La Chupilca del Diablo: El sorbo amargo de un brebaje que se niega a desaparecer (Ignacio Rodríguez, 2012)

La Chupilca del Diablo dirigida por Ignacio Rodríguez, es una película de egreso elaborada íntegramente por estudiantes de la Universidad del Desarrollo. La cinta recorrió diversos festivales extranjeros y nacionales llevándose varios galardones, entre ellos, el premio FIPRESCI en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse (Francia) y el premio especial del jurando en el festival de cine de Valdivia (2012).

La historia retrata la vida de Eladio, hombre de edad avanzada (Jaime Vadell) propietario de una fábrica de licor clandestino, espacio en donde vive y trabaja. El anciano cuenta con un solo empleador (Eugenio Morales) quien en vísperas de navidad no podrá ayudarlo con las faenas de la fábrica, haciendo mas notoria la decadencia en que se encuentra. Inesperadamente se presenta un inversionista ofreciendo una buena suma de dinero por la propiedad, la única que falta ser expropiada para levantar un horrible edificio que traerá la modernidad a este viejo barrio ubicado en el sector poniente de Santiago. Para Eladio esto no es precisamente una oportunidad, sino una amenaza a su vida cotidiana y lo que construyó durante años.

El joven realizador Ignacio Rodríguez menciona que la idea fílmica surgió a raíz de la observación de su propio abuelo, y como éste se resistía a la muerte de su destilería, de ahí la motivación por explorar la vida de un anciano y su entorno como metáfora de lo que se niega a desaparecer. La película rescata la estética en extinción de estos antiguos barrios de la estación central. Desde ahí se registran rutas de acceso, autopistas que conviven con botillerías, viejos boliches, bares y ferias. La película rescata calles, lugares y habitantes que en cualquier momento desaparecerán. También se introduce el uso de no actores en escenas en donde transitan los personajes, lugares donde intentarán vender “La chupilca del Diablo”, el aguardiente que produce Eladio.

Otro aspecto destacable es la exploración a la vida de un hombre viejo; la soledad y el quiebre familiar, temática que se vislumbra en el patetismo de una fiesta navideña. Eladio se traslada desde su fabrica ubicada en un barrio periférico a un sector mas pudiente de la cuidad, acrecentando la decadencia del viejo en su entorno familiar. En la cena es poco considerado por su familia más solo recibe reproches por sus comportamientos, en este entorno adverso aparece su nieto mayor, Javier (Camilo Carmona), quien también es un desadaptado del núcleo familiar. El joven le pide trabajo, Eladio acepta y así ambos universos se ven forzados a establecer un vínculo.

La Chupilca del Diablo, dice la leyenda, era una mezcla de aguardiente y pólvora negra que se le daba a beber a los soldados chilenos durante la Guerra del Pacífico para que entraran en una especie de euforia o trance que aumentaba su agresividad. Si bien esto cabe en lo anecdótico, la película lo expone en la ingesta del brebaje por parte de Javier quien prueba la explosiva mezcla, bomba que detona su ira, el sorbo amargo de la incertidumbre de un futuro incierto. La película si bien vislumbra los miedos del joven y la total desolación en que podemos encontrarnos en la vejez, podría  haber explotado aún más la tensión de estas incertidumbres existenciales  entre ambos personajes.

La Chupilca del Diablo resulta una película interesante de tiempo pausado que propone búsquedas en los limites de la periferia de la cuidad y vislumbra las tensiones propias de la modernidad. Además demuestra la calidad que están  alcanzando las nuevas generaciones de realizadores al explorar estéticas realistas y puestas en escena que se desarrollan en estos entornos.

Por: Susana Díaz