Recomendaciones XIII SANFIC: Listas, objeciones y lenguajes

Hay ciertas reglas intrínsecas a la hora de una lista de recomendaciones en un festival, aunque estas no siempre se detallan, podemos tomarnos un tiempo para repasar las normas de esta particular lista de 7 películas antes de citarlas:

  1. Todas las películas citadas en el texto han sido vistas, ya sea en festivales o plataformas digitales, de forma de tener un criterio objetivo.
  2. A pesar de la confianza infinita que se le puede dar a ciertos autores (Hong Sang-soo, Torres Leiva), confianza alta (los Safdie, Ruben Ostlund), o una curiosidad enorme (Gustavo Rondón, Emiliano Torres), no es posible recomendar sus filmes no vistos.
  3. El orden en el cual se plantean las recomendaciones puede tener cierta intencionalidad, aunque esto no sea del todo consciente.
  4. Las películas que se citarán no son necesariamente las "mejores" del festival (desde la humilde subjetividad del que escribe, a pesar que algunas sí lo son), aunque todas tienen un gran valor cinematográfico y a la vez responden a criterios de diversidad tanto en lenguaje, estilo y riesgo, además de reforzar una idea de necesidad de visibilidad.

Terminado el tedio de las reglas del juego, es posible plantear que el hilo conductor del texto será el lenguaje, aunque este apareciera de forma casi fortuita, lo cual será útil para guiarnos y apreciar la gran variedad de filmes que ofrece SANFIC 2017.

COREANO: Autumn, Autumn de Jang Woo-Jin. El idioma coreano no es precisamente un idioma amable, su pronunciación y ritmo tienden a sonar casi agresivos, es por eso que el film de Jang Woo-Jin se presenta como una pequeña rareza caracterizada por una tranquilidad pasmosa, frente a una cinematografía local que suele ser una mezcla de muchos géneros en una misma película. Autumn, Autumn se divide en dos partes, la primera de ellas con una tendencia más aproximada a un coming of age siguiendo a un joven bastante frustrado el cual parece pesarle todo el ambiente del pueblo en el cual habita, mientras la segunda parte disecciona a una pareja de amigos que repiten los lugares por las que el protagonista de la primera parte deambulaba y donde el director enfatiza en larguísimos diálogos y a la vez juega de un forma deliberada con la luz que parece un tercer personaje. Autumn, Autumn es un arriesgado film en medio de una competencia marcada por filmes que han tenido un relativo éxito en festivales, ya que su apuesta se ve difusa entre la contemplación de un joven sin rumbo y una pareja cuya química se alcanza a percibir como dudosa.

ESPAÑOL: Los territorios de Iván Granosvky. Es posible que a continuación se presente el único superlativo que se lea en este texto, pero el film de Granovsky (probablemente) es de lo más divertido que se verá en el festival. La parodia que el director hace de sí mismo tiene un gran mérito, tomando como punto de partida a un corresponsal en diferentes zonas de conflicto en el mundo, lo cual generó bastante disonancia entre la crítica tomando en cuenta lo delicado que puede ser el tema, pero dentro del discurso del film está precisamente el mostrar la ligereza con la cual la información se genera alrededor del mundo. Además que se alcanza a percibir una introspección del director respecto a todos sus complejos relacionados principalmente a la relación con su padre y el difuso rumbo que parece tomar su vida.

PORTUGUÉS: No intenso agora, de João Moreira Salles. La paz que genera la voz de Moreira Salles es una reacción indescriptible, posiblemente asociada a la musicalidad que tiene el idioma portugués en su naturaleza, el cine del brasilero se ha caracterizado por el retrato de una intimidad tanto propia como de los distintos personajes que aparecen retratados en sus films. En su última película su búsqueda personal se basa en material filmado por su madre en distintas geografías, de forma que Moreira logra construir su pasado con los distintos cambios que ha ido sufriendo la sociedad desde distintos hechos relevantes, ya sea el Mayo del 68 francés, la Primavera de Praga o la Revolución cultural china. El romanticismo de las distintas luchas sociales van en línea con el cine político que mayormente ha desarrollado Moreira, como aquel retrato espontáneo y fluido que hace de Lula da Silva en los días previos a su victoria electoral en Entreatos, aunque lo que diferencia a No intenso agora es el desencanto casi tendiente al pesimismo, que marca el final del film.

CATALÁN: Verano 1993, de Carla Simón. El crítico argentino Quintín planteaba su extrañeza frente a la predominancia absoluta del catalán en el film de Carla Simón, lo cual según él entendía parecía ser parte de una especie de propaganda de nacionalismo catalán, es difícil cuestionar a la directora sobre este punto ya que la película es una autobiografía, por lo cual a pesar de nuestras especulaciones (me incluyo), es mejor confiar en la honestidad de la directora. Más allá de lo anterior otras dudas nacen sobre el cómo enfrenta la infancia, ya que con el paso de los años los recuerdos van adquiriendo cierta distorsión y romanticismo, Carla Simón se enfrenta con ese pasado con una gran sensibilidad, evitando mirar de forma directa a la tragedia que marcó su niñez, relacionada con la pérdida de sus padres y enfocándose en el dolor transformado en una suerte de rebeldía y curiosidad. La película transcurre en los primeros días de una niña con su nueva familia compuesta de sus dos tíos y una niña que les dará una gran frescura en medio del dolor contenido que se siente a cada momento en el film.

HEBREO: People that are not me de Hadas Ben Aroya. La noche de la premiación del festival de Mar de Plata del 2016 tenía a varias candidatas para el premio mayor en medio de una fuerte competencia internacional, entre las cuales estaba la posterior ganadora del Oscar Moonlight de Barry Jenkins. La ópera prima de la israelí de la cual apenas se había hablado logró dar la sorpresa en medio de otros grandes nombres como el rumano Radu Jude, el ruso Konchalovsky o el brasilero Mendonça Filho. La directora israelí, que aparte de guionizar el film, protagoniza a una joven milenial, inmersa en sus distintas redes sociales, y con ciertas obsesiones afectivas que se manifiestan de forma sexual. Hadas Ben Aroya trata de alejarse de las clásicas problemáticas israelíes relacionadas con su estado de constante guerra o las limitaciones propias de un estado religioso, y plasma las inquietudes de una generación que debido a la globalización parece cumplir varios patrones de otros lados del mundo. Es probablemente la honestidad con la cual se filma lo que hace que la película adquiera un gran valor a pesar de las incómodas situaciones que se relatan. La frescura que se siente al escuchar el hebreo alejado del dolor o de un ambiente de guerra hace muy disfrutable redescubrir un lenguaje cuyos matices nos permiten entender un poco más a la sociedad israelí.

FINLANDÉS: El otro lado de la esperanza de Aki Kaurismaki. Hablar del idioma finlandés es chocarse con una de las lenguas más complejas y ajenas del mundo, lejos incluso de los idiomas nórdicos, el finés parece venido de otro planeta. Todas estas complejidades del lenguaje chocan con la universalidad del cine de Kaurismaki, que además tiene un toque de atemporalidad, a pesar de que en El otro lado de la esperanza se toca un tema muy contingente. Kaurismaki convierte a la empatía como hilo conductor en la historia de un refugiado sirio que llega a Finlandia desde la conflictiva zona de Aleppo, con la esperanza de reencontrarse con su hermana en medio del éxodo que se vive en Medio Oriente y que es ayudado por un hombre que decide comenzar una nueva etapa de su vida adquiriendo un restaurante. A pesar de lo complejo que pueda parecer el tema, Kaurismaki aporta un toque de comedia al film, lo que genera una cierta empatía con las personas que arriesgan sus vidas en medio de infinidad de peligros, para lograr un poco de paz.

ÁRABE, FRANCÉS, INGLÉS, RUSO: Avería, de Philip Scheffner. La libertad y el riesgo que se puede permitir el género documental es algo que se agradece frente a las limitaciones propias de la ficción. Tanto la imagen, el sonido y el contexto son totalmente libres y están a disposición de la representación de ideas, por más complejas que sean estas. Y probablemente, la película más arriesgada del festival, toma un video aficionado de 3 minutos y 39 segundos y logra alargarlo durante 90 minutos en los cuales se alcanza a ver una balsa con refugiados que parece acercarse y alejarse, generando una sensación onírica, ya que se pierde el sentido de la realidad en medio de historias que son relatadas a través de llamadas telefónicas, testimonios de refugiados y solicitudes de refuerzos de las armadas de diferentes países, que pareciera ser el espejo de una burocracia que ve a todas estas personas como una suerte de número. Lenguas que se mezclan y que se distorsionan por la grabación; en medio de esto el Mar Mediterráneo se ve transformado en una torre-cementerio de Babel donde la gente apenas se entiende. El bote flotante es una representación del viaje casi infinito que deben realizar las personas en medio de la nada, un viaje donde el tiempo parece relativizarse y donde el paisaje es el mismo por días e incluso semanas.