La memoria de mi padre (1): Lugares comunes

Pese a que el volumen de producciones nacionales se ha incrementado los últimos años, son pocas las cintas chilenas que centran su argumento en temas relacionados con la vejez. Incluso podemos decir que desde El Regalo de Cristián Galaz (2008) y Gatos Viejos de Sebastián Silva y Pedro Peirano (2010), que los adultos mayores no protagonizan cintas chilenas en ficción, lo cual ciertamente es lamentable en la medida que nuestra población envejece y el cine chileno de ficción que se estrena en salas comerciales parece aún estar obsesionado con las temáticas relativas al golpe militar. En ese aspecto, paradójicamente, este es un aporte revitalizante.

En La memoria de mi padre, Alfonso (Jaime MC Manus) es un guionista de comedias que trabaja en televisión y que mientras pasa por el duelo de su madre debe encargarse de su padre (Tomás Vidiella), un hombre mayor de fuerte carácter. Lo más complejo es que su padre está perdiendo la memoria, y en ese estado de senilidad cree que su mujer no está muerta, sino que está internada en un hospital del litoral central y él debe acudir en su rescate.

Así, la cinta nos muestra cómo el lacónico escritor debe convivir con esta persona que a veces no sabe quién es, cómo debe aprender a cuidar de su padre en esta etapa de la vida en que los roles se invierten: debe alimentarlo, vestirlo, preocuparse de su bienestar, pero con la resistencia que ofrece un adulto que no entiende que debe ser objeto de cuidados. Si bien es complejo para cualquier persona comprender la situación de un adulto mayor cuyo cerebro se empieza a olvidar de los recuerdos recientes y sólo mantiene los más pretéritos, más aún lo es para un hijo que guarda algún grado de rencor con el padre, como se intenta explicar en la primera parte, cuando Alfonso no quiere hacerse cargo de él, aparentemente por algún odio del pasado que no logramos comprender o que no es expuesto de manera que nos permita empatizar con él.

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No obstante ello, Alfonso se queda en contra de su voluntad con el padre, para luego embarcarse en un viaje junto a él, en parte escapando de sus propios problemas. De ahí en adelante, se transforma en una especie de road movie, en que padre e hijo participan de la fábula creada por el padre sobre el paradero de la madre perdida/muerta. Durante este viaje, Alfonso conocerá a su padre de otro modo, y al ver sus similitudes, intenta enmendar el camino con su propio hijo.

La Memoria de mi padre es una película que apela a la emoción constantemente, buscando la identificación con el espectador se hace cargo de lugares comunes y sus locaciones justamente se sitúan fácilmente en el paisaje de la vida de un santiaguino de clase media, lo que hace que sea una cinta muy digerible y que cumple su objetivo. Sin embargo, se refugia en esa confianza de llegar al espectador para no desarrollar ciertos problemas de la trama que igualmente producen corto circuito y rompen la magia en ciertos momentos del film.

Por ejemplo, el rencor que Alfonso tiene por su padre no se justifica ni se desarrolla en el argumento de un modo convincente, pues si bien se trata de un personaje pusilánime y contenido, justifica su ira en conflictos insignificantes de la infancia, relacionados con situaciones vocacionales, que, por cierto, gran parte de las personas que han sentido una inclinación artística, al menos en Chile, han sufrido por parte de sus padres.

Así, el conflicto parece un tanto nimio e infantil, y no alcanza a configurar una tensión significativa entre los personajes. En ese sentido, podríamos decir que la cinta se corresponde con la tendencia post moderna de un cine que no busca generar un gran momento o climax de tensión, sin embargo, no consta que esto sea lo buscado, toda vez que los demás elementos de la obra se apegan al canon clásico del cine.

Por otra parte, si bien no es un tema gravitante en el argumento, me pareció un desacierto el asunto de la hermana pseudo argentina, y todo ese pasaje del guión que queda pobremente justificado, no queda claro cuál es la motivación de la hermana, la razón para que deba partir abruptamente es pobre. Más allá de la broma, que posiblemente sea muy personal, no aporta elementos creativos o de conflicto interesantes, ni tampoco se trata de una escena de comedia. Se pudo omitir este elemento, ya que refuerza el punto que indicaré a continuación.

Finalmente, dentro de las falencias hay que advertir que el enfoque de género es muy pobre, y como la gran mayoría de las cintas, no supera el test de Bechdel: es una película masculina, hecha por hombres y para hombres, donde las mujeres no tienen una existencia independiente, y en que ellas, pese a que en número los superan en el reparto, viven en función de ellos y son sólo parte del paisaje o instrumentos para lograr ciertos objetivos en la trama. Un hombre como Alfonso que está separado, de una mujer de la cual nunca escuchamos su nombre, que tiene una relación (esporádica?) con una mujer de la que sólo imaginamos que es azafata, y que está muy enamorada de un hombre frío, distante, al punto del sometimiento. Coincidentemente todos los personajes de “ambiente” son femeninos, incluso el objeto de búsqueda, y hago presente que probablemente no haria este hincapié en este aspecto sino fuera por la pobre resolución de la relación de pareja que el personaje enfrentó, elemento del que también pudo prescindir el creador y no cambiaría el destino de nuestros protegonistas.

Sin embargo, pese a lo expuesto, la actuación maravillosa de Vidiella hizo que yo, mujer, pudiera ver a mi abuela, después de 6 años de muerta, viva, en su forma de mirar desde la cárcel en que va transformando el tiempo al cuerpo, transformando su entorno que de pronto se le hace extraño, en esa manera de negarse a la realidad de forma violenta y altanera, sin perder la esencia de una persona que nunca necesitó a otros para vivir. O que eso pensaba hasta ahora. Eso fue un regalo, y justamente recibirlo en la semana del aniversario de su partida una coincidencia que hizo que la magia me atrapara y la excelente construcción de ese único personaje opacara las falencias que tiene la cinta.

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Es una ópera prima que cumple, la película funciona y llena un espacio en temáticas que no abundan en  nuestro cine de ficción, lo que se agradece. La dirección sobria y el buen uso de los recursos cinematográficos hacen que queramos ver más de este novel director, esperando quizás ver más atrevimiento, salir un poco del espacio de comodidad, del uso del dolly en forma tan televisiva y que se atreva a explotar más a los personajes. Tal vez la historia era muy personal, eso se nota en el respeto a sus personajes protagónicos. Es un film correcto, recomendable, con un argumento que contagia humanidad, y que proporciona risas y melancolía, casi por igual. Como la vida.

Nota comentarista: 6/10

Título original: La Memoria de mi Padre. Director y guion: Rodrigo Bacigalupe. Producción general: Rodrigo Correa. Directora de arte: Francisca Corvera. Música: Milton Núñez. Reparto: Tomás Vidiella, Jaime MC Manus. País: Chile. Año: 2017. Duración: 86 min.