Fantasías Animadas (1): Trazo y movimiento, 3 cortos de Georges Schwizgebel

En una entrevista Schwizgebel decía que el orden de sus prioridades al realizar una película eran: "La música, el movimiento, la visualidad y, por último, la historia". Gracias a esto, podríamos entender la cualidad ambigua y algo "apresurada" que tienen algunas narraciones del animador suizo. La mayoría de sus cortos relatan "algo", pero en muchos casos se trata de un telón de fondo para que una escena se transforme en otra. Esta transformación es literal: los cortos de Schwizgebel prácticamente no tienen cortes, el paso de una escena a otra ocurre cuando el último cuadro de una secuencia se transforma en otro, una metamorfosis que puede tener diferentes velocidades. Sus películas están llenas de referencias a tradiciones pictóricas, funcionando a veces como una especie de visita al museo, moviéndose entre un estilo y otro a través de la mancha en movimiento. Para dar una impresión de su estilo, presentamos un vistazo con tres de sus cortos realizados en tres décadas diferentes.

En una entrevista sobre su corto Romance (2011), Georges Schwizgebel decía que el orden de sus prioridades al realizar una película eran: "La música, el movimiento, la visualidad y, por último, la historia". Gracias a esto, podríamos entender la cualidad ambigua y algo "apresurada" que tienen algunas narraciones del animador suizo. La mayoría de sus cortos relatan "algo", pero en muchos casos se trata de un telón de fondo para que una escena se transforme en otra. Esta transformación es literal: los cortos de Schwizgebel prácticamente no tienen cortes, el paso de una escena a otra ocurre cuando el último cuadro de una secuencia se transforma en otro, una metamorfosis que puede tener diferentes velocidades. Sus películas están llenas de referencias a tradiciones pictóricas, funcionando a veces como una especie de visita al museo, moviéndose entre un estilo y otro a través de la mancha en movimiento. Para dar una impresión de su estilo, presentamos un vistazo con tres de sus cortos realizados en tres décadas diferentes.

El sujeto del cuadro (La sujet du tableau, 1989)

6 min.
Pintura acrílica, pintura al óleo y recortes.

La course a l'abime (1992, disponible en YouTube) es quizás el cortometraje más famoso de Schwizgebel. Se trata, probablemente, de su propuesta más ambiciosa respecto a relacionar la pintura con la puesta en escena y el montaje cinematográfico. Se podría decir que la relación estrecha con la pintura y la música no funcionan solo como influencias para Schwizgebel, sino que también como base de exploración en algunos de sus cortos. Más que combinar la animación y la pintura, muchas películas suyas se preguntan por las diferencias entre un arte estático y otro que se basa en el movimiento y que, aún así, parecen inevitablemente unidos.

El sujeto del cuadro parece un precedente a esta idea, todavía más directa en su relación con la pintura que La course a l’abime. Si bien Schwizgebel cita a menudo obras de manera más o menos directa, en este corto aparecen algunas pinturas famosas por las que el protagonista (una reversión de la historia de Fausto) pasea. Lo divertido de esto es que las pinturas se mantienen estáticas, como las conocemos, pero el personaje pasa moviéndose por encima. El efecto es extraño y nos hace pensar en esas diferencias entre la tradición pictórica y el movimiento del arte animado.

Existe otra particularidad digna de mencionar. Si bien la mayoría de sus cortos utilizan de banda sonora música clásica (casi siempre la fórmula es que el corto se basa en una pieza, adaptando lo visual a su duración y ritmo), en esta ocasión la banda sonora original es de Jacques Robellaz. Quizás por ser un trabajo tan cargado en la tradición pictórica, una referencia a una pieza clásica podría haber recargardo la densidad de referencias del corto. La pieza de Robellaz, por lo demás, obedece al estilo del corto. Así como las pinturas se van "corrigiendo", la música también pareciera arrepentirse de algunos movimientos para luego retroceder.

Se puede ver acá: 

 

El año del ciervo (L'année du daim, 1995)

5 min.
Acrílico y lápices pastel.

Como en el corto anterior, esta vez tampoco se trata de una pieza clásica. Es importante mencionarlo, ya que la partitura original de Philippe Koller esta vez fue trabajada en conjunto con Schwizgebel, otra idea diferente de la habitual. En vez de ser un corto "continuo" de planos secuencias y transiciones, esta vez existen algunos cortes que marcan el paso de la historia. En consecuencia, se trata de uno de los cortometrajes más compactos del director.

La anécdota es simple: un hombre va en busca de un ciervo para domesticarlo con la ayuda de su perro. La relación entre el perro y el ciervo es hostil al comienzo, y el palo del hombre aparece todo el tiempo como una presencia amenazante para el comienzo de la amistad entre ambos. La duración y la dureza de la historia la convierten en una de las fábulas más amargas de Schwizgebel, a pesar de contener algunos de los momentos animados más alegres de su carrera. Sin contarlo todo, el breve momento en que el perro y el ciervo empiezan a llevarse bien está estratégicamente diseñado para liberar la alegría. Se trata de un corto más estático que otros, pero la llegada de los clásicos movimientos circulares de Schwizgebel aparecen ahí, implicando libertad tanto para la historia como para el estilo animado.

Por lo demás, la mezcla de estilos de movimiento es permanente, al igual que de técnicas de dibujo. Existen contados planos en los que aparecen los lápices pasteles, pero sirven como una hermosa interrupción visual para mostrar el punto de vista del ciervo.

Se puede ver acá: 

 

El hombre sin sombra (L'homme sans ombre, 2004)

9 min.
Pintura acrílica y al óleo.

El último corto que presentamos puede ser el más ambicioso a nivel formal, lo que no significa poco hablando de Schwizgebel. Se trata de un animador fanático de las limitaciones, por más que sus cortos podrían parecer pura libertad entre tantas imágenes en transformación. En el caso de El hombre sin sombra se trata de tres momentos con propuestas animadas diferentes. Si bien es todo pintura y no existen técnicas combinadas como en los cortos anteriores, la forma que adopta el movimiento cambia radicalmente dependiendo de la escena.

La primera bien podría ser la más impresionante. Si mencionábamos que el momento más estimulante de El año del ciervo venía cuando llegaba el movimiento lateral, en este caso los primeros minutos se trata de una constante vuelta en 360º, solo interrumpida a momentos por la transformación de un cuadro en otro. Es bastante probable que esta pueda haber sido la base de Romance, el cortometraje posterior que nunca deja de dar vueltas, y que es el punto cúlmine del efecto de mareo que tienen algunas personas al ver su trabajo.

Los momentos siguientes varían entre una sucesión de cuadros más "estáticos" y un curiosísimo homenaje a la clásica Jumping (1984) de Osamu Tezuka. Como en el corto del maestro japonés, la propia cámara pareciera rebotar a través de grandes saltos a través del paisaje. Sin darnos cuenta, aparecemos en un espacio insospechadamente lejano. Curiosamente, es uno de los cortos más tradicionalmente narrativos de Schwizgebel (una adaptación de La maravillosa historia de Peter Schlemihl, de Adelbert von Chamisso) y uno de los más ambiciosos en cuánto a trabajo técnico. 

Se puede ver acá: