Misión rescate (The Martian. Ridley Scott, 2015)

Dentro del escenario del cine producido en Hollywood, Ridley Scott es parte de un no muy numeroso grupo de directores que desde el comienzo del 2000 puede decir que ha hecho casi una película al año (la mayoría de ellas superproducciones). El director inglés, próximo a cumplir 80 años, suma a su prolífica producción el interés por moverse dentro de variados géneros propios del cine de industria y en el último tiempo ha pasado, solo por nombrar algunos, por el policial, el bélico, la fantasía, el drama histórico e incluso, por un género emblemático del cine en su etapa más clásica: la épica bíblica. La ciencia ficción es uno de los géneros predilectos de alguien que ya anotó su nombre en clásicos como Alien (1979) o Blade Runner (1982), y si bien su última entrega, Misión rescate (2015), se enmarca en el mismo género, el resultado fílmico se aleja en varias formas. La sofisticación y curiosidad técnica de Ridley Scott ha ido aumentando innegablemente a lo largo de los años, no obstante, alguien que logró usar el medio para realizar obras que brillaron por un innovador e influyente trabajo en la creación de atmósferas misteriosas y únicas, ha ido convirtiéndose en alguien lamentablemente cada vez más explicativo. Esto ya se anunciaba incluso en películas donde Scott exploró con otros géneros, como por ejemplo el policial del año 2007 American Gangster, en donde pese a recrear notablemente los setenta, este termina siendo un thriller de crimen que carece de todo aquello que las buenas películas de los setenta tenían: inestabilidad.

En Misión rescate la trama pone al astronauta Mark Watney (Matt Damon) varado en una misión en Marte luego de que su tripulación lo diera por muerto tras un despegue de emergencia. Watney se ve abandonado e incomunicado y deberá ocupar todo su sofisticado entrenamiento científico para sobrevivir en el adverso de todas las maneras posiblemente imaginables planeta rojo.  De ahora en adelante Watney deberá hacer todo lo necesario por producir comida y comunicarse con la tierra, donde su naufragio espacial es un tema global y mantiene en vilo a los directivos y científicos de una burocrática Nasa.

La película de Scott corresponde a una adaptación literaria de Andy Weir (The Martian, obra que pasó de ser distribuida independientemente por Internet a ser un fenómeno literario-editorial. Lo que explicaría el fenómeno sería que describe la posibilidad de un naufragio en Marte de la forma más “real” o “creíble” posible en términos de veracidad científica. El guión de Drew Goddard sigue la misma premisa y uno de los grandes objetivos de la película pasa por explicarle al espectador que lo que le está pasando al personaje de Damon tiene el sello de aprobación de la NASA. Así es como la película convierte la rigurosidad científica de la supervivencia de Watney en una operación narrativa y hace avanzar la acción básicamente mediante una serie de preguntas, respuestas y explicaciones.

El argumento de abandono en otro planeta en el que se ve envuelto Mark Watney tiene ecos de la película Robinson Crusoe on Mars (1964), donde una misión exploratoria de la órbita de Marte debe eyectar a uno de sus tripulantes a la superficie de dicho planeta luego de un desperfecto técnico. El Comandante Draper debe aprender a sobrevivir en Marte sin ninguna compañía más que un carismático mono. Una de las primeras cosas que hace el astronauta en esta película sci-fi sesentera es prender una fogata en suelo marciano, algo que a primera vista parecería ser un error científico según lo que sabemos hoy de Marte y su atmósfera. Pese a situaciones como este “error” y a un valor de producción infinitamente menor (incluso para los estándares de la época) la película de Byron Haskin logra crear atmósferas a ratos más que interesantes, en contraste con lo que ocurre en la última película de Scott. Lo que ocurre con Misión rescate es que, pese a contar con un nivel de producción enorme y tener a cargo un director que por trayectoria parecería sobrecalificado para la tarea, no se logra hacer de la experiencia de Matt Damon en Marte algo más que anecdótico o funcional a “otra cosa” que se anuncia como más grande e importante. Se hace de la supervivencia del héroe un fin en sí mismo para la película. Esto extraña y decepciona considerando que la película es del mismo cerebro detrás de Alien y Blade Runner, películas que ocupan las herramientas técnicas y formales disponibles para crear obras de ciencia ficción que dan origen a mundos llenos de intriga, en los que el realizador parece recorrer y perderse junto al espectador, más que mostrar de forma ilustrativa lo necesario o lo meramente útil para un guión convencional.

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Siendo más específicos, lo primero que aleja al Ridley Scott de Misión rescate con las obras de su primera etapa pasa por el  empleo del tiempo de la narración. El análisis de guión para la industria actual, recomienda que la estructura para este tipo de superproducciones debe adelantar lo más posible el punto de arranque en pos de una narración más rápida (en detrimento de otorgarle tiempo a la construcción del escenario donde acontecerá el desarrollo). Si algún reproche recibieron las primeras películas de Scott fue por ser consideradas “lentas”.  Eso que se cataloga apresuradamente como “lentitud”, es lo que quizá sella y define la distancia de la etapa actual de Ridley Scott con la primera. En Misión rescate a los 20 minutos ya esta planteado explícitamente sobre lo que tratará la película: todo se hará para mantener con comida y a salvo a Watney hasta que llegue la misión de rescate. El día a día de Watney se reduce a hacer tareas específicas para sobrevivir y en Houston se trabajan horas extra para traerlo de vuelta. Cuando hacia el último acto se incluye a la tripulación de la misión original de Watney y nos introducimos en la nave y su cotidiano, aparece un poco del viejo Ridley y el movimiento de los personajes a través de la nave logra entregarle al espectador una secuencia interesante antes de terminar con lo que todos sabemos que viene: salvar a Matt Damon y traerlo de vuelta sano y salvo a unos Estados Unidos de América que ve en vivo el rescate de su nuevo héroe favorito.

El día a día de Mark Watney en Marte transcurre principalmente resolviendo tareas, las que convenientemente va grabando en una especie de videoblog y una cámara tipo go-pro que lo acompaña a todos lados, lo que le permite narrarle al espectador toda la ciencia involucrada en sus decisiones para mantenerse con vida. El personaje de Matt Damon resume esto en “Guess I have to science the shit out of this!” Por eso es que la película resalta su desarrollo más que nada en ejecutar misiones complejas y ver como los resultados de ellas alejan o acercan a Watney de regresar a la tierra. La problemática pasa porque, pese al altísimo valor de producción involucrado, el Marte de Ridley Scott es sencillamente no tan interesante. Esto separa a esta cinta  de contemporáneas del género como Moon (2009) donde Duncan Jones logró refrescar la oferta al convertir una superficie lunar marcada por el tedio y la monotonía en un lugar misterioso e inquietante de ver y recorrer con la cámara.

Una segunda gran parte de la película ocurre en el planeta tierra, en donde científicos y científicos-que-parecen-ejecutivos, especulan sobre las posibilidades y riesgos de traer de vuelta a la tierra al bueno de Matt Damon.  Aquí Scott emplea el drama y la confrontación a través de los personajes de Jeff Daniels y Chiwetel Ejiofor, y lo descomprime con una comedia que a ratos se siente muy obediente mediante la suma de rostros como Kristen Wiig o Donald Glover. Todos trabajan juntos en las oficinas de la NASA con el mismo objetivo, aunque aparentemente, con distintos intereses en juego. El mundo de la tierra no logra revestir a la película de algo muy atractivo, más allá de giros necesarios para la trama, pero una secuencia logra destacarse sobre el resto. Esta es la secuencia donde Watney logra reparar los restos de la misión Pathfinder y consigue comunicarse con la tierra con las limitaciones de la ciencia pre-siglo XXI. Este trozo de la película en donde, la víctima-héroe, acompañado constantemente con una go-pro trata de comunicarse con una cámara fotográfica logra darle a la película una secuencia destacable dentro de tanta narración excesivamente funcional.

Misión rescate, pese a ser una película que goza de una excelente factura técnica en la compleja tarea de construir la ilusión de un espacio como lo es Marte, al plantearse de inmediato un único objetivo como motor de lo que la película va a mostrar se convierte en una narración que acaba requiriendo mucho de las “necesidades del Planeta Tierra”. Ridley Scott termina justificándose por todo lo que muestra en la pantalla. La película parece estar preocupada en términos narrativos solo de demostrar que un grupo de personas muy bien capacitadas puede salvar una vida humana con todo lo imaginable en contra. Siendo ese el objetivo, la película sí logra convincentemente lograr que el espectador pueda empatizar con el objetivo de salvar a Watney, pero decepciona al construir un mundo de ciencia-ficción poco estimulante dentro del panorama actual e histórico del género.

Lo que ocurre en Misión rescate es similar a lo que ocurre en películas contemporáneas del género, como Interstellar (2014), en las que la sobre-explicación y la elaboración de complejas tramas para los mundos construidos gracias a las posibilidades del C.G.I terminan finalmente afectando la ambigüedad e interés que aparecen casi instintivamente en el espectador al mostrar en la pantalla un mundo que no se ha visto antes. El Marte en el que camina Mark Watney definitivamente hace extrañar el espíritu de las otras películas sci-fi de Ridley Scott, donde el cineasta lograba construir una atmósfera y un mundo único, más que nada mediante el planteamiento de preguntas más que de respuestas. Las respuestas son algo que en esta película definitivamente sobran. Alien y Blade Runner fueron películas que constantemente le ocultaban información al espectador e incluso se iban haciendo cada vez más opacas, pero son obras que atrapan y generan una sensación de inmersión que, dado el estado de las superproducciones de ciencia ficción actual, es algo que rara vez uno tiene la opción de revisitar.

 

Nota comentarista: 6/10 Título original: The Martian. Dirección: Ridley Scott. Guión: Drew Goddard. Fotografía: Dariusz Wolski. Elenco: Matt Damon, Jessica Chastain, Michael Peña, Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Kate Mara, Sean Bean, Donald Glover. País: Estados Unidos. Año: 2015. Duración: 141min.