Informe XX Fidocs (2): Apuntes sobre la memoria

Si bien en el cine documental es recurrente el ejercicio de la memoria para reconstruir hechos, historias y personajes, esta no siempre se presenta de una manera tan tangible. En el marco de la competencia nacional del Festival de Documentales de Santiago (FIDOCS 2016) se presentaron dos películas que tienen una visión particular de enfrentar la memoria como un problema que abruma, persigue y obliga.

La ópera prima de Sebastián Arriagada, Ejercicios de montaje, es una reflexión acerca los desechos materiales y personales que deja la edición de una película. Las primeras imágenes podrían ser bastante típicas del oficio del montajista: cables, un computador, una línea de tiempo en un programa de edición, manos sobre un teclado. Sin embargo, en lo que podría haber sido un documental de corte más tradicional, la aparición de la voz en off del realizador nos sitúa en un escenario distinto: un ensayo a base de reflexiones personales sobre el proceso de haber montado Invierno, la última película de Alberto Fuguet.

Lo interesante de la propuesta de Arriagada es el continuo regreso a la materia prima, al personaje en bruto, a la anécdota y al diario personal donde registró cada encuentro que tenía con Fuguet. En ciertas partes, la asimilación que hace el relato hace pensar que él como montajista se ha convertido en un personaje más de Fuguet, a quien conoce y por lo mismo se rebela. En esta rebeldía, Arriagada intenta cambiar el pasado y el destino de los personajes, sin embargo, en este juego el director vuelve a sumergirse en el universo de Fuguet creador, hecho que se recalca cuando la voz en off dice: “Alberto me regaló el mismo libro que lee Alejo, su protagonista”.

La memoria funciona aquí como el eje en el cual se articula todo el relato. El diario lleno de anécdotas, las instrucciones de Alberto Fuguet, el diálogo de los personajes que aparecen como parte del relato global del documental. Todo eso bajo la constante espera de la exportación de la copia final de la película. Algo que se muestra al inicio de la película y que, luego de 45 minutos, llega a su fin. La reflexión sobre el oficio de ser montajista, con un tono autobiográfico, se puede leer de la misma manera a cómo Fuguet reflexiona acerca del oficio del escritor, y es en eso donde la relación entre el objeto recordado y el documental se relacionan de una manera más íntima.

maquina-voladoraPor otra parte, Máquina voladora, el segundo documental de Vicente Barros (debutó en 2010  con Perdida: Hija de Perra), presenta una reflexión sobre la memoria desde la reconstrucción de un vacío temporal. Rolf, el protagonista, sufre un accidente en automóvil hace trece años, lo que le produce una amnesia con la cual convive hasta hoy. La película no busca conmover ni con el personaje ni con la historia en general, al contrario, es más factible encontrar una observación y seguimiento del personaje con una mirada irónica y a veces con bastante humor negro.

En una primera lectura, la vida de Rolf no ha tenido muchos cambios pese al accidente; sin embargo, a medida que avanza el documental se comienza a apreciar lo inadaptado que está Rolf en un entorno que mira con preocupación su gran obsesión: construir una máquina voladora que permita a los humanos movilizarse por el cielo. Es esa obsesión la que mueve la historia del documental y que a ratos muestra a Rolf como un niño de 30 años, incapaz de hacerse cargo de sus hijas y de su estabilidad económica.

En Máquina voladora, la reconstrucción de la memoria del personaje no es central para la historia en sí, pero si para comprender las acciones de él en el presente. En esa insistencia por su máquina, y con ciertos momentos que bordean lo patético, el documental presenta sin indulgencia lo difícil que puede significar vivir sin recuerdos. Pero a la vez, lo cómodo que puede ser refugiarse en ello.

Ambas películas -Ejercicios de montaje y Máquina voladora- apelan a un vacío, el dejado por el fin de una película o el producido por un accidente; y con dos miradas totalmente distintas, la memoria juega un rol de ahogo, de necesidad, de persecución y de presión sobre sus protagonistas.

Sebastián González Itier