La región salvaje: La bestia humana

Batalla en el cielo (2005), de Carlos Reygadas, abre con una felación enrarecida por un primerísimo plano. La cámara va tomando distancia para revelar la escena pero, en vez de aclarar el panorama, y a pesar de que comprendemos ahora sin dudas de que se trata de un acto de sexo oral, el extrañamiento crecerá a medida que comenzamos a ver con claridad. Reygadas pasa de una abstracción visual a una abstracción social: hay algo que no nos calza en este contacto desapasionado y mecánico entre una adolescente y un tipo gordo que parece más una víctima que un abusador (el director nos involucra maliciosamente en el fallo, activa nuestros prejuicios con una simple imagen). Aunque la escena fue catalogada de pornográfica en México, donde fue censurada, se trata probablemente de anti-pornografía. No hay aquí un gesto gratuito ni una acción pensada para la erotización, sino que un plan de ruta, una declaración de principios para continuar explorando una película que habla de división de clases y las zonas violentas en las que pueden coexistir. Reygadas enfrenta dos mundos a través de un acto desencajado.

No es de extrañar que Amat Escalante haya sido asistente de dirección de ese filme, porque el inicio de La región salvaje opera con la misma lógica: una joven se satisface sexualmente con una suerte de tentáculo viviente que sale de su vagina. Está en una cabaña humilde emplazada en medio de una naturaleza desoladora y pronto se dará cuenta de que está herida. El extrañamiento, ahora llevado directamente a los territorios de la fantasía, abre las puertas para un cóctel de crudeza social y horror alegórico que, claro, también apunta a los vicios de la cuestionada sociedad mexicana.  

La chica en cuestión es Verónica, adolescente misteriosa que sabe de la existencia de ese secreto extraterrestre. Pronto hará buenas migas con Fabián, un enfermero homosexual que mantiene una relación secreta con Ángel, el marido de su hermana Alejandra. La región salvaje podría ser un drama de relaciones en un pueblo periférico, pero afortunadamente es algo mucho más inclasificable que eso.

 

Criatura “lovecraftiana”

“Ahora todos hacen películas fantásticas”, me decía un amigo el otro día luego de ver Thelma (2017), del siempre estimulante Joachim Trier, pero en Escalante la decisión no responde a una moda. Esa criatura “lovecraftiana” funciona acaso como la metáfora del deseo real y puro que dos jóvenes han perdido en medio de una sociedad machista. Ellas son víctimas de una construcción sociocultural que encuentran la redención en el regreso a sus pulsiones primitivas, lo único real dentro de un mundo de códigos establecidos. El verdadero monstruo está probablemente allá afuera: es el homofóbico que desea y, al mismo tiempo, odia a su cuñado. Un machote mexicano que desatará una tragedia que Escalante construye con destreza y visceralidad.

Si la presencia de lo sobrenatural no resulta forzada es porque el director somete todo a un proceso de enrarecimiento en el que la epifanía siniestra puede convivir con el realismo, sin aspavientos ni golpes de efecto. Por el contrario, Escalante es un narrador elegante, consciente de la importancia de la contención y la pausa, y también del valor de una alegoría que trabaja con el sigilo de quien instala una bomba de tiempo. Digamos que el cineasta, quien ya retrató magistralmente la violencia en Sangre (2005), Los bastardos (2008) y Heli (2013), se preocupa de matizar la crudeza realista de sus cintas anteriores con guiños sobrenaturales que nunca se vuelven burdos ni gratuitos.

Lo increíble, a estas alturas, es que su ecuación sabe a innovación. El cruce de referentes crean un cosmos propio. Escalante no es Reygadas ni, mucho menos, Del Toro. Escalante es Escalante. Y decir algo así de un director no es poco.

Andrés Nazarala R.

Nota comentarista: 8/10

Título original: La región salvaje. Dirección: Amat Escalante. Guión: Amat Escalante, Gibrán Portela. Fotografía: Manuel Alberto Claro. Reparto: Simone Bucio, Ruth Jazmín Ramos, Jesús Meza, Edén Villavicencio, Andrea Peláez, Óscar Escalante, Bernarda Trueba, Kenny Johnston. País: México. Año: 2016. Duración: 100 min.