Algunas series (1): The Young Pope

Jude Law como un Papa joven en la nueva serie de HBO. Internet explota. Pero el entusiasmo inicial despertado por la promesa de una producción en la que el Papa gozara de la misma devoción que Rihanna fue decantando con el pasar de los memes. Luego de que esa generación de consumidores de tráilers tuvieran la oportunidad de ver los primeros episodios.

The Young Pope tiene la impronta de Paolo Sorrentino (La gran belleza, Juventud), de las series que son hechas por personalidades del cine, lejos de la estandarización hollywoodense. En ella el cineasta italiano echa mano a todos sus recursos para construir -con ese humor característico- las contradicciones de la institución del papado pero, también, de su adoración. A través de diálogos incómodos por lo honestos y una exaltación visual de la sensualidad estética de la Santa Sede logra una contraposición, muchas veces cómica, de las muchas formas que adquiere la sexualidad cuando es reprimida.

Vívidas secuencias de sueños y visiones, sórdidas intromisiones de las nuevas tecnologías en disonancia con la solemnidad del Vaticano, monjas que juegan basketball, curas que se confiesan mientras tuitean, Papas que fuman. Todos anzuelos naturales para la adoración virtual. Pero, con el pasar de los episodios, la serie se va mostrando menos hostil con el catolicismo y más condescendiente con el drama humano.

Para compararla con otro de los estrenos sobre religión del año (a cargo de ese siervo descarriado que es a ratos Scorsese), en términos formales The Young Pope es todo lo que Silencio no. Pero sus reflexiones son similares. Tanto Sorrentino como Scorsese exploran la soledad de la fe, la vanidad del servicio eclesiástico, y las consecuencias políticas de la religión. Y quién mejor que el primero para mostrarnos otra arista: la belleza como proyecto político.

Las sempiternas construcciones romanas (cuidadosamente reconstruidas para la serie), los paradisíacos jardines y el bello rostro del papa Pio XIII -tan hermoso como Jesús, como bien le hace notar a un altanero primer ministro- son el maquillaje que cubre toda la fealdad del espíritu. Sorrentino halla el modo de reírse -¿con nosotros?- de nuestra facilidad para dejarnos seducir por la riqueza estética, a sabiendas de la perversidad que la sostiene, por ejemplo, idealizando la pobreza con tal de elevar la máxima moral del sacrifico como valor cristiano.

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Lenny (Law) es electo por su juventud y atractivo, sus pares lo ven como una afable y moldeable imagen de Cristo. Sin embargo, el peso del abandono de sus padres y sus vagos recuerdos de la vida hippie que llevaban, lo convirtieron en uno de los miembros más severos de la iglesia. Su resentimiento se traduce en un proyecto de extremar las nociones cristianas más antiguas. Por eso toma con total literalidad las demandas más conservadoras respecto a los derechos reproductivos, la homosexualidad en la iglesia, y evita con discreción actuar sobre las acusaciones de abuso de menores (un líder que ya se quisieran en Chile Vamos).

Aunque uno de sus mayores atractivos es su visión publicitaria. “I do not have an image...I am no one...Only Christ exists” sentencia, rehusándose a que su rostro se imprima en la loza papal y otros objetos de consumo para los fieles. Un gesto iconoclasta que podría ser leído como una negativa a formar parte de la falsa idolatría que ofrece el capitalismo. Gesto que escandaliza a los encargados de comunicación del Vaticano quienes conocen la delicada devoción de los cristianos contemporáneos, jóvenes que, privados de adquirir las chapitas y poleras estampadas con el rostro del Santo Padre, no conocen otro modo de manifestar su fe.

Más allá de las fanfarrias formales, de ese desdibujamiento entre realidad y sueño que siembran la duda sobre si este nuevo Papa tiene o no material de santo, Sorrentino le permite al personaje una evolución espiritual importante. Y al hacerlo nos acerca un poquito más a eso que llaman el amor cristiano (creo). Un poco como vimos en The Crown, las creencias personales que descansan en nuestras experiencias más íntimas estorban cuando se trata de liderazgo. En sólo 10 episodios el huérfano autocomplaciente se convierte en padre de uno de los rebaños más grandes del planeta.

Aunque puede que después de todo Internet haya tenido razón y se trate de un Papa bastante parecido a nosotros. Tan apático como nosotros, sólo que, en vez de darle lata tener que bancarse las conversaciones del chófer del Uber, le agota tener que hacer un tour por el Vaticano a un grupo de niñitos.

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Hay ciertas voces del primer mundo que leen en el conservadurismo de Pio XIII, el primer Papa americano, similitudes con el actual líder electo del mundo libre. Un paralelo que el propio Sorrentino ha negado, pero que es otro despliegue de la vanidad totalizante de una industria que cree que todo tiene que ver con ella. En sus momentos más extraños -que no son pocos- The Young Pope se ríe tanto de los ritos absurdos del catolicismo como de nuestros modos de adulación pagana. La idolatría del merchandising, las tentaciones irresistibles de las nuevas tecnologías, la sed por tener imágenes de todo. Lenny intenta devolverle a la iglesia su reposo en la palabra, alejado de la falsa idolatría de los devotos de Facebook, a pesar de que a nuestros ojos de espectador Pío XIII sea un instagrammer nato, con sus Cherry Colas y su impecable sentido de la moda.

Con todo, The Young Pope es una grata sorpresa. No sólo porque la concatenación entre una buena historia y el modo de contarla siempre es bienvenido en medio de las esclavizantes fórmulas de Hollywood, sino también porque es capaz de invertir nuestras expectativas. Sobre todo porque, a pesar de sus críticas, también nos invita a aproximarnos a la fe cristiana con una actitud ligeramente más receptiva.

Geraldy Cañete

Título original: The Young Pope. Año: 2016. Duración: 10 capítulos. País: Estados Unidos/Italia. Director: Paolo Sorrentino. Guión: Umberto Contarello, Tony Grisoni, Stefano Rulli, Paolo Sorrentino. Fotografía: Luca Bigazzi. Reparto: Jude Law, Diane Keaton, Silvio Orlando, Scott Sheperd, Cécile De France,Javier Cámara, Ludivine Sagnier, Toni Bertorelli, James Cromwell, Andre Gregory,Sebastian Roché, Marcello Romolo, Ignazio Oliva, Vladimir Bibic,Nadie Kammalaweera, Stefano Accorsi.