Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo: Resignificar el dolor mediante un otro

Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo es un largometraje vulnerable y cercano, que entrega una exploración de dos historias sensibles que lentamente se unen. Conocemos a personas que no se juzgan en ningún momento, solo se encuentran desde la empatía y desde la visión del mundo que cada uno ha forjado durante toda la vida.

Siete años han pasado desde que Nicolás Guzmán realizó su primer documental, Si escuchas atentamente (2015), donde se centraba en niños que confesaban sus miedos y sueños en torno al futuro. Ahora, en 2022 estrenó, primero en SANFIC, Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo, su tercera película que fue parte de la Competencia Nacional de la 26º edición de FIDOCS. En ésta, explora el pasado de dos personas que apenas se conocen, Victoria y José, quienes intercambian sus memorias de vida para ir lentamente reinterpretándolas, hasta llegar a un punto en que son capaces de resignificar su dolor personal mediante las experiencias del otro.

El documental parte desde cartas que escriben los personajes bajo la premisa “si no me atrevo a decirlo, que alguien lo diga por mí”. Luego de ser escritas, se las intercambian para que pudiesen ser interpretadas en primera persona, como una forma de habitar la intimidad ajena. Para llegar a eso, se les dice que deben entender el camino del texto, y que el ejercicio del actor es ser empático y ponerse en los zapatos del otro. Desde ese momento recorremos de a poco sus vidas, entramos en la cotidianidad diaria que llevan, observamos que las locaciones se intercambian y experimentamos con la manera que tiene Guzmán de tensionar ambas historias, dándoles a cada uno su espacio para hablar en medio de registros íntimos que no solo fueron filmados por quien dirige, sino que también por José.

Bajo esos relatos podemos comprender que, en ocasiones, es difícil mirar a los ojos ciertos dolores, y habitar los rincones oscuros de las vivencias propias puede resultar imposible si no se está preparado para hacerlo. En este sentido, el gran acierto del documental es conjugar ambas historias de manera delicada en el montaje, y permitir así que otra persona encarne el dolor ajeno, que se lleguen a esos lugares sombríos de la existencia, y que, mediante eso, sea factible notar lo que ha pasado y comenzar a entender cómo esas experiencias construyen la identidad de cada uno. Tal como José dice al final de la historia, no había llorado lo suficiente por lo que cuenta en su carta, pero ver a Victoria quebrarse al leerla hizo que le dieran ganas de llorar por la empatía que ella mostró, pero también por la empatía que sintió consigo mismo.
 

De esa forma, también es posible vislumbrar lo que no se dice y entender que hay capas mucho más profundas en cada cosa que cuentan, y, sobre todo, en las que no quedan explicitadas. Si bien tan solo al final es que conocemos por completo sus historias, durante toda la trama se entregan pinceladas que son suficientes, y con calma se van uniendo, hasta que se nos olvida que son distintos y que poco tienen en común. Les vemos fundirse en el otro, y abrir un espacio en sus corazones para acogerse mutuamente a pesar de que se sitúen desde lugares diferentes, porque acá lo importante no es enfatizar esas diferencias, sino que entender que a pesar de ellas pueden comprenderse por medio del dolor.

Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo es un largometraje vulnerable y cercano, que entrega una exploración de dos historias sensibles que lentamente se unen. Conocemos a personas que no se juzgan en ningún momento, solo se encuentran desde la empatía y desde la visión del mundo que cada uno ha forjado durante toda la vida. Así, vemos un resultado íntimo y tenemos la gran oportunidad de mirarnos a nosotros mismos y de entender que a veces otras personas pueden ayudarnos a repensar los traumas y las intimidades porque transitar por la memoria en conjunto puede hacer más llevadera la propia existencia.
 

Título original: Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo. Dirección: Nicolás Guzmán. Producción: Francisca Soto. Fotografía: Patricio Alfaro, Ricardo Sánchez. Montaje: Martín Santapau. Sonido: Camila Pruzzo, Carlos Pérez. Reparto: Nerea Silva, Victoria Ruby Watson Vidal y Demian. Año: 2022. Duración: 66 min.