La forma del agua (1): La forma del éxito

“La perfección es terrible, no puede tener hijos” 

-Sylvia Plath

Dentro de un búnker de defensa norteamericano, y en plena guerra fría, un visitante fuera de lo común ha llegado. Es una especie de monstruo marino, mitad acuático, mitad humano. Richard Strickland (Michael Shannon), un irritable agente de gobierno lo ha capturado desde las lejanas tierras amazónicas en donde es adorado como un dios. Los intereses del gobierno es volverlo un secreto objeto de análisis para la carrera espacial que los enfrenta con los soviéticos. Elisa (Sally Hawkins), encargada de limpieza que trabaja por las noches, infringe la seguridad del lugar para entablar una suerte de amistad silenciosa y taciturna con el monstruo. No puede ser de otra manera, hay algo que de forma arcana la une a la bestia: ella es muda, tiene en su cuello las cicatrices de algo parecido a las garras de un animal anfibio y adora el agua. Vive en una suerte de ensoñación paralela alimentada por sus visitas al cine, un mundo en donde la imaginación sirve de consuelo. Todo comienza a tambalearse cuando los soviéticos, seres hieráticos y algo torpes (no muy distintos a los americanos), infiltran a un espía (Michael Stuhlbarg) que intentará fugarse con el monstruo. En ese contexto, Elisa busca una forma de liberarlo con la ayuda de su compañera Zelda (Octavia Spencer) y su amigo, Giles (Richard Jenkins), un personaje colmado de contrariedades.

Si hay algo irreprochable en Guillermo del Toro es su insistencia autoral por retratar mundos en que la irrupción de un elemento extraño trastoca la realidad representada. Es lo que Roger Callois entendía como lo fantástico. Desde su debut en Cronos (1993), del Toro ahonda y dibuja esos mundos con la comodidad y la firmeza del que filma un territorio familiar y reconocible. En La forma del agua tiene un manejo ejemplar en delinear con breves trazos a los personajes que conforman la trama, constituyendo un mundo levemente extraño, en donde lo insólito es la irrupción del monstruo, pero también la forma en que se expanden y circulan ciertos rasgos de personalidad que lindan en la violencia abrupta con breves toques de humor. Son descargas virulentas otorgadas en cuotas moderadas y tenues, perfectamente alternadas con rasgos de humanidad y tibieza: los arranques de brutalidad sexual y física del agente Richard, asimilables su torpeza pueril y estoica; los rasgos caricaturescos del rostro de Elisa, personaje de edad imprecisa y pasado borroso; la homosexualidad reprimida de Giles y su amor imposible por un sujeto racista; la necedad boba e insignificante de los americanos y soviéticos. Todo colmado de un verde acuático que envuelve los objetos y una intriga que solo se sostiene en su propia levedad.

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Y he aquí que La forma del agua se vuelve problemática y uno se hace algunas preguntas: ¿del Toro ha bajado la intensidad sofocante e inquieta de sus anteriores películas para entregar un filme más familiar y apaciguado, todo sea para conciliar a los espectadores y alcanzar el éxito tan esquivo? ¿Cuándo pasamos de la oscuridad física y moral de El espinazo del diablo (2001) o El laberinto del Fauno (2006) al romanticismo de postal y final feliz de La forma del agua? ¿Dónde quedaron las sutilezas de algo que nace como una amistad sosegada entre dos seres incomprendidos y que, de pronto, se vuelve de forma abrupta e inconsistente en la historia de un amor afiebrado? ¿A mediados de los sesenta sólo se escuchaban canciones de Glenn Miller y Carmen Miranda? ¿De verdad que la gente en esa época era tan estúpida y primaria, y las ciudades tan limpias y asépticas? ¿Hasta dónde lo fantástico exime a lo verosímil? ¿Dónde quedaron los costados más irritantes, incómodos y políticos de su cine? Guillermo del Toro tendrá los Oscars que se merece. Bien por él. Pero no olvidemos que lo ha logrado esquivando los costados ásperos de su filmografía, moldeando sus obsesiones a una escala masiva y familiar. En fin, realizando con La forma del agua su película más perfecta y, por ende, la más estéril.

 

Nota comentarista: 6/10

Título original: The Shape of Water, Dirección: Guillermo del Toro. Guión: Guillermo del Toro, Vanessa Taylor. Fotografía: Dan Laustsen. Música: Alexandre Desplat. Reparto: Sally Hawkins, Michael Channon, Richard Jenkins, Octavia Spencer, Michael Stuhlbarg, Doug Jones. País: Estados.Unidos. Año: 2017. Duración: 123 min.