Balance 2017 (3): La cartelera. Sorpresas alentadoras y los fantasmas de siempre

Lo cierto es que el 2017 fue probablemente el año en que la cartelera comercial local ha dado la mayor cantidad de sorpresas, cuestión no tan difícil si consideramos a los tardíos y agotadisimos estrenos a las que las grandes distribuidoras y multisalas nos tienen acostumbrados, como es de esperarse las sorpresas vinieron de un ligero -y aún insuficiente a mi juicio- fortalecimiento de los circuitos de salas y distribución independientes. Hagamos un recorrido por los estrenos comerciales más interesantes del año para evaluar los avances acontecidos y problemas que persisten.

Todo partió a fines de enero con la sopresa de que la cinta alemana Toni Erdmann, que  había dado que hablar en Cannes 2016 y no había pasado por ningún festival del país, y lo cierto es que cuando nadie esperaba que se estrenara llegaba a nuestro país de la mano de Arcadia Films en el Cine Arte Normandie y otras salas regionales (Viña del Mar). La incómoda ternura de un padre que intenta reconectar con su ejecutiva hija en medio de una excéntrica y extraña comedia, se ganó el mayor amor de toda la cinefilia de El Agente ocupando el 4 lugar de nuestro ranking.

Hacia finales del verano entre las candidatas al Oscar, que siempre generan el boom más aburrido de discusiones sobre cine del año, entremedio de los detractores y fanáticos de Moonlight y La la land, aparecieron Nada que perder y Manchester junto al mar como dos descubrimientos más interesantes en la cartelera.

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Durante marzo hubieron estrenos interesantes que retomaban la dinámica del retraso de los estrenos comerciales a nivel local, con bellas cintas de destacados directores como 45 years (Andrew Haigh) y Francofonía (Alexandre Sokurov), pero que ya venían del 2015 y su difusión no era la apropiada. Es por eso que el estreno más importante de esos meses fue por lejos Aquarius, el segundo filme de Kleber Mendonça Filho (Sonidos Vecinos), que pudimos ver luego de su paso por SANFIC el 2016  gracias Gitano Films y el Centro Arte Alameda. La arrolladora actriz brasileña Sonia Braga encabeza el filme donde el espacio íntimo, familiar y  doméstico se encuentra necesariamente entramado con el espacio urbano, material, económico y social por medio de la relación afectiva de larga data de su protagonista con el edifico en donde vive, mientras la intenciones de una inmobiliaria por comprar el terreno marcan las diferencias discursivas generacionales y de género a la hora de pensar la habitabilidad de un lugar. En la tónica más comercial aparecía Silencio, una película que daba mucho que hablar por mostrar un retorno a las vertientes más religiosas del aclamado director Martin Scorsese.

Avanzado el año Huye! se consolidó rápidamente como la cinta de género de 2017, tal como el año pasado se había instalado Te sigue.La película utiliza hábilmente las claves del cine de terror con algunos gestos a la comedia configurando un filme interesante, entretenido y bien logrado que plantea el tema racial, de la mano de un director afroamericano, de manera tajante. Quizás por eso varias listas internacionales la tienen en su top 5, inclusive en su primer puesto. Al fin y al cabo la corrección política se propaga fácilmente.

Otra película estrenada dentro del circuito independiente que no alcanzó a entrar a nuestro ranking pero que debe estar dentro de las películas más hermosas del año fue Frantz de Francois Ozon. Estrenada en El Biógrafo de forma acoplada a su bastante anterior Dans la maison, relata la complicada llegada de un soldado de la Primera Guerra Mundial a un pequeño poblado en Alemania para visitar la tumba de otro soldado que conoció en la guerra, y muestra nuevamente la habilidad narrativa y estilística de su director.

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Pero la expectación más grande fue generada por el lanzamiento de la nueva Red de salas (que reúne a varias salas independientes a lo largo y ancho del país para potenciar “estrenos de calidad”) de la mano de la última película de Jim Jarmusch. Al igual que Toni Erdmann, la cinta había revolucionado a la cinefilia canina y no había podido ser estrenada en el país, Paterson si bien llegó algo retrasada (ya era posible desde hace varios meses encontrarla en la cunetas del internet) es algo que dentro de la cartelera nacional consideramos aún un lujo siendo que debería ser lo mínimo que se estrenará. Basada en el poemario de William Carlos Williams, llevando la esencia de su poesía a la narración de la película, habla de la belleza que habita en los actos cotidianos de la rutina, que de la mano de la sensibilidad de su director se posiciona con toda justeza a la cabeza de nuestra lista.

La Red de salas continuó por el resto del año realizando un estreno mensual. La última película de los Hermanos Dardenne, La chica sin nombre, que esta lejos de ser su mejor cinta pero tiene un retorno a las temáticas principales de su cine haciendo un gesto a quizás una de las cuestiones que más se ha difundido en el cine internacional: la condición precaria de las personas migrantes y la manera en que los diferentes países y sociedades los reciben. Luego tuvieron un gesto potente a nivel curatorial con el documental Cinema Novo de Eryck Rocha, una revisión interesante y con punto de vista de aquel emblemático movimiento del cine brasileño que desde su pequeñez y fragilidad es puesta en diálogo con la ferocidad de la cartelera comercial. Terminando el año con un documental menos interesante pero a tono con el fenómeno Twin Peaks: The return sobre la vida de David Lynch, cerrando con la última película del controvertido director mexicano Amat Escalante.

A mediados de año en multisalas comenzaron los estrenos más potentes, Christopher Nolan con Dunkerque, Denis Villeneuve con Blade Runner 2049Detroit zona de conflicto de Kathryn Bigelow o la última de la saga Star Wars, mientras otros estrenos más pequeños como El viajante de Asghar Farhadi, El seductor de Sofia Coppola, Yo, Daniel Blake de Ken Loach, La Red de Kim ki Duk y The Square de Ruben Östlund alimentaban gratamente la  cartelera. Pero las sorpresas más interesantes e inesperadas llegaron cerraron el año de la mano de Good Time: viviendo al límite de los hermanos Safdie y Un bello sol interior de la destacadísima directora francesa Claire Denis, que por primera vez tenemos el honor de ver una de sus películas estrenada en nuestro país.

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Sumando a esto algunos estrenos más acotados durante el año, en un par de cines céntricos, de filmes trasandinos como El ciudadano ilustre y La larga noche de Francisco Santis, podríamos cerrar el año con cuentas felices, pero lo cierto es que gran parte de estos estrenos más pequeños continúan teniendo el aspecto de mensajes dentro de botellas naufragando en el océano. Su poca difusión y llegada al público condicionado por elementos estructurales como su presencia en solo algunas salas, con un número reducido de copias, acompañado de la competencia feroz e injusta a las que se las somete en términos de taquilla, con otros tanques de superhéroes y cosas por el estilo, las mantiene protegidas en las lógicas retrogradas de “películas de cine arte”. El mejor ejemplo de aquello fue la duración de solo casi una semana de la cinta Good Time: viviendo al límite en la cartelera, una película de acción que me parece por lejos la película más ágil y extasiante que vi en el año, que posee todos los elementos para llegar a grandes públicos que las lógicas de la cartelera aún aniquilan rápidamente.

Por otra parte, el desfase de nuestros estrenos con el ritmo de producción mundial sigue estando presente y tiende a replicarse, incluso en los estrenos de la Red de salas, cuyos esfuerzos mancomunados que buscan revertir estos vicios de la oferta local no fueron capaces de estrenar películas del año, aunque sí logró mantenerlas durante al menos un mes en exhibición. Esto mismo vuelve más valiosos los estrenos de Good Time y Un bello sol interior al finalizar el año, acompañando a la ganadora de Cannes The Square dentro de la cansada cartelera nacional.

Quizás la noticia más triste que nos golpeó allí tiene poca relación con los estrenos pero sí con los lugares de exhibición que diversifican la cartelera: el cierre de la Sala Radicales, en conjunto con todo su edificio, deja un vacío dentro de la cartografía santiaguina que esperamos otros (o el mismo proyecto en una nueva versión) puedan llenar prontamente.