La dama de negro 2 (Tom Harper, 2015)

Tal vez para algunos sea más difícil recordar la existencia de La Mujer de Negro, inocente cinta de terror del 2012, que contaba con unas cuantas características que la tornaron en una sensación con cierto éxito económico e incluso algo de reconocimiento crítico: era el regreso de la clásica productora de cine de terror de los 60 y 70, Hammer, a realizar películas “de época”, así como ser el remake de una cinta para televisión que tiene carácter de culto en los círculos de fanáticos. Contaba con una delicada, cuidada y precisa dirección de arte, a estas alturas algo ya esperable de un producto Hammer, pero que no resultaba tan visualmente impactante como las clásicas películas sobre Drácula y Frankenstein de la productora en sus tiempos mozos. Pese a todo, personalmente, se trataba de una de las mejores películas de terror de su año en particular.

Dado el éxito, inesperadamente viene Hammer a entregarnos una secuela, cuya conexión con la cinta anterior es la presencia de este fantasma vengativo que es “la mujer de negro”, pero que no repite personajes, no hace referencias a los hechos previos y no cuenta con ningún gravitas como para siquiera considerarla “una segunda parte”, sino mas bien como una “nueva historia con su amiga de siempre: la dama de negro”. Ese mismo hecho la vuelve algo complicada, ya que el espectro femenino, mientras que resulta medianamente interesante dado su contexto, no tiene una presencia completamente corpórea en el sentido narrativo, no logra formar una personalidad por sí mismo, o lograr algo más de miedo salvo por el hecho de tener la cara podrida. Basar tu serie de películas en un “malo” (o “mala” en este caso) que resulta poco memorable no logra buenos momentos.

Y eso es lo que pasa con esta segunda parte. Con un nuevo set de personajes principales, que tal como en la primera cinta, tienen que descubrir quién es esta presencia maligna que causa daños, pero que no logra nada que no sepamos (sobre todo para quienes aún puedan recordar qué pasó en la primera cinta). La película abusa demasiado de los sustos sorpresa, y la dirección de arte decepciona, pese a ambientarse en el mismo lugar que la cinta protagonizada por Daniel Radcliffe hace tres años.

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Finalmente es un producto inocuo y que nunca pasará a la historia más allá de una anécdota y seguramente no tendremos más cintas “con vuestro villano favorito: la dama de negro”. El único elemento interesante es que el fantasma, desde la primera película, sólo se dedica a matar niños pequeños, y acá la cinta en su contexto de la segunda guerra mundial, posiciona a un grupo de niños con padres luchando en la guerra, dentro de la mansión donde deambula el espíritu, transformándose por algunos minutos en una especie de slasher donde las víctimas son niños pequeños, algo que ilusiona por algunos minutos, pero que no logra cumplir ese posible riesgo que podría haberlo tornado algo más memorable.

Si hay un producto de género que sí valga la pena una mirada es la que se estrenará este jueves 29 de enero, Haunter, del director Vincenzo Natali, que llega con dos años de atraso de su estreno original en Estados Unidos. Ahí logra subvertir los clichés del cine de fantasmas, agregando elementos de Groundhog Day, y aunque no es una gran obra, los fanáticos deberían prestar más atención a ese buen producto de manufactura independiente, que a este producto de una sensación de éxito económico, que estuvo dado (seguramente) más que nada por la presencia del actor de Harry Potter en su papel protagónico.

Jaime Grijalba