Informe XXII Ficvaldivia (6): El lugar de la ficción

La más anunciada y esperada de las películas de este FICVALDIVIA era la trilogía de As mil e uma noites de Miguel Gomes, no sólo por ser uno de los directores lusófonos más atractivos para la cinefilia, sino porque el proyecto en sí pintaba descabellado, una película de más de seis horas con el ambicioso y libresco título de Las mil y una noches. Dividida en tres volúmenes independientes: O InquietoO Desolado y O Encantado unificados en una especie de trinidad divina donde, a pesar de lo diferente que son entre sí, no dejan de perfilar un conjunto mayor.

El film toma la figura de Sherezade para hilar un abanico de historias que un equipo de periodistas que trabajó con Gomes rastrearon entre el 2013 y 2014, año en que la crisis económica financiera golpeó fuertemente a Portugal, cuando se impusieron políticas de austeridad que terminaron empobreciendo a toda la población. El ejercicio era cotidiano, buscar crear ficción casi en directo, como  la sobrevivencia cotidiana de Sherezade, que depende de su capacidad para contar un cuento cada noche que dure hasta el amanecer, articulando al conjunto de periodistas con el “Comité Central”, como le llamó Gomes a su equipo de toma de decisiones durante el rodaje, para desarrollar esta reacción cinematográfica al momento político por el que pasaba su país, transformando la ficción en un gesto político.

El primer volumen, a mi juicio el más interesante por la manera de abrir y plantear el experimento, además del ritmo que obtiene de la variedad de registros y lenguajes en juego, comienza con el cierre de un astillero de Viana de Castelo durante el 2013, lo que nos lleva set donde un director (el mismo Gomes) en crisis, con deseos de filmar por un lado la realidad que viven los portugueses durante las políticas de austeridad económica de la Troika y al mismo tiempo hacer un film bello y sensible, en medio de sus meditaciones entra en pánico y huye del set, abandonando a su equipo a la deriva. Cuando logran encontrarlo, éste, intentando dilatar el juicio, les dice que les contará una historia asombrosa. Allí entra al film Sherezade, en versión portuguesa del siglo XXI, quien será la narradora de una serie de relatos que van desde una fabulación de la reunión de los líderes mundiales al diseñar la Troika e imponer sus políticas de austeridad, la historia de un gallo enjuiciado por no dejar dormir a sus vecinos, hasta los conflictos de un trío amoroso que contrapone a una romántica pirómana y una bombera, intercalados con los testimonios de historias de vida de desempleados y la tradición de un sindicato de bañarse en el mar cada 1 de enero. Historias cargadas de un talante absurdo, de una gracia y ternura natural, una colección de personajes inquietos que no logran mantener sus preocupaciones para sí y terminan en un efecto centrífugo, como la misma crisis económica que termina afectando todo a su alrededor.

El segundo volumen, el que tiene el carácter ficcional más cargado en su puesta en escena de las historias, cuenta con tres episodios principales que van desde la historia de Simao sin tripas, un forajido errante que un día se deja atrapar por la policía y se convierte en una especie de leyenda heroica en su pueblo, a una jueza que se ve enfrentada a una cadena interminable de crímenes vinculados entre sí, hasta las aventuras de un Dixie: un perrito sin familia que llega a un condominio donde, por más amor desinteresado que entrega sus amos, no dejan de abandonarlo.

Por último, el tercer volumen retoma a Sherezade, quien acercándose a los 1000 días decide huir del castillo. En su viaje se encuentra con un ladrón, un semental rucio y un genio del aire, para reunirse finalmente con su padre quien intenta hacerla entrar en razón y le cuenta una de las más extrañas aficiones que ha visto entre los hombres de Lisboa: un grupo de hombres que se dedica a la crianza y entrenamiento de aves para competencias de canto. Aquí el film se extiende en un bello capítulo documental sobre esta comunidad, el que se entremezcla con texto en la pantalla manteniendo su organización libresca y un diseño sonoro digno de compararse con Los pájaros de Hitchcock.

Historias que, como dice Sherezade nacen de los miedos y esperanzas de la gente, esa fantasía, esa cuota de imaginación que se entreteje sentimentalmente con lo real, lo fáctico y lo concreto, esa ficción con la que cada uno proyecta y vive su día a día. Una ficción que no es concebida como materia de la escritura o del proceso creativo, sino con parte de la realidad misma. Eso es lo que se pone en escena en este film, esas historias, con toda su realidad, por más improbables que puedan parecernos, con toda su ficción primigenia, puestas dentro de un espacio ficcional más amplio, donde conviven, cohabitan, colindan dentro un único repertorio compuesto por esa multiplicidad polifónica del laberintos de cuentos que entreteje nuestra narradora.

La noticia más freak trabajada desde una indagación periodística que busca dar cuenta no sólo de su superficie jocosa, sino del profundo sentido humano en que se acuna, deja su carácter anecdótico para hablarnos, al situarse en un abanico de múltiples relatos, de los efectos y vaivenes sociales que viven los portugueses durante la crisis económica y las políticas de la austeridad impuesta por la Troika. Como decía Miguel Gomes en su charla en Valdivia: el cine sirve para ver historias, y también para escucharlas.

El mismo gesto de escucha articulaba el film ganador de la competencia internacional, Motu Maeva, opera prima de Maureen Fazendeiro, una suerte de viaje por la corriente de conciencia de la memoria de Sonja André; compuesta únicamente por imágenes en super 8 captadas por su esposo entre 1950 y 1970 y la voz en off de Sonja, que a medida que nos cuenta su vida va dejando más preguntas que respuestas, como si cada palabra abriera un silencio, algo que calla, un misterio creciente que mezcla recuerdos y anécdotas con esas imágenes roídas por el tiempo que se sostienen sólo desde el relato de la narradora que las dota de sentido, de vida, de dudas.