividad frente a una misma historia. El acercamiento de los cineastas a Liaño sugiere la misma preocupación. Desde la primera película que me tocó del foco pude notar una constante pregunta sobre dónde posicionar la cámara. Un hombre aparte no se preocupa por mostrar la realidad más inmediata y desnuda, como muchos le piden al documental, sino que revela su búsqueda por el encuadre, la puesta en escena y los planos pensados como elemento de montaje. La visión de Perut y Osnovikoff está presente durante toda la cinta y está completamente lejos de los códigos invisibles del reportaje televisivo que tantas veces vemos colados en documentales de festival.

noticias

Noticias (2009) confirmó y profundizó varias de las impresiones que saqué de Un hombre aparte. En este caso el impacto y la incomodidad fueron aún mayores. La cinta sobre Liaño, a pesar de esta constante búsqueda de punto de vista, poseía un lenguaje relativamente más clásico y asimilable con su idea de “retrato” y seguimiento constante del mismo personaje. En el caso de Noticias la narración se volvía coral y más complicada. ¿Cómo conectar las imágenes de unos monos de zoológico con un equipo de noticias regionales? ¿O el volcán Chaitén humeando con distintos peritajes de una brigada de homicidios? Estas preguntas quedan a completa disposición del espectador, que poca pista tiene de la idea de la cinta más allá del sugerente título “Noticias”. Este título lleva a realizar una constante comparación entre la fabricación del lenguaje de noticiero y la fabricación de las propias ideas de montaje de la dupla. Vemos en una escena cómo el camarógrafo del noticiario graba esquinas o hace paneos de calles en el lugar del crimen que está reporteando y luego cómo prepara planos para el montaje de la noticia. Mientras que los periodistas ignoran el cuerpo de la evidencia, Perut y Osnovikoff nos sitúan frente a distintos cuerpos muertos en planos con una cercanía a la que es difícil acostumbrarse. Varias de las sensaciones incómodas de Un hombre aparte se repetían en una cinta que te obliga a ver hacia dónde acostumbramos a desviar la mirada. Perut y Osnovikoff nos muestran directamente el cuerpo de la noticia que el noticiario ignora y nos dejan conectando estos diferentes escenarios que parecieran tener poca relación. Las preguntas respecto a cómo y dónde ver se repiten en una obra que cambia bastante las estrategias de la cinta anterior de la retrospectiva, pero que nuevamente lleva a cuestionamientos respecto a la mortalidad y la pesadez del cuerpo.

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La muerte de Pinochet (2011), en cambio, incluía un poco de los dos formatos anteriormente descritos. También es una película coral como Noticias, pero se centra en distintos personajes a modo de “retrato”. La puesta en escena y el juego con el encuadre se hacen aún más evidentes. El uso de lentes macro cambia la clásica fórmula de cabezas parlante por la de bocas y dientes. La pantalla gigante exageraba la sensación de extrañeza que causaban las mandíbulas de los entrevistados con tanto detalle. Mientras adoraban o repudiaban a Pinochet (dependiendo el personaje) uno podía apreciar las líneas de los dientes o los puntos de entrada de barba y bigote. De nuevo Perut y Osnovikoff forzaban a mirar donde no acostumbramos, y mezclaban la impresión que da la palabra apasionada con el gesto y el movimiento de boca. El acto físico de hablar se presenta con el mismo detalle que el discurso, y provoca de nuevo una sensación incómoda que obligaba a realizar conexiones poco comunes. La muerte de Pinochet deja una sensación de trauma que pocas películas del tema han logrado. Sentir una violencia que impresiona en entrevistados defensores de la dictadura es algo que hemos visto en más de un registro, pero La muerte de Pinochet me dejó en cambio una sensación más general de locura. Con la tercera obra del foco me quedaba claro cómo el punto de vista de cámara es una de las grandes exploraciones de la obra de la pareja. Ver elementos en contrapicado, o con lentes macro que nos hacen ver los detalles de cosas pequeñas agigantadas en la pantalla, nos obliga a probar nuevas formas de ver elementos conocidos.

surire

La última obra del foco, que es también la última obra de la dupla, fue el cierre perfecto de este visionado intensivo. Surire (2015) desarrolla y profundiza los mismos elementos, al mismo tiempo que parece abrir un camino nuevo en su obra. El formato caleidoscópico de sinfonía de ciudad que se encontraba en cierta forma en Noticias se repite y maximiza en el desierto de Surire. Formalmente se continúa con el uso del plano fijo, los lentes macro y la fragmentación de los espacios y los cuerpos. A estos elementos se añade una exploración plástica del cuadro, donde las distorsiones visuales producidas por el calor hacen que algunos fondos parezcan manchas, casi pinturas en movimiento. La primera media hora de Surire solo recorre paisajes y juega con cuerpos y vehículos pasando frente a estas manchas. La experiencia es completamente sensorial, y a momentos casi sicodélica. A medida que el documental avanza empezamos a posarnos más en los personajes, especialmente la señora Clara. El nivel de naturalidad que logran Perut y Osnovikoff en Surire impresiona al lograr que hasta los perros parezcan olvidarse de la presencia de los directores. Surire es un registro de una forma de vida que resiste en medio del constante paso de camiones y buldócers que amenazan permanentemente con cambiarla. Sin embargo el punto de vista de Perut y Osnovikoff no deriva desde la compasión o el paternalismo, y no se podría clasificar como un documental de denuncia. La exploración de Surire deja registro de estos cambios, pero con sus planos fijos y sin la guía de una voz en off, las conclusiones quedan abiertas por completo al espectador.

Mi impresión general de Ficviña 2016 se vio completamente marcada por el seguimiento de del foco. El resto de las obras visionadas quedarán para revisiones futuras. Solo comentaré que concuerdo con la crítica publicada aquí anteriormente que mencionaba a Aquí no ha pasado nada de Fernández Almendras como uno de los estrenos del año. Pero lo que me llevo de esta última edición de Ficviña es el descubrimiento de una obra rica y compleja, además de las ganas de revisar el resto de la filmografía de Bettina Perut e Iván Osnovikoff.

Héctor Oyarzún