Informe XXV FICValdivia (1): Grass, vuelco y madurez

Por Javiera Cisterna

Joking apart, when you're drunk you're terrific when you're drunk
I like you mostly late at night you're quite alright.
But I can't understand the different you in the morning
When it's time to play at being human for a while, please smile.

You'll be different in the Spring, I know
You're a seasonal beast…
"Sea Song" - Robert Wyatt

Hay un peso bastante grande al hablar del cine de Hong Sang-soo, dada la proliferación de su obra en estos últimos años y dada también la comunión en escena de gestos reiterativos, que logran hacer cierto hincapié en ello, como ánimas en su devenir autoral. Como espectadores permanentes podemos encontrar en la disposición de estos cierto hastío al que respondemos con una risa cómplice al momento de ver nuevamente la aparición de una botella de soju, o de su constante juego respecto a nuevas formas de intervención en las estructuras temporales que nos remiten meramente al acto del diálogo, pues, en primera instancia, podría parecer una repetición a la que nos enfrentamos nuevamente.

En Grass, su penúltima producción de este año, hay un vuelco tremendo al respecto, en el que vemos su madurez frente al ejercicio de reiterar, hay un gesto, en particular, de belleza universal en la imagen del crecimiento de las plantas, un homenaje a la rebeldía que podemos hallar en un proceso infinito que nos parece natural. Al inicio de la película las vemos, encerradas en pequeños cilindros de cemento, ornamentan el descanso de los concurrentes de un pequeño café en donde se llevan a cabo la mayoría de las ocurrencias de la narración. Aquí nos encontramos nuevamente con un espectro común en su obra. Es Kim Min-hee, quien bajo el nombre de Aerum, habita con una atención que varía entre las conversaciones, muchas veces tan desesperadas, que nos adentran en una carencia nuevamente universal, en cierta candidez al respecto, a las impresiones que estas pueden dejar en sí mismas, en una soledad solemne que participa de esta forma, bajo la presencia de la empatía frente a las expectativas que nos aterran, y responde con preguntas e interpelaciones silenciosas frente a la fluidez de estos acontecimientos, desde su labor de escritora: la vemos la mayoría de la película excusándose por no participar y participar a la vez que escribe, escucha, y se detiene en aquello que le parece común a su propia existencia, aquello que puede encontrar en este núcleo tan pequeño de casualidades que presencia.

En su permanencia en el café en el que esta escritora pasa la tarde y parte de la noche, siempre frente a la pantalla de su computador que le sirve de intermediario a sus impulsos y silencios, aparece un joven sentado que espera a su amiga para conversar sobre la muerte de otra, cercana a ambos. En una conversación que parte débil debido a la notoria distancia que ha habido entre ambos, la chica comienza a interpelarlo y culpabilizarlo por la muerte de ésta. Para ambos es complejo, y esto se hace tan presente en el flujo de sus diálogos, en la idea de que para Hong Sang-soo, visiblemente desde Claire's Camera (2017), nuestras dificultades para encontrar las palabras precisas no deben hallar en el silencio y en esta diferencia de sentires un problema, más bien una musicalidad. Por esto también parece bello el gesto de que el dueño del café que alberga las emociones que se vienen a encontrar esa tarde sea fanático de la música clásica, y que esta sea una mención por parte de varios, pues precisamente refiere a los arcos dramáticos que encontramos en estas piezas, a la gravedad de ciertos momentos que más tarde serán el allegro. Entretanto, y paralelamente, la conversación entre dos viejos amigos vuelca esta musicalidad hacia una posibilidad mucho más caótica, denota desesperación, en rostros cabizbajos que no corresponden al problema el otro. Él le dice a su amiga que necesita de un lugar en el que quedarse por un tiempo, ella menciona sobre una habitación disponible en su departamento, él la mira con esperanza y fraternidad, ella le responde que sería imposible, y su mirada se aprehende hacia su propia soledad, y la música suena, la insistente mutabilidad de la pieza acompaña muy bien la vacilación de una cámara que busca respuestas en una batalla de instantes.

grass (1)

Sorprende que luego una tercera pareja responda a un problema parecido al de la primera: una joven parece ser, a los ojos de quien borracho le interpela, la razón un suicidio. Sorprende también que la dinámica de la escena tome otro tono, un tanto más irracional por parte de las reiteraciones temporales del borracho, sobre el cómo contar, pero por otro, una insistencia en la plástica que esta posibilidad va generando. La escala no varía en un principio, pero sí el foco, e impacta la permanencia en esos pequeños florecimientos que se presentan, el rostro llorando de esta mujer sabe mucho a la nouvelle vague, es un diálogo que no acaba ahí, que sabe que en cuanto la cámara gire hacia la sombra vacilante de su acompañante habrá un dramatismo muy grande en la simpleza de esa puesta en escena, y que luego tendrá que volver a su posición inicial, con las ganas de que esa intención se preserve, pues el rostro del compañero borracho se ha quedado fijo para mirarnos a nosotros, con cierta lucidez, hacernos presentes en este guiño, y volver a continuar. Es la insistencia en que somos parte de la tragedia, tal como Aerum respecto a sí misma, negándose radicalmente a la idea del amor romántico cuando charla y almuerza junto a su hermano y su nueva novia, y advierte a ésta que no comprende su creencia aún en los hombres, en su capacidad de rebelarse, esa misma capacidad que comparte con las plantas fuera del café al que regresa. Para ella, la estancia es mucho más bella cuando nos restamos de participar. Habitamos, y en eso hay un diálogo directo hacia nuestra capacidad de espectar.

Ya enfrentado el paso del día, mientras dentro del café se han formado nuevas relaciones entre quienes decidieron tomarse su tiempo, y ahora entonan los chinchines de vasos que cargan el soju -que tanto se le agradece a Hong Sang-soo cuando se comienza la tarea de ser partícipe de su obra- a la par de la entonación coral y un tanto infantil de un poema que remite al ciclo estacional: habla del otoño, el invierno y la primavera, el verano- y así nos hace presentes del milagro del acelerado crecimiento de estas plantas. Las vemos, por centímetros, más altas que en un inicio. Otro escritor que comparte aún en el café, y ahora fuma en una pausa se acerca a mirarlas porque simplemente ahí están, porque viven dentro de un registro que le es ajeno, y como una coincidencia para él y quienes luego se suman a su pausa en un cigarrillo más, aparece la feliz pareja que conforman el hermano de Aerum y su novia, y les recuerda que esa quimera que tienen frente a sus ojos es simplemente un momento que resiste a su fragilidad.

 

Título original: Grass. Dirección: Hong Sang-soo. Guión: Hong Sang-soo. Fotografía: Kim Hyeong-gyu. Reparto: Kim Min-hee, Jung Jin-young, Ki Joo-bong, Seo Young-hwa, Kim Saeb-yuk, Ahn Jae-Hong, Gong Min-jeung. País: Corea del Sur. Año; 2018. Duración: 66 min.