Editorial: No da lo mismo

Las particularidades regionales, la subjetivación del neoliberalismo, el anclaje autoritario de un pinochetismo nunca subsanado o la desafectación política, han tendido a llevarnos a este escenario.  De pronto, lo que podría ser la fuerza progresista y de cambio social que con tanta claridad se manifestó el 2019 y el 2020, se encuentra morigerada y tratando de defender apenas el piso común, rogando para que los votos alcancen ante un escenario abiertamente incierto, que, en una época de fin del neoliberalismo, se juega el retorno autoritario o la superación por vía de una reforma profunda.

Este domingo será quizás la elección presidencial más importante que se vaya a vivir en muchos años debido a las cosas que están en juego. En una transformación vertiginosa del panorama político que viene ocurriendo desde el 2019 a este año, se trata de una elección que ha tendido a sintetizar dos fuerzas antagónicas pujando al interior de nuestra frágil democracia. Una de ellas -representada por Gabriel Boric- es apenas la punta del iceberg de una serie de demandas sociales que venían desarrollándose de la mano de distintas fuerzas en los últimos diez años que, electoralmente al menos, sale victoriosa con el enunciado central de una profundización democrática y un cambio sustancial del modelo económico y social, con un fuerte énfasis en temas de género, regionalismo y crisis ambiental. El segundo parece, para sorpresa de muchos, una fuerza social plenamente regresiva en términos de autoridad, ejercicio del poder y temáticas vinculadas a la seguridad, la libertad de elegir y la defensa del emprendimiento. Esta es particularmente la candidatura de José Antonio Kast, quien cumple con un largo prontuario de declaraciones -anti derechos LGBTQ+, defensor del legado de Pinochet- que ha tenido que moderar, cuando no ocultar, frente a la agenda pública de las presidenciales.  

A este ambiente ideológico, se suma una nueva capa que ha sido la de una aceleración de la batalla digital por los votantes. Una especie de campo de juego abierto para la llamada estrategia de la “fake news” que busca distraer de lo central -el programa, las ideas y lo que representan- hacia un ataque personalizado que levanta rumores hasta constituirlos en verdades. Se suma a ello los llamados “bots”: cuentas anónimas y automatizadas que funcionan para dar presencia virtual en redes sociales a fuerza de memes, shares, hashtags, entre otros. Una batalla que termina en el dinero, por que, en definitiva, se trataría de quién paga más. Las cifras parecen estrechas, ya sea a fuerza de esta estrategia de fakes, como de un hastío general al ambiente post-revuelta del 2019, particularmente desde el lado de las regiones, quienes muestran una ventaja de Kast y Parisi por sobre Boric.

Las particularidades regionales, la subjetivación del neoliberalismo, el anclaje autoritario de un pinochetismo nunca subsanado o la desafectación política han tendido a llevarnos a este escenario. De pronto, lo que podría ser la fuerza progresista y de cambio social que con tanta claridad se manifestó el 2019 y el 2020, se encuentra morigerada y tratando de defender apenas el piso común, rogando para que los votos alcancen ante un escenario abiertamente incierto, que, en una época de fin del neoliberalismo, se juega el retorno autoritario o la superación por vía de una reforma profunda.

Lo que trascienda este domingo está por encima de discusiones sectoriales, de agendas gremiales, va más allá de una posición sobre el futuro de la cultura, el cine o la crítica. En este sentido, creemos que no cabe agregar algo acerca de la posición de nuestro sitio al respecto. Menos argumentar el por qué esta no es una elección más entre otras. Cualquier otro paso al respecto hoy implica un paso al cinismo o el resentimiento, pasiones de las cuales se alimenta el fascismo en esta nueva fase afectiva, viral y libidinal. En este paisaje -con la nueva constitución en curso, con los derechos sociales en peligro, con la devastación del medio ambiente, entre otros-  solo cabe un llamado, este es, levantarse y salir a votar, y que ese voto sea por Gabriel Boric.