Informe XVIII Festival Internacional de cine Las Palmas (1): Estrella roja

El Festival de cine Las Palmas programó una retrospectiva dedicada a un pequeño conjunto de películas de ciencia ficción de la órbita soviética anteriores y posteriores a 2001, odisea del espacio (1968) con el fin de entender las influencias de esta obra y sus antecedentes. Dentro de esta sección compuesta por los títulos: Eolomea (1972), Ikarie XB-1 (1963), Who Wants to Kill Jessie? (1966), The Planet of Storms (1962) y Solaris (1972).

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En el caso de Ikarie XB-1 de Jindrich Polák se trata de una película checa de los 60, cinco años anterior a la epopeya espacial de Kubrick, cuenta la historia de la súper nave (que da el nombre a la cinta) donde una tripulación se embarca en la búsqueda de vida alienígena, búsqueda que se verá alterada tras encontrar una vieja nave abandonada con toda su tripulación muerta. Es muy interesante entender el momento en el que está hecha esta película, en plena Carrera Espacial y Guerra Fría porque de forma bastante indirecta se trabajan estos temas.
La cinta puede ser visionada desde dos perspectivas: la de una película de terror o una distopía. El hecho de jugar con un espacio tan limitado como una nave que deambula por la infinidad del cosmos es lo que le da ese toque de cinta de terror. Ridley Scott debía conocer esta película para filmar y escribir Alien, porque juega a prácticamente lo mismo: en las primeras escenas observamos la vida idílica en la nave, el ambiente de comunidad, las ganas de estar allí de sus tripulantes (en este contexto temporal, una ensoñación de lo idílico que sería vivir fuera de Europa, de una visión de futuro…), calma que se trunca cuando entran en esta nave abandonada y allí ven a toda su tripulación muerta. La exploración de esta nave está fotografiada como la mejor de las películas de terror: la cámara se mueve combinando planos detalle de lo que ven los protagonistas con contraplanos que los espían y predicen que va a pasar algo grave. Hay una elegancia extraña en toda esta primera parte, y todo huele al mejor episodio de Star Trek por el constante sentimiento de descubrir y ese miedo a lo desconocido.

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La otra lectura, sería la lectura política con una crítica tanto a la ridícula Guerra Fría como a la sociedad europea pre-II Guerra Mundial. Los tripulantes de esa nave hallada van vestidos como burgueses y a bordo llevan armas nucleares que, por los comentarios de los astronautas de la Ikari, debe ser algo bastante obsoleto en el siglo XXII en el que se ambienta la película; de aquí el concepto de distopía que mencionaba al comienzo y que podemos volver a asociar con Star Trek. Los pocos detalles que se dan, de lo que puede estar pasando en la Tierra, hace que deduzcamos que vive un estado de paz, los navegantes se sorprenden al ver las cabezas nucleares y critican las actitudes de sus antepasados.
Quizás esta crítica sea demasiado obvia, incluso superficial, pero no podemos olvidar el contexto histórico de la película. Ikarie XB-1 es un interesantísimo retrato del mundo occidental en el siglo XX, desde el punto de vista de un contemporáneo con un enfoque futurista; es de esas películas que son mucho más influyentes de lo que se dice, pero que nadie recuerda al no haber un gran estudio norteamericano detrás.

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No hay mucho de decir de Solaris que no se haya dicho ya, es una experiencia más allá de la ciencia ficción, con un significado casi indescifrable. La película cuenta la historia de un científico que es enviado a una estación espacial que órbita sobre un extraño planeta donde se han dado una serie de fenómenos que han provocado la muerte de un científico.
Lo más interesante es como aquí la ciencia ficción es algo totalmente secundario, la cinta es una reflexión sobre los estados de la conciencia, los niveles del pensamiento, la locura, la vida y la muerte. Es más fácil pensar en Kubrick cuando se ve Solaris por su conceptualidad y abstracción, Tarkovski no deja nada claro al espectador, quiere que piense libre y compone la película a base de flashazos, repeticiones y despertares.
La introducción de la película es alargada y densa, allí nos presenta la casa donde vive este científico y la estación donde todo se ambienta. A partir de este momento el director empieza a jugar con el tiempo, empezamos a entrar en una especie de bucle donde se repiten acciones y espacios por culpa de ese planeta en el que están los personajes. Lo interesante es cómo se puede leer esto: como una manipulación alienígena, una construcción de la propia mente o el resultado de encontrarse en un lugar con otra concepción del tiempo. Esto provocará en el espectador una cierta sensación de hastío, su mente empieza a entrar en la dinámica de la cinta, la experiencia es totalmente inmersiva y la película absorbe como si se estuviese en esa estación.
Es interesante entender estas dos películas como antecedente y consecuencia a 2001, odisea del espacio, la película checa desde un punto de vista estético y Solaris por coger la capacidad minimalista y abstracta del lenguaje de Kubrick para utilizar la ciencia ficción como medio filosófico de entendimiento humano.

 

Alex Manzano