Enigma: Mirarse en la TV

Enigma parece una recreación de estos programas, respetando un ritmo pausado, de historias realistas enfocadas en una clase media y trabajadora con pocas oportunidades y que ha sido dejada de lado por la justicia y los medios. El arte y la fotografía de la película, además de retratar una época en particular, busca imitar al programa original. Enigma fue un programa televisivo de la década del 2000, que puso el foco en crímenes sin resolver y que imitaba la propuesta de Mea Culpa. 

Durante las cuarentenas por la pandemia, muchos “cinéfilos” chilenos por Twitter festejaban el regreso a las pantallas de Mea Culpa, programa policial de la década de 1990 y 2000, dirigido y conducido por Carlos Pinto, que retrataba las historias detrás de los crímenes que más habían impactado al Chile de la transición. Su reposición en TVN no solo se transformó en un segundo aire para la serie, sino que permitió discusiones que la abordaron cinematográficamente. En este contexto, el estreno de Enigma (2018), largometraje debut de Ignacio Juricic (Locas perdidas, 2015), se inserta en esta particular atención por el género policial de televisión.

La primera escena de la película, a mi parecer, resume en gran parte todo lo que va a suceder en la historia. Nancy (Roxana Campos) es citada a una oficina para hablar sobre la muerte de su hija Casandra. Durante la conversación vamos descubriendo que Nancy no está hablando ni con un abogado o fiscal sino que con un productor de televisión, quien la intenta convencer de que su aparición en TV podría ayudarla a aclarar el caso. “Los asesinos de su hija están libres” señala el productor, mientras Nancy se retira desconcertada.

La posible aparición de Nancy en la TV resulta ser el eje por donde circula la historia de la película. Pero su participación no necesariamente tiene que ver con el crimen de su hija propiamente tal, sino con las relaciones familiares que giran entorno a la vida cotidiana, a la maternidad, la crianza, y con el rol que cumple la televisión dentro de las familias chilenas. Laura González Márquez, en una crítica en Cinechile, hace mención que la televisión actúa como un personaje más dentro de la película, como una presencia que en un principio es hostigadora, pero que luego se transforma en la única vía de escape para Nancy y la memoria de su hija.

Este punto me parece muy relevante, más allá de su presencia como personaje, sino como el lenguaje televisivo es parte de la película en sí. Enigma parece una recreación de estos programas, respetando un ritmo pausado, de historias realistas enfocadas en una clase media y trabajadora con pocas oportunidades y que ha sido dejada de lado por la justicia y los medios. El arte y la fotografía de la película, además de estar muy bien logrados, no sólo buscan retratar una época en particular, sino que busca imitar al programa original. Enigma fue un programa televisivo de la década del 2000, que puso el foco en crímenes sin resolver y que imitaba la propuesta de Mea Culpa. Da la impresión que la propuesta de la película es pasar por un caso más de los que este programa presentaba.

El conflicto familiar también es relevante en Enigma. Da la sensación de que la única persona que no conoce toda la historia de su hija es Nancy, mientras que sus hermanas controlan no solo la información, sino que intencionalmente la ocultan y juegan con los vacíos que hay en ésta. Esta suerte de control ocurre también con las hijas de Nancy, las cuales son manipuladas constantemente, en una suerte de bandos, donde aparentemente el objetivo final es que la muerte quede en el pasado sin mayor reflexión. Es así como la televisión parece ser la única salida que tiene Nancy para tomar control de su historia y la de su hija. En el final, ya en el set de grabación del programa, la periodista le pregunta a Nancy: “Señora, ¿usted quiere mostrarse?”. Es en ese momento cuando Nancy es, por primera vez, vista y escuchada.

 

Título original: Enigma. Dirección: Ignacio Juricic. Producción: Mariana Tejos Martignoni. Guion: Ignacio Juricic. Fotografía: Danilo Miranda. Montaje: Valeria Hernández. Arte: Catalina Ezurmendia. Sonido: Carlo Sánchez. Elenco: Roxana Campos, Paula Zúñiga, Claudia Cabezas, Rodrigo Pérez, Catalina Vásquez Cristi, Macarena Lagos, Rafaela Garretón, Belén Herrera, Nicolás Venegas, Diana Sanz. País: Chile. Año: 2018. Duración: 80 min.