Madres e Hijas: Tres generaciones de mujeres

Méres et Filles (Madres e hijas) dirigida por la guionista y directora francesa Julie Lopes-Curval es un película que encaja muy bien en la tradición del melodrama pues su directora aporta al género elementos contemporáneos tanto en lo formal, como en su estilización visual y en el contenido del filme. La temática tratada nos enfrenta a la problemática femenina de la emancipación, los logros profesionales y su libertad personal contextualizada por tres generaciones de madres e hijas en una  misma familia; son juegos temporales logrados en una puesta en escena impecable, con interpretaciones de gran calidad; la veterana estrella del cine francés Catherine Deneuve, en el rol de madre, Mariana Hand, hija y Marie Josée Croze, abuela protagonizan lucidos roles.

Audrey es una soltera, con un embarazo no deseado y una fuerte afición por el trabajo decide visitar a sus padres, con quienes tiene una relación distante. A su llegada, siente la incomodidad de su madre por su llegada. Audrey no se concentra en su trabajo, se moviliza a una casa cercana y abandonada que habitaban sus abuelos, en el lugar halla un antiguo diario de vida de su abuela y su contenido sacará a la superficie antiguas  heridas y tensionará aún más las fisuras con su madre.

Julie Lopes-Curval como directora y guionista de Madres e hijas expone un drama psicológico fino en su forma narrativa, en cómo afloran las tensiones emocionales entre madres e hijas e hilan los conflictos con el detalle de un artesano. El guión logra exponer las tres generaciones de mujeres, sus problemáticas, contradicciones, frustraciones y deseos en una astuta estructura narrativa que identifica la relación entre madre e hija y logra documentar emociones complejas como la distancia, el abandono, la culpa, el egoísmo y el amor.

Se trata de un cine inteligente en su construcción formal, la estética es delicada,  se acompaña de una fotografía en tonos pastel y la propuesta fílmica en encuadres fijos y bien construidos es coherente con el  tono dramático del filme. También es interesante cómo Julie Lopes-Curval rompe con el presente y su naturalismo para trasladar al espectador a la memoria evocada por fotografías y los escritos en el diario de la abuela en donde se reconstruye la casa de los abuelos en los años cincuenta.

El género melodramático es un cine necesario en nuestros tiempos por su veracidad; es posible redescubrir y cuestionar el rol femenino en la sociedad de clase media y constatar su evolución desde la década de los años cincuenta, cuando la mujer, madre y dueña de casa era sometida a los deseos y dictámenes de su esposo.

El  filme esboza el tema no menor del rol del hombre como pater en la crianza y la educación de los hijos, el egoísmo femenino que aflora en este devenir emocional y posesivo  frente al niño.

El resultado de este tejido visual fino y lleno de detalles sutiles resultan en una película con un desarrollo dramático interesante, un guión bien articulado que deviene en giros inesperados que mantienen en vilo las tensiones en el espectador.