Promising Young Woman (1): Un carrusel de emociones ambivalentes

Son las limitaciones y ambivalencias de Promising Young Woman las que la hacen una obra tan interesante y atractiva para el debate. Es una película exigente con el público, que demanda analizarla de manera situada, considerando su contexto de producción y de recepción. En estos tiempos de corrección moral y películas que son vendidas de feministas como estrategia de marketing, hay que reconocer de Emerald Fennell que se atrevió a proponer un punto de vista sobre la cultura de la violación, que incluye su carácter sistémico, y se aleja de las convenciones de cierto cine para mujeres que tienen como fin una satisfacción emocional momentánea, fácilmente olvidable. 

- A mí también me afectó, ¿sabes? Ser acusado así es la peor pesadilla de todos los hombres.

- ¿Y puedes adivinar cuál es la peor pesadilla de todas las mujeres?

Promising Young Woman es una película que ha suscitado muchos elogios, preguntas e incluso duros cuestionamientos, ya sea respecto a si pertenece o no al género del thriller de venganza, o en relación a su propuesta estética (femenina) y ética (feminista). 

La ópera prima de Emerald Fennell narra la historia de Cassie (interpretada por Carey Mulligan), una exestudiante de medicina que vive hace años en duelo por la muerte de su mejor amiga, Nina. Nos adentramos en la vida cotidiana de Cassie, en su trabajo rutinario y poco emocionante en una cafetería, en su familia que teme por su bienestar al verla apagándose en plena juventud, y en la principal actividad que moviliza la vida de la protagonista, la búsqueda de venganza o justicia por el crimen sexual que condujo a la muerte de Nina. 

En este escenario, los personajes secundarios son circunstanciales e incluso funcionales en la vida de Cassie, ya que ella no establece vínculos sinceros con ninguno de ellos, de manera que vive el dolor del duelo voluntariamente en silencio y sola. Este dolor toma en Cassie la forma de sufrimiento y su soledad la vive desde la desolación, a pesar de su aparente fachada de mujer joven, independiente, educada, que además es bonita (y blanca, por cierto). 

Se puede cuestionar de esta construcción de personaje una actitud un tanto tóxica, que reniega de la dimensión vulnerable intrínseca a todo ser humano, en pos de una presentación social de la persona a través de un despliegue de autosuficiencia que puede incomodar a les espectadores, porque se siente forzado en tanto autoimpuesto como mecanismo de defensa. Pero creo que justamente ese es el punto, que esa misma construcción de personaje es la que nos permite transitar entre la identificación con la protagonista y el extrañamiento necesario para ver la película con ojos críticos. 

Una de las principales premisas de Promising Young Woman se encuentra condensada en el desarrollo del personaje de Ryan, el inesperado (e inconveniente) interés amoroso de Cassie, quien en principio se muestra amable, preocupado y paciente, pero que nunca comprende realmente los procesos con los que ella está lidiando. Podríamos aducir que esto se debe a que Cassie no abre sus emociones con él, a quien no revela nada de su vínculo con Nina hasta que se ve compelida a hacerlo. El montaje de romance con banda sonora de Paris Hilton (y lo que implicaba para la trama), se ve interrumpido abruptamente en el momento en que Cassie descubre el papel que su novio desempeñó como espectador pasivo en el ultraje de su amiga. Cuando lo increpa, el remordimiento inicial de Ryan se torna en una actitud displicente, que minimiza la situación y, en consecuencia, lo resitúa como un agente perpetuador de la cultura de la violación. 

Diría que en esta película hay tres caminos que sigue la protagonista en su forma de resolver simbólicamente el conflicto que la agobia. Sin perder de vista, por supuesto (como advierte en La imaginación simbólica Gilbert Durand), que todo proceso simbólico tiene efectos de realidad en la vida social. El primero, refiere a este intento de re-educación que emprende Cassie, a través de la metódica performance de mujer borracha que le permite increpar a hombres que le ofrecen ayuda y luego tratan de abusar de ella. El segundo, corresponde a la venganza dirigida hacia personas específicas, encubridoras del crimen contra su amiga. Sin embargo, si nos detenemos a mirar más allá de la superficie, notamos que no es un ajusticiamiento en el sentido que estamos acostumbradas a ver en el cine Rape & Revenge, sino que se aleja de esas convenciones, al no violentar realmente a estas personas, sino ponerlas en una situación que las conduzca a dimensionar la gravedad de su comportamiento. 

El tercer camino refiere a la búsqueda de justicia, que se materializa en su plan final, cuyo objetivo es hacer caer al hombre que violó a Nina. Para ello, tuvo que planificar hasta el más mínimo detalle, lo que me lleva a pensar en toda la energía que Cassie volcaba en todas sus acciones, en lo agotador y poco saludable de esa perspectiva. Pero también es agotador ser víctima de violencia y estar a la defensiva, algo a lo que estamos tan acostumbradas en la vida real, pero poco en el cine.

Vemos en Cassie una espiral obsesiva, movilizada por una construcción de sentido en torno al proyecto de hacer justicia por sus propias manos. Hasta cierto punto, las mujeres podemos sentirnos identificadas con Cassie, porque compartimos la experiencia encarnada de la violencia patriarcal, que nos afecta brutalmente día a día más allá de las pantallas. Pero, tal como ha sido señalado en otros escritos [por ej, veáse acá y aquí], hay una dimensión ética de la representación que puede ser problemática, si se lee sin detenerse en los mecanismos ideológicos que están en tensión detrás de los recursos formales y discursivos de la obra misma. 

El peligro de reduccionismo radica en aquellos discursos que retratan la violencia sexual desde una narrativa única, que posiciona a todas las mujeres como víctimas y a todos los hombres como victimarios. Esto no solo reproduce estructuras de género binarias, sino que impone una mirada estigmatizante sobre el trauma, que lo reifica en los cuerpos de manera tal que hace imposible imaginar otras formas de procesarlo. 

A pesar de estar estructurada en la clásica fórmula enigma-resolución, el cierre narrativo de esta historia está lejos de ajustarse a las expectativas de diversos públicos. Más allá de una potencial satisfacción emocional ante la clausura propuesta a través de la aplicación de la justicia (justicia patriarcal, no lo olvidemos), esta película resuena en sus espectadores porque desencadena una serie de preguntas: ¿a qué costo fue esa búsqueda de justicia?, ¿podemos sentirnos reconfortadas ante ese desenlace? Por supuesto que no. 

A mi juicio, son las limitaciones y ambivalencias de Promising Young Woman las que la hacen una obra tan interesante y atractiva para el debate. Es una película exigente con el público, que demanda analizarla de manera situada, considerando su contexto de producción y de recepción. En estos tiempos de corrección moral y películas que son vendidas de feministas como estrategia de marketing, hay que reconocer de Emerald Fennell que se atrevió a proponer un punto de vista sobre la cultura de la violación, que incluye su carácter sistémico, y se aleja de las convenciones de cierto cine para mujeres que tienen como fin una satisfacción emocional momentánea, fácilmente olvidable.  

En su libro Cine de mujeres, Annette Kuhn planteó una pregunta fundamental que está en sintonía con mis propias reflexiones al momento de escribir sobre esta película: “El feminismo de una obra, ¿está allí por las características de su autor, por ciertas características de la obra en sí, o por el modo en que ‘se lee’?”.

Las premisas de esta película, construidas en clave de interpelación, requieren de un espectador crítico, que no absorba irreflexivamente todo lo que ve con disposición de consumista del cine hecho por mujeres, y que se cuestione sus propias expectativas respecto a una posible “película feminista perfecta”. Tal como escribiera Annette Kuhn, “los conjuntos de significados no habitan en los textos, sino que más bien los textos se crean, al menos en cierta medida, en su interpretación o recepción”. Por eso me parece evidente que no basta con que exista esta película para transformar las conciencias, en el sentido de que no es un proceso que dependa del texto en sí, sino que es en el encuentro entre el texto fílmico y sus espectadores donde se activa su potencialidad como intervención cultural feminista.

 

Título original: Promising Young Woman. Dirección: Emerald Fennell. Guion: Emerald Fennell. Fotografía: Benjamin Kracun. Reparto: Carey Mulligan, Bo Burnham, Alison Brie, Connie Britton, Jennifer Coolidge, Adam Brody, Laverne Cox, Clancy Brown, Angela Zhou, Christopher Mintz-Plasse, Alfred Molina, Molly Shannon, Sam Richardson, Steve Monroe, Casey Adams. Año: 2020. País: Reino Unido. Duración: 113 min.