Informe XII Sanfic (2): Cuentos morales, realismo sórdido

De lo visto este año en el 12° Sanfic pasaré a referirme a dos documentales en particular: el argentino Pibe Chorro (Andrea Testa, 2015) y el brasileño Cinema Novo (Eryck Rocha, 2016). También sobre el último filme de Jafar Panahi, Taxi (2015).

El primero es un ensayo que tiene como punto de partida el asesinato de un joven, Gabriel, uno de tantos “pibes chorros”, denominación estigmatizante que la película explícitamente se propone desmontar. Para cumplirlo el documental se vale de múltiples recursos formales para encarar la temática social, dejando en segundo plano la historia de Gabriel, para reposicionarlo hacia el final. Se trata de una estrategia que permite alejarse del primer plano contingente relativo a un caso particular para encarar el tipo de construcción social que engloba a jóvenes delincuentes como Gabriel. De diversa manera se van entregando argumentos que constituyen el tramado social asumiendo una perspectiva crítica. Desafortunadamente en cuanto al nivel táctico de la propuesta es que el documental no consigue un tono a la altura de tamaña intención. La variedad de recursos resulta disímil y la narración se torna algo caótica.

pibe

El ensayo se compone mediante montaje de entrevistas, registro directo, puesta en escena y archivos que constituyen las variadas líneas por las que transita la película. Cada una instancia va presentando aristas que de complejas y atractivas podrían por separado dar pie por sí mismas a documentales distintos. De un lado están las entrevistas con la madre de Gabriel, las perspectivas señaladas por una especialista en derechos humanos, la visión teórica de una académica. De otro están los archivos: los registro de jóvenes que hacen de sí mismos y el registro de las circunstancias en que murió Gabriel. En medio el recitado de un poema y, además, el registro de reuniones vecinales. Con todos esos elementos se logra armar una tesis fuerte que desestima cualquier reduccionismo y obviedad del lugar común. Este último aparece al principio en la encuesta callejera a transeúntes de clase acomodada. Sus respuestas simplistas parecen nada más que la repetición del discurso televisivo y el eslogan político que no se detiene a reflexionar sobre el problema de la violencia, la marginalidad, sus efectos y causas.

En un momento una toma se levanta del nivel de la calle hasta convertirse en una toma aérea. Lo que se veía en principio como la calle de una población popular que da a un muro se convierte en la imagen de dos realidades, dos extremos contiguos aunque divididos y apartados por esa muralla que los delimita. Esa visión panorámica destruye cualquier metáfora excéntrica del conurbano porteño al presentar la yuxtaposición de la desigualdad social. La fuerza de esa imagen demuestra la fuerza del cine para poner en movimiento una constatación que por consabida se ha vuelto invisible.

En otro sentido, evidentemente emotivo, el testimonio de la madre al cierre del documental señala todo lo que hay tras esa imagen de la injusticia. Con dolorosa sabiduría la mujer relata lo sucedido con su hijo y la imposibilidad de la justicia de los que no tienen derechos. Ella señala que jóvenes como su hijo están condenados desde el momento que nacen. No hay instancias efectivas para superar el estigma social social de la pobreza, la delincuencia y la violencia. Todo el aparato social está dispuesto para que así sea. Por tanto la única posibilidad no se encuentra en el recurso judicial o la venganza por los propios medios, consiste simplemente en la compresión del problema, en la toma de conciencia.

Cinema Novo, en tanto, es un ensayo sobre dicho movimiento cinematográfico que se dio en Brasil más menos entre fines de los cincuenta y principios de los sesenta. El hijo de uno de los directores clave de esa corriente, Glauber Rocha, presenta footage de filmes y entrevistas televisivas de los directores del cinema novo armando un recorrido que es tanto temporal como temático. Concienzuda introducción al movimiento deja en claro la fuerza y los animadores que de autores pasan a ser verdaderos agitadores sociales desde la trinchera del cine comprometido. El documental de Rocha hijo no cae en la nostalgia ni la elegía, lo que hace es rescatar imágenes claves, motivos fuertes y pregnantes, demostrando que el cinema novo fue -y esa sería su gran enseñanza- un cine del presente, por ponerlo en una fórmula de Serge Daney. Impresiona que la atención hacia la figura humana, hombre, mujeres, niños llenos de vitalidad, presentes antes y ahora como representantes de un pueblo que nunca faltó, que siempre ha estado ahí (si pensamos en otra fórmula, de Deleuze). Demostración de que el cine es un aparato que embalsama el tiempo no como un mausoleo sino como un esplendor vital que no decae, Cinema Novo nos recuerda que el cine ha dejado muchos caminos inconclusos que no por lejanos o abandonados no merecen ser retomados y reactualizados.

83.-Taxi-Teherán

 

Taxi, de Panahi vuelve una vez más sobre tópicos del cine iraní, la conjunción de realismo documental y ficción, actores no profesionales, historias mínimas, adultos y niños, el auto como locación móvil y eje de la cámara. En esta ocasión Panahi da vueltas por Teherán haciéndose pasar por taxista y registrando las impresiones, situaciones y comentarios de los pasajeros captados por una pequeña cámara en el tablero de conductor. La acción dura más menos el tiempo real del metraje (80 minutos) y supone un trabajo “encubierto” del director, encarcelado y luego liberado pero con la imposición de no realizar películas durante 20 años. el taxi que maneja viene a ser más bien un colectivo, ya que suben distintos pasajeros en un mismo trayecto y permite que entren en dialogo. De esta forma se va dando cuenta de diversas opiniones sobre lo que sucede en el país. El realizador, no actúa como provocador, no interroga, habla solo cuando es interpelado y deja a los demás que se explayen. Asume un rol protagónico -es el único que aparece todo el filme- pero como si fuese un documentalista deja que la situación suceda y los personajes se abran. Es reconocido por algunos de los que se suben al auto, instancia que permite que se abra la interrogante de si lo registrado está guionizado o no. La faceta que abre la sospecha de los personajes sorprendidos por el director al volante y la cercanía de otros que sí lo conocen -un amigo, una sobrina, una mujer abogado- pone de manifiesto que tal sospecha se expande más allá del recurso fílmico. El director lleva el volante pero no hay casting reconocido: no hay títulos que indiquen quienes son ni alguna indicación de equipo humano y técnico realizador. La película está hecha con lo que vemos, un auto, una cámara semi-escondida y personas que se interpretan a sí mismos. Un gesto mínimo y subrepticio de un realizador que ingeniosamente desobedece el dictamen judicial que lo suspendió profesionalmente.

Panahi no puede dejar de hacer películas y en tono leve quiebra las reglas impuestas por el gobierno iraní a la producción fílmica. En un momento la sobrina le cuenta que tiene como proyecto escolar realizar un corto. Sin embargo, para que sea aceptado y, por ende, distribuido debe acatar unas reglas que indicó su profesor. Verdadero código de censura, entre otros puntos indica que no debe haber violencia, sangre, nombres que no sean musulmanes y, sobre todo, abstenerse de caer en “realismo sórdido”. Más adelante la niña le pregunta al tío director qué significa aquello, ya que no comprendió la explicación del profesor. Panahi responde señalando que consiste en “una realidad que no es real”, es decir, esquivar cualquier asunto que genere conflicto o sugiera crítica. La subversión de esa norma por parte del filme apunta a que toda realidad en cine es construida pero abierta a lo real, dejando espacio, si se tiene paciencia y buen ojo, para que se cuelen las problemáticas personales, sociales, culturales, políticas, religiosas o cualquiera. Claro está que a Taxi le fue negada la distribución en Irán.

También vi Aquí no ha pasado nada, otro cuento moral sobre cine y sociedad, esta vez relativo a nuestro país, pero debido a su inminente estreno dejo el cometario para después. Solo adelanto que es uno de los mejores estrenos nacionales del año.

Álvaro García Mateluna