Fantasías Animadas #2: La fauna de Lambart

Es común que los textos dedicados a Evelyn Lambart comiencen hablando de la injusticia de su sitio en la historia de la animación. El hecho de haber co-dirigido un clásico como Begone Dull Care (junto a Norman McLaren, en 1949) ha implicado que la parte más famosa de su obra esté siempre relacionada a McLaren, el nombre más famoso de la National Film Board of Canada. Lambart fue la primera mujer en entrar al departamento de animación (y la única durante más de 20 años), pasando rápidamente desde formar parte del equipo de animación de títulos a co-dirigir algunas de las películas del ala más experimental del estudio.

Es común que los textos dedicados a Evelyn Lambart comiencen hablando de la injusticia de su sitio en la historia de la animación. El hecho de haber co-dirigido un clásico como Begone Dull Care (junto a Norman McLaren, en 1949) ha implicado que la parte más famosa de su obra esté siempre relacionada a McLaren, el nombre más famoso de la National Film Board of Canada. Lambart fue la primera mujer en entrar al departamento de animación (y la única durante más de 20 años), pasando rápidamente desde formar parte del equipo de animación de títulos a co-dirigir algunas de las películas del ala más experimental del estudio.

En todo caso, en esta ocasión no revisaremos esos trabajos anteriores de autoría compartida. Lo que nos interesa es revisar la parte menos comentada de su obra, la serie de cortometrajes de recortes que empezó a dirigir desde Fine Feathers (1968). Una vez que Lambart empezó a encargarse de sus propios proyectos, la abstracción y la pintura en fílmico fueron reemplazadas por la animación cut-out (de recortes) y por fábulas con animales, algunas de Esopo y otras propias. A pesar del aspecto amable de sus cortometrajes, la sofisticación de sus recortes sentó un precedente para el trabajo cut-out. Particularmente, su idea de traspasar las figuras dibujadas al metal le sirvió para tener un control en el movimiento mayor que el que permite el papel, especialmente en figuras y detalles pequeños. Las plumas de sus aves, por ejemplo, tienen un nivel de detalle y color que anteriormente hubiese sido difícil de alcanzar. Como verán en los créditos, en la mayoría de los casos Lambart es también la operadora de cámara y animadora principal.
 

The Hoarder (1969)

7 min.
Cutout.

El corto se puede ver acá: https://www.nfb.ca/film/hoarder/ 

Después de dedicar su primer corto a las aves, el siguiente trabajo de Lambart de nuevo las escogió como protagonistas. No es difícil especular el porqué de esta predilección temprana viendo sus trabajos. Siendo el brillo y la intensidad del color una de las características principales de los recortes de Lambart (si pensamos en los trabajos cutout de contemporáneos como Gilliam o Laloux, evidentemente las de Lambart son películas más "coloridas"), las aves dan una oportunidad ideal para jugar con los colores del plumaje. Por lo general, las alas en The Hoarder resultan de una combinación de dos o tres colores, presentando juegos cromáticos con distintos patrones.

Como en otros trabajos de Lambart, podríamos decir que se trata de una fábula moral. De manera similar a la lección de Fine Feathers, el egoísmo se muestra como una de las cualidades que trae la desgracia a los personajes. En este caso, de manera bastante más sorprendente que en Fine Feathers, el clímax relativo a esto implica un juego de luces que tiñe la totalidad de los objetos después de un semi-sicodélico enfrentamiento con el sol. Aun siendo un trabajo temprano, bien podría ser el momento más ambicioso a nivel visual de la carrera de Lambart.

 

Paradise Lost (1970)

4 min.
Cutout.

El corto se puede ver acá: https://www.nfb.ca/film/paradise_lost/

Como en las propias fábulas de Esopo, los cortos de Lambart parecen pertenecer a un mundo paralelo, atemporal e idílico habitado por animales no-humanos. Siguiendo el sentido de las fábulas, en muchos casos parecen también lecciones relativas al comportamiento humano y la manera en que podríamos comportarnos “mejor”. Por lo mismo, Paradise Lost no deja de ser una curiosa excepción (la otra excepción sería La historia de la navidad de 1974, directamente protagonizada por humanos). Desde la referencia contenida en el título, el corto juega con la apariencia paradisíaca que tienen sus mundos. El problema, en este caso, es que la presencia humana aparece, aunque sea a través de la irrupción arrolladora de lo tecnológico y la intervención en la vida silvestre.

Es, como se podría esperar de esta descripción, uno de los cortos menos ligeros de Lambart, quien por lo general mantiene un tono divertido y afable. En este caso es la escena del tronco la que carga el momento álgido, tanto desde el punto de vista animado como desde el ámbito dramático. Es un cortometraje más breve, pero resulta interesante considerando el trabajo sostenido de Lambart con la vida animal, que en este caso funciona más como una denuncia de la depredación humana que como un cuento dedicado a su "formación" moral.

Atención también al trabajo musical de Maurice Blackburn, colaborador habitual de la obra de Lambart (también presente en el cortometraje anterior). Las partituras de Blackburn, por lo general, ayudan a crear ese ambiente idílico, utilizando flautas, flautines, oboes y otros instrumentos de viento para generar un ambiente relajado. Acá también aparecen, pero es uno de los pocos casos en que un sonido real interrumpe también la música y lo convierte en algo menos “agradable”.

 

Mr. Frog Went A-Courting (1974)

5 min.
Cutout.

El corto se puede ver acá: https://www.nfb.ca/film/mr_frog_went_a_courting/  

De todos sus cortos estructurados a partir de la música, Mr. Frog Went A-Courting es el trabajo más íntimamente ligado con la banda sonora, casi un videoclip temprano basado en una canción tradicional. Como en el caso de otras canciones infantiles del folklore angloparlante, Mr. Frog es tanto una melodía pegajosa como la seguidilla de una historia. El improbable romance entre una rana y una rata (mostrado con naturalidad y casi sin oposiciones, en todo caso) da paso al muestrario más variado de especies en la carrera de Lambart. Si bien en varios otros cortos se mezclan animales de todo tipo, el hecho de que la canción vaya presentando a cada uno es también una oportunidad para ir probando estilos y diseños de animación diferentes.

¿El corto más divertido de la serie? La canción funciona como un motor que hace que cada sección se autopresente y nos haga seguir una mínima progresión dramática con total atención. No adelantaremos el final, pero no deja de parecer otro tipo de chiste, esta vez bastante más siniestro. Además, y esto es algo bastante notorio en sus trabajos de mediados de los setenta, el nivel de detalle de las flores, los árboles y los elementos del fondo se vuelve cada vez más recargado, colorido y bello, algo que se resalta cada vez más a través del uso contrario, es decir, fondos negros en los que los personajes prácticamente flotan por encima.