Lady Macbeth (1): Erótica y criminal venganza

El realizador teatral y director de ópera inglés William Oldroyd se aventuró en su primer proyecto cinematográfico con una obra que encuentra sus antecedentes en la novela de 1865, Lady MacBeth de Mtsensk, en la que el ruso Nikolai Leskov da vida a una hija de campesinos pobres que es vendida a un rico comerciante que la obliga a casarse con él. Leskov, a su vez, se inspiró libremente en el personaje de la esposa del noble escocés Lord Macbeth, que es incitado por ella a matar al rey para convertirse en reina, en la tragedia de Shakespeare Macbeth.

La Lady MacBeth shakespereana se mueve en el conflicto por la represión de su fragilidad, asociada a lo femenino, y lo masculino de su egoísmo y ambición de poder. La del cuento de Leskov narra los crímenes que es capaz de cometer la adúltera Katerina Lvovna en la Rusia del siglo XIX, por la pasión que vive con uno de sus sirvientes mientras está casada con un comerciante mucho mayor que ella. El texto posteriormente fue adaptado a la ópera por el ruso Dmitri Shostakovich en 1934 y llevado al cine por primera vez en 1966, por el polaco Andrzej Wajda.

La ópera prima de William Oldroyd no transcurre en la Rusia zarista de mil ochocientos, sino en el Noreste de Inglaterra en esa misma época y se aleja de la condena al adulterio de los textos originales para construir una protagonista fascinante, que lejos de atraer al espectador por su dolor por el maltrato masculino de su marido y de su suegro, lo hace por su arrojo, frialdad y falta de escrúpulos. Katherine no tendrá límites en función de mantener su clandestino romance y de deshacerse de las amarras que no ha elegido, generando una perversa y magnética atracción dramática.

Su condición de víctima de un matrimonio forzado; de la apatía de un esposo que la menosprecia, la denigra y ni siquiera la toca; de la agresión de un suegro que le exige que cumpla con sus deberes maritales para darle un heredero a su hijo (la obliga a no dormirse hasta que vuelva su marido bebido de una cena y pone a la criada a vigilar que no sucumba ante el sueño); y hasta de un cura que le sugiere pasar más tiempo en su casa en vez de tomar aire fresco, en tiempos actuales de reivindicaciones de género la convierte en una mujer, si no admirable, al menos fuerte y decidida. Aunque su posición de subordinación no justifica sus crímenes, de alguna forma los podría llegar a explicar. Frente al machismo y clasismo de hombres e instituciones (la iglesia, el matrimonio), esta antiheroína se rebelará y vengará de diversas e instintivas formas, que transitan  desde el erotismo hasta la criminalidad.

Su aburrimiento ante las largas ausencias de su marido y sus advertencias de no salir de la casa (tan propias de un orden patriarcal que obliga a las mujeres a encerrarse en el ámbito privado del el hogar), se va convirtiendo en un sueño casi permanente. Sentada en el salón con su vestido azul, somnolienta -el tiempo no pasa en esa gran casona- como en un cuadro congelado que el director no complementa con música ni otros sonidos que distraigan de esa sensación de que simplemente no pasa nada. Sólo saliendo de la casa encontrará la vida. El riesgo de desobedecer al tirano y tomar aire fresco allá afuera.

lady macbeth

Con ausencia de ambientación sonora, la experiencia teatral del director se percibe en cuadros centrados, básicamente, en la actuación de Florence Pugh, con largos cabellos rojos y apariencia de niña, pero cuya rebelión contra el machista orden establecido no mide riesgos ni consecuencias. La severidad victoriana del periodo inglés, al que el realizador ha trasladado la historia desde la Rusia zarista del relato original, se puede apreciar también en una puesta en escena austera, pulcra, rigurosa, donde el silencio es un valor positivo, especialmente en la primera parte, que juega un papel dramático que permite poner atención en la soledad y abandono de la protagonista, sin distracciones.

El cuerpo de Katherine es comprimido con un corsé que en cada apretón que le da su criada Anna, la deja sin aliento. Cuerpo de mujeres restringido, cuerpo encerrado, cuerpo requerido sólo para el afán reproductivo y ni siquiera para el goce: lo más cerca que está del sexo es cuando su marido le pide que se dé vuelta hacia la pared, desnuda, sin mirarlo, humillada y atónita. Ella responde sin miramientos al llamado del placer que antes del que le dio el sirviente Sebastián jamás había experimentado. ¿Cómo podría haberlo sentido con un marido mayor que ella con el que no consumó el matrimonio y que sólo le pedía que se sacara el camisón para mirarla y darse placer a sí mismo?

“Mi padre te compró junto con un pedazo de tierra que ni siquiera sirve para que paste una vaca”, le recrimina el marido a Katherine, recordándole el lugar que el suegro ha definido para ella en esa casa al casarse con él, que también ha sido una obligación impuesta a su impotente hijo. Sin remordimientos ni culpas, los abusos de género y de clase van encontrando una venganza dulce con el adulterio con un hombre joven, tosco, de clase baja, con el que Katherine no se da el trabajo de disimular estar. Qué mejor forma de humillar a su displicente y ausente marido.

La pasión irrefrenable con Sebastian, a vista de Anna y de los otros criados en la ausencia de los patrones, va dando paso a otro tipo de venganza contra la opresión de género, clase y también de raza que representa su suegro y que será ya abiertamente criminal. En una escena de fuerte carga dramática éste obliga a la criada negra a ponerse en posición de cuatro patas en el suelo, para tratarla como un animal, como castigo porque se había acabado un trago que él quería tomar. Su propio hijo ni siquiera asiste a su funeral.

Lady Macbeth

La muerte del suegro generó que la versión de la ópera de Shostakovich en la década del treinta fuera censurada por Stalin, que al verla en el estreno se sintió aludido por dicho personaje asesinado con veneno para ratas, consideró que la protagonista representaba una Rusia oprimida y que la historia, de alguna forma, redimía la rebelión. El propio dictador genocida habría escrito una lapidaria crítica a la obra y la sacó de cartelera. El director ruso Shostakovich sólo pudo reestrenar la pieza en 1962 con el título de Katherina Izmailova.

Con una gran carga histórica que remite a tiempos de opresión y maltrato a las mujeres, antecedentes que se remontan a Shakespeare en el siglo XVI, un personaje principal que ha variado sus énfasis a lo largo del tiempo, una actuación protagónica memorable y una vigencia que genera una perversa, oscura y extraña atracción hacia Katherine en pleno siglo XXI, Lady Macbeth supera con creces una tradicional película de época para convertirse en uno de los filmes más elogiados en Inglaterra en 2016 y que fue ganadora del Fipresci de la crítica en el Festival de San Sebastián, por lo que es un estreno imperdible del Cine de la Universidad Católica.

 

Nota comentarista: 8/10

Título original: Lady Macbeth. Dirección: William Oldroyd. Guión: Alice Birch (a partir de la novela de Nikolai Leskov). Fotografía: Ari Wegner. Reparto: Florence Pugh, Christopher Fairbank, Cosmo Jarvis, Naomi Ackie, Bill Fellows, Ian Conningham, Paul Hilton, Joseph Teague, Golda Rosheuvel, Rebecca Manley. País: Reino Unido. Año: 2016. Duración: 89 min.