Il Siciliano (1): Los disfraces de la soledad

La filmografía realizada por José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola constituye uno de los trabajos más interesantes de la no ficción nacional contemporánea. En ella se mezcla la filmación de personajes con distintas capas de complejidad que, junto a una serie de operaciones estéticas, han permitido cuestionar políticamente a lo largo de los años una serie de discursos hegemónicos. Este ejercicio termina obligando al espectador a poner en duda sus propias preconcepciones en torno al quehacer cinematográfico y los espacios que brinda el cine chileno para esto. El último trabajo de esta dupla, titulado Il siciliano, en el que también se suma Claudio Pizarro, sigue esta tendencia en torno a dichos cuestionamientos.

Il siciliano retrata y pone en tensión el mundo alternativo de la fama que circunda a Juan Carlos Avatte, reconocido empresario que construyó un imperio en torno al negocio de las confección y venta de pelucas en Chile. El filme es montado como si estuviésemos inmersos dentro de una gran fiesta continua, en la cual dobles de artistas famosos, vedettes, sicarios, cirujanos plásticos y diversos empleados de Avatte bailan, se emborrachan, tienen sexo y simulan ser policías listos para disparar y arrestar a delincuentes ficticios.

El universo de personajes secundarios que habitan la juerga de Avatte destacan por su composición heterogénea. A diferencia de la fama establishment, donde existen consensos estéticos y discursivos a los cuales es necesario alinearse para ser parte de la comunidad, Avatte reúne grupos de personajes completamente desalineados que, filmados con cámara en mano, transmiten alternadamente una sensación de desaforo y soledad.

En el desarrollo de las tertulias se va dando el juego de mezclar personajes realmente famosos con este mundo B. Dentro de los primeros minutos del largometraje aparecen José Miguel Piñera ("Negro Piñera") y Luis Dimas, quienes se sacan una foto con una niña calva que al parecer sería beneficiada con la fiesta en curso. La escena se compone de unos pocos segundos: los rostros televisivos toman a una niña desconocida, posan, se fotografían y se marchan. ¿Qué imagen intentan proyectar estos personajes? ¿Acaso la misma que Luisa Durán (esposa de Ricardo Lagos) en la inauguración de la empresa de reciclaje en El pejasapo (2007)? ¿Cuál es el motivo detrás de estos gestos? ¿El mismo que buscan las vedettes al querer operarse y verse diez años más joven? ¿Difiere de la imagen que vemos de un Avatte esforzándose para que la fiesta nunca acabe?

IL SICILIANO

Pese a su constante esfuerzo por rodearse de gente, poco a poco el padrino comienza a evidenciar frente a la cámara momentos de soledad. Sumado a los planos de trabajo individual y artesanal que implica la elaboración de las pelucas, hacia el final del filme se intensifica la sensación de soledad del protagonista, la que se ve proyectada en sus relaciones interpersonales. Hay una distancia insalvable que separa al rey de la película de sus mujeres, producto del mismo mundo de disfraces que habita. Reflejo de esto lo constituye la escena en que Avatte luego de conversar con una vedette y preguntarle su nombre, ante la respuesta de esta, el protagonista vuelve a replicar su interrogante: "pero dime tu nombre real".

En suma, Il siciliano explora un mundo en proceso de extinción pero que a su vez aún se encuentra vigente en nuestra sociedad. Un universo donde las mujeres son equiparadas a automóviles, donde Sandro es cantado a coro, y en que el oficio artesanal aún puede hallarse en alguna empresa familiar. El hecho de que la fiesta continúe con cánticos y llantos frente al ataúd de Avatte, es la muestra más palpable de aquello.

 

Nota comentarista: 8/10

Dirección: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda, Claudio Pizarro. Producción: Carolina Adriazola. Fotografía: José Luis Sepúlveda. Montaje: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda, Claudio Pizarro. Diseño de sonido: Carolina Adriazola. País: Chile. Año: 2017. Duración: 82 min.