Informe XVII Bafici (1): De animales y archivos

Pocos días, escaso tiempo. Se me olvida que es necesario ir de a poco para ir descubriendo vetas, algo así como familiarizarse con el asunto tanteando para afinar visionado. Quizás bajar un poco la expectativa de la Joya, cierta neurosis obsesiva que es parte habitual del comentario de pasillo, intentar disfrutar, aunque en este festival ello pase por estar saludando a quien se cruce cada un minuto, dando interpretaciones por lo general erradas a lo que acabas de ver, o comentando quizás con qué teorías paranoides el entramado político del festival. Visión cargada, caos, algo de esquizofrenia, dar palos de ciego, algo de suerte, quién sabe…

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Ming of Harlem: twenty one storeys in the air de Phillip Warnell me la encuentro recomendada ni bien me asomo a internet, 8 horas más tarde estaré discutiendo sobre ella encarnizadamente. La anécdota es simple a más no poder, Yates vive en un pequeño departamento en NY y decide tener como mascotas a un tigre de bengala y un cocodrilo. Esto, hasta una mordida del tigre. La decisión del director es, por un lado, registrar el testimonio de Yates, realmente, su visión de las cosas y motivación, un personaje bastante delirante, sin mucho límite moral, que cree estar haciendo un bien a los pobres bichos. Por otro lado el director recrea la situación del tigre y el cocodrilo, después me entero que con sumo cuidado en su “hábitat” del zoológico, pero en definitiva, filmación en planos fijos del movimiento de los dos animales, como si de un documental “mosca en la pared” se tratase, esto se va combinando con algunos archivos que dan cuenta del caso a nivel judicial y con los que vamos completando la historia. Es interesante esta división por «bloques», el tratamiento de los animales es completamente otra cosa, como una separación al interior del filme.

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Los primeros minutos lo que moviliza es la curiosidad, pero luego es claro que Warnell apunta a otra cosa, un  extrañamiento y abismo donde aflora una suerte de condición animal, cosa que se ve apoyada -tercer recurso- por los textos en pantalla con citas de los filósofos Jean-Luc Nancy y Jacques Derrida, cosa que algunos pasan por alto, pero que es claro en el documental apuntan a generar un espacio de significación, lo que creo se logra a mí parecer hacia el final desde cierta zona liminar de la razón y la celebración voluptuosa del misterio y la fisicidad. Con todo esto, una obra extraña, que recuerda a ratos Grizzly man de Herzog, aunque inserto en la urbe, es la fragilidad del humano, una reflexión de la condición alienada de las ciudades.

 

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Mucho de esto hay en Bird People de Pascal Ferran, una de las retrospectivas que traía el festival, enmarcado en Francia como país invitado. Sin saber mucho de la obra de Ferran me metí a ver esto que en principio me parecía una comedia romántica de tono naïve sobre personajes solitarios, en este caso, el encuentro en un hotel entre un norteamericano en crisis y una sirvienta, a quien dedica una primera y segunda mitad del filme. La mirada entre desafectada y poética de Ferran se construye en el detalle, por un lado, la estricta construcción visual de los planos de acabada belleza, por otro, en los pasos del plano narrativo al detalle (ejemplo, hojas al viento, o un objeto en la habitación), ello va preparando al espectador a un giro sorpresivo que se da hacia la segunda mitad (y aquí va el spoiler), esto es la transformación de uno de los personajes en un gorrión que vuela por la ciudad. De pronto el filme se “gorrioniza” y nosotros con él, como si de un documental de Jacques Perrin se tratase. Entre la fábula y un tratamiento casi documental, cabe recalcar que el sentido poético del filme se da desde el control de los recursos, hasta diría, del explícito señalamiento de su dimensión ficcional. Ferran, aquí, apunta al poder liberador de la ficción, y el lugar de ese impulso por otra vida posible, la fabulación. Un tema eterno del género fantástico y el cuento infantil, llevado a las urbes contemporáneas, una especie de universal posible. También altamente discutible.

Quizás lo interesante de ambos filmes es la tensión narrativa del animal, una vez que aparece como sujeto de filmación, el cine se ve obligado a «documentar» o llegar a un grado cero vinculado al movimiento, lo físico y lo afectivo. Desde ambos lugares el cine parece filtrar la pregunta baziniana por su ontología.

 

Fowler: ficciones del archivo

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Mi sorpresa personal, ese encuentro que vas procesando con los días, fue con la retrospectiva de Luc Fowler (escondida en una subsección dedicada a Inglaterra). No alcancé a ver mucho pero a lo que llegué me encantó. Fowler trabaja con documental de archivo, reconstruyendo historias culturales, esto lo hace con precisión pero a la vez utilizando el material de forma nada lineal ni ilustrativa. Por un lado, sabe montar heterogéneamente materiales de distinta procedencia, combinando registros más testimoniales con medios audiovisuales, fotografías, audios, siempre huyendo de lo evidente, intentando que el espectador sostenga las relaciones y así ir re-construyendo la historia que se está contando. Por otro, posee una vocación experimental en la forma que tiene de filmar a sus personajes, en el caso de To the editor of Amateur photographer, su último trabajo según entiendo, se trata de reconstruir la historia de The Pavillion, el primer colectivo de fotógrafas feministas donde participaron, entre muchas, Angela Kingston,  Caroline Taylor e incluso Griselda Pollock, pero que Fowler, por vía del montaje y el encuadre sabe desencajar para poner en relación los  recortes y registros.  Son interesantes, a su vez, los dispositivos y estructuras narrativas, como es el caso de darles a elegir una foto a cada una para que hablen de ella y desde ahí reconstruir la historia. Fowler opta por no mostrar la fotografía en ninguna sección cuando se la menciona, sino que la desencaja en el capítulo. Otra cosa notable son los fanzines y foros públicos de los distintos colectivos feministas, aunando fuerzas con sindicatos y grupos sociales, y poniendo en cuestión el lugar “neutral” de la fotografía en el medio social. Fowler nos muestra cómo este clima ayudó a generar una apertura en la forma de comprender la fotografía que llegó a influir a la publicidad y su sexismo.

 

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En el caso de All divided selves (2011) se trata de la historia de R. D. Laing, gurú de la antipsiquiatría que luego renegó de ello, y que acompaña social y culturalmente a toda una generación que se rebela contra los saberes oficiales, el lugar de la familia y la productividad económica, abriéndose luego a la búsqueda de nuevas experiencias, ya sea sexuales como perceptivas. Con un montaje tan trepidante como intelectual en el mejor sentido, Fowler combina nuevamente registros televisivos de Laing, con momentos políticos de la generación de fines de los 60s y los 70s, dando cuenta de un ambiente de transformación cultural y político, el surgimiento de colectivos, espacios, experiencias anti-institucionales. Laing, por su parte, es un personaje fascinante que puede pasar de ser un psiquiatra crítico a un cantante pop y hacia el final un melancólico charlatán. Dos mosaicos de Fowler donde se montan archivos para historizar sentidos y experiencias que configuran el pasado reciente, las motivaciones de colectivos humanos para transformar la vida social de forma radical. Son plenamente documentos pero también ficciones, en el sentido del relato de las formas de construir mundo.

 

Otros

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Cierto entusiasmo generó  por acá The kindergarten teacher  de Nadav Lapid (Internacional) y Above and below de Nicolas Steiner (Internacional). Ambas interesantes: la primera una ficción ambientada  en un clima social y político de euforia afirmacionista del Estado de Israel. En este marco una profesora de kínder descubre a un niño que tiene el don de ser poeta, de recitar poesía y a cuyos padres no les parece importar. La profesora decide protegerlo de su entorno entendiendo que este don poético no tiene cabida en ese momento social, llevándola a tomar medidas desesperadas, lo que lleva al filme a un especie de thriller. El tema es cómo Lapid enfoca el clima opresivo y la locura de todo, donde el hecho poético se ve como un lugar de redención. Otra notable cuestión es la dirección de actores, en un lugar que está entre el gesto mecánico y la desesperación que rodea todo el clima y especialmente está trabajado en torno a la profesora, quien, en su propia línea, es también un personaje cuestionable y psicótico que establece una relación perversa con el niño.

Por su parte Above and below es un documental de varios personajes en paisajes y contextos marginales  y desolados, un grupo algo freak de personajes que viven bajo las alcantarillas de Las Vegas o están retirados en la mitad del desierto por opciones de vida (uno de ellos un homeless decidido a vivir esa vida, otros un grupo de personajes que fingen vivir en Marte, así tal cual). Un género que hemos visto, el documental del borderline, con unos planos filmados increíblemente bien, y varios momentos notables, aunque se extiende un poco de más al final (conté 5 finales).