Espectador Errante (7): The Right Stuff. Cine y heroísmo en la carrera espacial de Estados Unidos

El subgénero biopic es inherente al cine estadounidense, en particular, aquellos retratos de héroes militares, civiles y de la política que por diversas acciones se han transformado en referentes de la cultura occidental. El héroe americano representa los valores institucionales, familiares y cívicos de la sociedad de consumo, una que busca identificar modelos de conducta alineados a un sentido del patriotismo en permanente renovación, pero cuyo cimiento siempre es el mismo. La admiración hacia estos héroes se origina en que Estados Unidos ha sido y es una nación que se ha forjado a través del mito y también en la espectacularidad de proezas que han producido importantes avances, teniendo a hombres y mujeres en permanente estado de superación. Este rasgo cultural está arraigado al nacionalismo de un país que pareciera ser que experimenta una temporalidad propia, a la vez que el resto del mundo es consciente de ella y de su legado.

The Right Stuff es lo mejor de Estados Unidos en medio de la Guerra Fría. Son los albores de la carrera espacial, una que fue clave para superar a los rusos. En medio de la Guerra de Corea y antes de la malograda campaña estadounidense en Vietnam, las guerras ideológicas se pelearon en otros terrenos, entre ellos, el espacio. El satélite Sputnik 1 lanzado por los rusos alertó a la sociedad norteamericana, promoviendo de paso la paranoia ante la latente amenaza de un conflicto nuclear. Los presidentes Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy previeron estos cambios y en la década del 50 y 60 impulsaron el desarrollo de la NASA y de un completo programa que incluía la preparación de astronautas y el desarrollo de cohetes espaciales. The Right Stuff retrata estos momentos a partir del libro homónimo del periodista Tom Wolfe, además de centrarse en el reclutamiento y formación de los pilotos destinados a orbitar la tierra.

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Los mejores biopic de la historia del cine han sido aquellos que han conseguido equilibrar el mero dato, el antecedente con el mito. Tenemos el ejemplo de Patton de Franklin J. Schaffner, filme que produce un estado de fascinación no por el hecho histórico, sino por el retrato del general de cuatro estrellas en la piel de George C. Scott. Ante el espectador vemos a un hombre que se conduce por el arte de la guerra, pero a partir de sus propios demonios y obsesiones. Hay misterio, silencios y epopeya. Dichos elementos también están presentes en The Right Stuff en la personificación del célebre piloto Chuck Yeager (Sam Shepard), quien en 1947 superó en un completo anonimato la velocidad Mach 1. El primer tercio del filme muestra la necesidad de un temerario en ir más allá de las posibilidades y cuya obsesión es la búsqueda del demonio que vive detrás de la barrera del sonido. El director Philip Kaufman sigue con la cámara al piloto-vaquero taciturno mientras éste observa desde su caballo aquella nave que podría arrebatarle la vida o conducirlo a la gloria. Ese misterio, el encuentro entre máquina y hombre, está muy bien retratado, a la vez que augura el ritmo del filme.

La hermosa fotografía de colores cálidos de Caleb Deschanel transmite la sensación de dicha época, a la vez que empalma con la ingeniosa utilización de documentales. The Right Stuff es una película que desde la ficción se funde con la historia. El heroísmo anónimo de los pilotos de prueba, de un trabajo mal pagado que pocos quieren, es sobrecogedor. Kaufman se adentra en la mente de estos hombres con códigos propios, centrándose en quienes integrarán el célebre programa Mercury. The Right Stuff es un relato coral sobre un grupo de pilotos que será puesto a prueba a través de exigentes experimentos físicos y psicológicos, algunos por lo demás absurdos e innecesarios, pero aquello era porque no había mucha claridad sobre cómo era el espacio o sus efectos.

El realizador Philip Kaufman introduce un elemento esencial a la historia y que se relaciona con el punto de vista de Chuck Yeager, quien decidió abstenerse de participar en el programa de la Nasa. El espectador observa al piloto que prefiere continuar sus conquistas desde la tierra, si bien es consciente de la atención mediática en torno a sus colegas astronautas. Imposible olvidar la astuta utilización del sonido de las cámaras fotográficas y de grabadoras registrando cada momento de la vida familiar y profesional de los integrantes del programa Mercury. Este punto de vista muestra lo caprichosa que puede ser la fama. Sin embargo, los pilotos John Glenn, Alan Shepard, Gordon Cooper y compañía también están atados de manos frente a las exigencias de científicos que olvidan que las grandes epopeyas no sólo se originan en la tecnología, sino también en el espíritu humano.

The Righ Stuff es un filme sobre aquellos pequeños momentos que terminan por construir el relato de grandes historias. Después de fallidas pruebas vemos por fin el primer cohete estadounidense que consigue cruzar la atmósfera terrestre, con Alan Shepard (Scott Glenn) llevándose la gloria y la posteridad a pocos días de la proeza espacial del cosmonauta soviético Yuri Gagarin. Posteriormente, vemos al malogrado Virgil "Gus" Grissom (Fred Ward), cuyo heroísmo es puesto en duda. Finalmente, todos estos hombres son especiales, pero también personas corrientes sometidos al límite de sus capacidades. The Right Stuff celebra la hazaña de personas que por voluntad propia, y contra todo pronóstico, decidieron ir más allá de la nubes.

Philip Kaufman tiene 80 años y en 2012 dirigió su última película para la televisión (Hemingway and Gellhorn). Su carrera ha sido dispar. Aun así, tiene notables trabajos como La Insoportable Levedad del Ser (basada en la novela del escritor checo Milan Kundera) y el memorable remake de Los Usurpadores de Cuerpos de 1978. A lo largo de más de una docena de filmes sus intereses han sido variados, siendo The Right Stuff su más importante trabajo. Se trata de una película alucinante por su épica, por su humanidad y por su belleza visual. En esta obra predominan escenas que sobrecogen por su estética, pero en especial por lo que busca transmitir.

Emociona ver la secuencia final del filme, cuando los astronautas del programa Mercury son recibidos en una gran fiesta en Houston por el entonces vicepresidente Lyndon B. Johnson. En un momento de la celebración se presenta una bailarina con un delicado espectáculo en el que muestra su cuerpo detrás de unas plumas. Mientras sucede esta acción, los astronautas se miran en silencio. La expresión en sus ojos es de gratitud y compañerismo, de un lazo enigmático que une a quienes son pilotos. Al mismo tiempo, el montaje se alterna con Chuck Yeager una vez más subiéndose al avión de pruebas, tratando de superar sus límites lejos del ruido y de las palmadas en la espalda. Todos estos hombres son el mito, las posibilidades de quebrantar lo imposible. Esta escena es tremendamente emotiva como también lo es el final, uno que se alza con la sublime fanfarrea del compositor Bill Conti, la que muestra las epopeyas de la vida, de nuestra historia y también de aquel buen cine que nunca olvida la importancia de sobrecogernos, de alegrarnos y que nos motiva a aplaudir durante los créditos, independiente si estos se están viendo desde una abarrotada sala de cine o desde un televisor en el anonimato de un dormitorio. The Right Stuff es una obra inolvidable, esencial y que todavía produce grandes emociones, como si fuésemos al espacio por primera vez.

Título original: The Right Stuff (Elegidos para la Gloria) / Director: Phillip Kauffman / Intérpretes: Sam Shepard, Scott Glenn, Dennis Quaid, Ed Harris, Fred Ward, Barbara Hershey, Kim Stanley, Verónica Cartwright, Pamela Reed, Scott Paulin, Charles Frank, Lance Henriksen, Donald Moffat, Mary Jo Deschanel, Scott Wilson, Kathy Baker, Jeff Goldblum, Harry Shearer y John P. Ryan / Año: 1983.