Ella es Cristina (3): Juegos de otros

Gonzalo Maza ha desarrollado desde hace años múltiples trabajos en torno al cine, fue crítico, programador y editor de libros; pero también productor, guionista y ahora asoma una nueva vertiente: director. Ella es Cristina consiste en la historia de dos amigas, Cristina y Susana, quienes se relacionan en una dinámica dependiente un poco pasivo-agresiva. La película se divide en tres capítulos centrados en esta relación, el primero introduce a los personajes y su entorno, el segundo muestra el quiebre entre las dos amigas, el último concluye con su reencuentro. La película sigue una regla importante de la comedia: los personajes son ciegos a sí mismos y sus padecimientos son producto de esto, la obviedad de la ceguera de los personajes, tanto para el resto de los personajes como para los espectadores es lo que provoca desajustes con la realidad que nos hacen reír. Ella es Cristina actúa en esta lógica y logra generar escenas medianamente divertidas a partir de la torpeza psicológica de sus personajes. Sin embargo nunca queda totalmente claro cuál es el tono de la comedia, ¿nos reímos de este patetismo de clase o empatizamos con él? Supongo que las dos juntas.

Centrada en Santiago oriente, en lo que pareciera ser Providencia, los personajes se mueven según su habitus, es decir, sus comportamientos responden a su lugar dentro de una estructura social específica donde ellos pertenecen a una clase alta acomodada, que si bien no son dueños de los medios de producción o ricos, pueden darse el lujo de tener autos y Mac mientras están sin trabajo. Maza tiene todo el derecho del mundo a centrar allí su historia, a poner la lupa en personas de una clase específica. Creo que el problema radica en que estas personas flotan en la ciudad, como si no interactuaran con personas de otras clases sociales en el día a día, no toman el metro ni la micro, sino que andan en auto y su mayor preocupación son los ciclistas que andan por la vereda. La identidad de la ciudad es obviada, esta no tiene ruido ni desajustes, la fotografía en blanco y negro contribuye a dar una ilusión de fantasía o irrealidad en todo esto.

Considero que Maza repite algo que ya había estado presente en Gloria (2013) y Una Mujer Fantástica (2017) donde la ciudad parece una maqueta que solo sirve de soporte para que los personajes la transiten sin que esto forme parte de la identidad de los personajes o de la película. Al contrario de aquellas dos películas donde Santiago era representado como una ciudad destinada al turismo extranjero, en Ella es Cristina la ciudad parece desprovista de toda inquietud para sus personajes, pasando a una visión meramente psicologista de una ciudad inocente. Quizás Maza acierta en esta mirada, podría estar sugiriendo cierta desconexión o anomia de estas personas de clase alta respecto al mundo, donde solo importan sus problemas psicológicos, triunfos personales y relaciones afectivas. El tratamiento que hace de la ciudad es propio del mumblecore, un estilo de comedia inventado por los gringos para reflejar los trayectos azarosos de ciudades inabarcables como Nueva York (Manhattan, 1979; Frances Ha, 2012) o San Francisco (Medicine for Melancholy, 2008). 

Con Frances Ha las similitudes son varias, ambas tratan sobre una mujer rubia que bordea los 30 años, de clase acomodada y que se dedica al quehacer artístico. El vínculo ambivalente con su mejor amiga y los constantes fracasos amorosos marcan el relato en blanco y negro digital. En ningún caso quiero expresar que Gonzalo Maza está cometiendo plagio (consciente o inconsciente) de Frances Ha, simplemente no deja de sorprenderme el hecho de que sean como películas hermanas, como si Cristina pudiese tirar la talla y decir “Sabís que, me siento como la Frances Ha chilena”, porque el lugar de enunciación de los personajes parece ser el mismo, produciendo que incluso algunos chistes suenen repetidos.

Considero imposible que Maza no haya visto Frances Ha, y en caso de que no la haya visto comenzaría a pensar que hay una especie de conexión espiritual-astral entre Baumbach y Maza. Pero dejemos los astros a Pedro Engels y al otro Maza. La diferencia entre ambas radica en la pertinencia que tiene el uso de un género específico, el mumblecore. Y es que pareciera que ese tipo de representación, hecha a la medida de gringos cosmopolitas que van desde el MoMa al Empire State pasando por Central Park, no encaja en los personajes que propone Maza porque, además de las obvias distancias, el foco de su relato está en la intimidad y no en la manera en que sus personajes se ven condicionado por su ambiente.

En el mumblecore la ciudad es también personaje y tiene su importancia, aquí dicha importancia recae en los personajes y por lo tanto queda a la deriva de los diálogos y actuaciones de un elenco que tiene momentos divertidos pero que en general parece fuera de tono. Importar estilos de otros cines no tiene ningún problema a priori, el tema es cuando un género tiene un objeto de representación tan específico y propio de un lugar particular que es imposible replicar. Sin embargo Ella es Cristina representa una atractiva innovación dentro de la languidecida comedia chilena, tanto narrativa como formalmente. Pero si entramos a comparar con mumblecore de Estados Unidos se produce un efecto de estar sobre terreno conocido que personalmente no disfruto como espectador. Algo parecido a lo que sentí cuando vi Gloria Bell (2018) después de haber visto su versión original; una pérdida o falta irremontable. Y es que creo que el tono agringado que ocupa Maza en Ella es Cristina no interpela ni provoca a nadie que no esté dentro de su rango de representación, como si la película fuese la obra de uno de sus personajes, como si estuviera plenamente consciente de su liviandad. Tal como Los Perros (2017), esa olvidable película de Marcela Said, Ella es Cristina es una película que solo puede hacer algún tipo de sentido en la clase alta de nuestra sociedad.

Nota: 6/10 Título original: Ella es Cristina. Dirección: Gonzalo Maza. Producción: Salma Hayek, Siobhan Flynn, Carmen Luz Parot, Gonzalo Maza, Nicolás San Martín, Andrés Valdivia, Horacio Valdivia, Alejandro Wise. Guión: Gonzalo Maza. Fotografía: Benjamín Echazarreta. Dirección de Arte: Limarí Ascui. Montaje: Andrea Chignoli. Música: Cristóbal Carvajal. Reparto: Mariana Derderian, Paloma Salas, Néstor Cantillana, Roberto Farías, Alejandro Goic, Claudia Celedón, Lucas Balmaceda, Daniela Castillo, Paola Lattus, Bernardo Quesney, Elsa Poblete. País: Chile. Año: 2019. Duración: 82 min.